El 25 de septiembre de 1945 fue la primera vez que un ser humano saltaba en paracaídas desde una altura de más de 13 km. Tras saltar del avión cuando éste se encontraba aún en la estratosfera, el paracaidista experimental Vasili Romaniuk estuvo en caída libre durante 167 segundos, un tiempo récord para aquella época. El paracaídas tan sólo lo usó a una altura de 1 km.
Para la Unión Soviética de la postguerra, los hitos de los paracaidistas eran una forma más de tratar de reafirmar su poderío en el nuevo orden mundial. Las proezas de los ases rusos se multiplicaban día tras día: el mismo Romaniuk en 1957 estableció un nuevo récord al saltar desde una altura de 13.400 metros con una apertura inmediata del paracaídas. Sin embargo, su logro no tardó en ser superado por el piloto experimental Nikolái Nikitin, con un resultado de 15.383 metros, de los cuales, 14.620 eran en caída libre.
El récord que se mantuvo por más tiempo fue el establecido en 1962 por un discípulo de Romaniuk, Evgeniy Andréiev. El paracaidista soviético saltó desde el globo estratosférico gigante “Volga” a una altura de 25.500 metros. El enorme vehículo de 100 metros de altura, despegó con el objetivo de probar un equipo de rescate para aviones y transbordadores espaciales. En aquella época, el país vivía soñando con el espacio. Hacía tan sólo un año y medio que Yuri Gagarin se había convertido en el primer hombre en realizar un vuelo en órbita alrededor de la Tierra.
El experimento en el globo estratosférico “Volga” fue ampliamente difundido por la prensa soviética.
Andréiev recorrió en caída libre 24.500 metros, con una velocidad máxima de 900 km/h. El paracaidista aterrizó con éxito en la estepa del Volga.
Pero su compañero Piotr Dolgov no tuvo tanta suerte: al abandonar la góndola del globo estratosférico, se golpeó en el casco contra el revestimiento. A causa de la rasgadura, se produjo la despresurización de la escafandra y el experimentador murió en el acto. A pesar de todo, su paracaídas se abrió a la altura necesaria y el cuerpo de Dolgov llegó hasta el suelo. Nadie de los que observaron el descenso podía suponer que ya estaba muerto.
Si bien es poco probable que los récords individuales de Felix Baumgartner (salto desde una altura de 39 km con una velocidad máxima de 1.357,6 km/h) puedan ser superados por alguien en el futuro próximo, en los saltos en grupo hay mucho más margen para la autosuperación.
Los mayores éxitos en este ámbito los han logrado las mujeres rusas: en 2012, el equipo paracaidista “Perlas de Rusia” creó una composición en forma de enorme flor en el cielo de Kolomna, cerca de Moscú. En el salto récord participaron 88 chicas.
Un año más tarde, compusieron una figura aún más compleja con 101 personas, un récord absoluto en la categoría “grandes formaciones”. Las chicas dedicaron este logro a su capitana Irina Sinítsyna, quien falleció trágicamente en septiembre de 2012 en el aeropuerto Perris Valley, en el sur de California.
El récord del mundo en grandes formaciones se consiguió en Tailandia en 2006, cuando un equipo internacional de paracaidistas compuso una figura con 400 personas. Sin embargo, el récord en acrobacia aérea con participantes de un solo país corresponde a los paracaidistas rusos: en 2011, compusieron una formación de 201 personas.
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