“Cuando era pequeña, nunca pensaba que las niñas también pudiesen jugar al fútbol. Recuerdo que una vez, cuando me fui a dormir, se me ocurrió que aquello estaría muy bien. Me acerqué a mi madre y le pregunté dónde había niñas que jugasen al fútbol. Y me respondió que eso no existía”, declaraba la futbolista a Eurosport.
Los padres de Nadezhda no planeaban que su hija se dedicase al fútbol así que ella lo decidió hacer por su cuenta. A los 15 años dejó su ciudad natal, Yaraslavl, para cumplir su sueño: Ir a la Academia de la Reserva Olímpica. “Le dije a mi madre: 'Decidido, me voy'. Y ella: 'No, tienes que acabar dos cursos más y luego, la universidad'. 'No, no', le dije, 'tengo que irme”.
No es un camino fácil vivir en los módulos prefabricados de la Academia pero ella no se quejaba. “Estaba muy a gusto. No hacer nada, solo jugar al fútbol… y encima me dicen que con esto se puede ganar dinero. Claro que me quedó aquí”, decidió Nadezhda. “Estaba dispuesta a ducharme con agua fría y a hacer lo que fuera”.
Abrirse camino en el fútbol profesional resultó difícil. Después de su entrenamiento, el club base de la Academia Rossianka ofreció a Nadezhda, que en aquel tiempo ya era jugadora de la selección junior de Rusia, 9.000 rublos (145 dólares) mensuales. Posteriormente otro club, el Zorki, se ofreció a pagarle tres veces más. En cualquier caso, aquel dinero no daba para mucho. “Con el dinero del fútbol no me puedo permitir nada”, explicaba Nadezhda en una entrevista a Eurosport ahce dos años. “Solo puedo comprar un abono de metro. Si no me ayudase mi padre, me moriría”.
En estos tres años, Nadezhda consiguió debutar de forma brillante en la selección y marcar más goles que nadie en el Campeonato de Rusia de 2016, ahora en la plantilla del equipo moscovita Chertánovo. Sin embargo, la estrella del fútbol femenino ruso sigue viviendo de forma modesta, igual que todas sus compañeras, que reciben 3.000 rublos (48 dólares) de prima por victoria y, para ir a los partidos en campo rival, se desplazan en vagones dormitorio de segunda clase.
“Ni de lejos tenemos tanto dinero como el que reciben los hombres. Ni siquiera quiero escuchar esas cifras… ¿Qué es lo que podría hacer con 50.000 dólares? Nada bueno. Saldría de juerga, se me iría la cabeza. Creo que todos los que ganan tanto dinero se comportan así”, dice Nadezhda.
Las gradas vacías de aspecto triste, los campos de juego antediluvianos y la falta de dinero son la cruda realidad del fútbol femenino ruso. “Aquí solo juegan entusiastas que adoran el fútbol. No estamos para pensar en la lana, porque no la hay. Nadie va a gastar dinero en el fútbol femenino”, afirma la chica en tono pesimista. “Incluso en la selección rusa, la camiseta con la que yo jugaba, antes era de otra jugadora. A veces los fans me piden que les firme una camiseta y se la regale, y me da vergüenza decir que no puede ser, porque solo tengo una para toda la temporada”.
Si va usted a ver un partido de la selección rusa, sobre todo reconocerá a Nadezhda Kárpova por su forma de celebrar los goles, al estilo de Mario Balotelli, y por sus tatuajes.
La jugadora con el número seis del equipo nacional tiene muchos tatuajes, y de buena gana los enseña a sus suscriptores en Instagram. Su primer tatuaje fue la frase: “Dios todo lo ve”, y uno de sus más recientes está dedicado a su gato.
Artículo en base a materiales de sports.ru y Eurosport
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