“Rusia es un destino que los jugadores de fútbol escogen para crecer”

Entrevista al argentino Andrés Lillini, coordinador deportivo de la división juvenil del CSKA de Moscú. Fuente: archivo personal

Entrevista al argentino Andrés Lillini, coordinador deportivo de la división juvenil del CSKA de Moscú. Fuente: archivo personal

El Coordinador deportivo de la división juvenil del CSKA de Moscú cuenta cómo se adaptó a las extremas condiciones del fútbol ruso, destino elegido por los jugadores “para crecer”.

Cómo todo argentino, el sueño de ser futbolista lo tuviste seguro pero… ¿cómo se transformó ese deseo de jugar por el de enseñar?
Desde los seis años corro atrás de una pelota y quise ser futbolista profesional pero cuando me di cuenta que no era lo suficientemente bueno, empecé a pensar en la enseñanza, una vocación que se despertó a los 18 años. Y no es que era malo jugando, pero ojalá hubiese entendido el fútbol a los 15 años como lo entiendo ahora. Siempre supe que el fútbol era lo mío, aunque nunca desde esta posición. Nunca me imaginé llegar tan lejos siendo coordinador de fútbol juvenil.

Andrés Lullini nació en San José de la Esquina (Santa Fe, Argentina).Se adentró en las canchas desde joven, logrando jugar en el reconocido club santafesino Newell’s Old Boys hasta sus 18 años, cuando comenzó a desarrollar un interés por la educación. 
Graduado de Dirección Técnica en ATFA (Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino), Andrés se desenvolvió en instituciones de renombre como Monarcas Morelia (México, 2001-2006) y Boca Juniors (Argentina, 2007-2010) y desde 2011, se desempeña en el CSKA de Moscú como Coordinador Deportivo de Divisiones Menores y Juveniles.

Entonces, a los 18 años dejaste los botines y comenzaste a enseñar. ¿Cómo surgió esa oportunidad?

 Soy de San José de la Esquina, una localidad de 8.000 habitantes en Santa Fe. Ahí siempre existió un gran club, Centenario. Uno de los técnicos de ese club renunció y comenzó a trabajar con chicos que no tenían lugar en el club local.

Me convocó y empezamos a trabajar con este grupo de jóvenes. Quedamos sorprendidos con la respuesta que tuvimos. Sin embargo, no teníamos una cancha real para conducir los entrenamientos, así que entrenábamos en una cancha de bochas prestada. Riéndonos, siempre decimos que esos chicos aprendieron a jugar al fútbol en diagonal.

En el fútbol hay muchos profesionales, pero pocos logran triunfar.¿Qué te diferencia en tu trabajo?

 Mi atención por la psicología es un aspecto fundamental. Los chicos que vienen a entrenar, no sólo toman parte en un proceso de fútbol sino también en un proceso de aprendizaje, hay un entrenador que cada día cumple el rol de maestro.

En mi trabajo soy obsesivo porque estamos trabajando con el futuro de personas y tengo un compromiso con todos ellos. Fuera del estereotipo glamuroso que se ve en la televisión, el trabajo del futbolista es muy demandante y requiere de fortaleza física y mental. Como coordinador, desarrollo planes que no solo pongan énfasis en la teoría sino también en cómo llevar cada componente a la cancha.

Por tu profesión viajaste por varios países, hasta que se cruzó Rusia en el camino. ¿Cómo fue ese encuentro?

 Después de trabajar en México durante cuatro años, asumí el puesto de coordinador de fútbol juvenil en Boca Juniors. Tras la inclusión de Carlos Bianchi al equipo, hubo algunos cambios en la estructura y comencé en el área internacional. En esta posición conocí uno de los jefes del CSKA de Moscú, Antón, quien tuvo la idea de presentarme a los directores del club y que luego de cuatro entrevistas con ellos, me ofrecieron la coordinación deportiva del CSKA. 

La primera palabra que pasó por mi mente fue “lejos” pero creo que si Rusia me vino a buscar, es por algo y tenía que ir. 

El 3 de enero de 2011, desembarqué en el aeropuerto Sheremétievo con una camisa y un suéter, y es que entre tantos preparativos nunca le di demasiada importancia al pronóstico del clima… La gente a mi alrededor me miraba extrañada, cuando salí al estacionamiento comprendí el porqué: los 18 grados bajo cero me pegaron de frente en el pecho. ¿Cómo entrenar acá?, pensé.

Aunque ya contabas con experiencia internacional, la diferencia cultural con Rusia es aún mayor. ¿Pudiste adaptarte bien al país tanto personal como profesionalmente?

 Es duro, yo tengo a dos de mis hijos, Valentín y Martina en la Argentina, con quienes tenemos una relación muy fuerte y la distancia no ayuda pero ellos son la base de las cosas por las que yo trabajo.

Cuando llegué estaba solo y prácticamente sin salir a ningún lado, así me mantuve dos meses. Prefería trabajar concentrado, casa-club, sin distracciones. Mi departamento está a tres minutos del club, así que imaginate… Pero llegó un punto en el que pensé que no podía más y me aventuré por la noche moscovita. De casualidad, en un bar conocí a un futbolista argentino, Bracamonte, quien me abrió la puerta a mucha gente de la comunidad hispanohablante de Moscú. Profesionalmente… desafiante. 
Aunque se diga que los rusos están acostumbrados al frío, no es verdad. Todos los jugadores tienen frío, especialmente los del banco, y ahí me incluyo yo también. El CSKA tiene un estadio cubierto, lo cual es una gran ventaja, pero no todas las instituciones tienen esa posibilidad y hay que enfrentarlo. Sin entrar en detalles, menos duración, más intensidad, cortes cada 20 minutos y una óptima entrada en calor son los pilares cuando se entrena en temperaturas tan bajas.
El fútbol es uno solo pero en cada lugar lo juegan diferente. ¿Con qué te encontraste a llegar a Rusia? ¿Cuál es el nivel del fútbol ruso hoy?

Una realidad muy competitiva y un fútbol difícil de jugar. Por momentos, un enfoque demasiado técnico. Rusia es un destino que los jugadores no eligen para retirarse sino para crecer, una escala en su camino. Es una buena vidriera para mostrarse a otros equipos de Europa pues casi todos los años se califica en UEFA Champions League y eso implica jugar bajo mucha presión.

Hoy en día, creo que no se está dando oportunidades a los jugadores locales, y es una lástima. Si el sistema del fútbol ruso cambiase y le diese más importancia al jugador de la casa, podría crecer mucho en las selecciones juveniles así como en sus primeras divisiones.

En la Argentina suele escucharse que primero el fútbol y después la educación. ¿Lo mismo sucede aquí?

No… En la Argentina, los chicos están forjados por un contexto muy fuerte, la carga emocional de la familia y el círculo que se forma alrededor del joven por jugar en un equipo, es indescriptible. Aquí se toma el fútbol de otra manera... No te vas a encontrar con el padre que viene a cada entrenamiento a preguntarte por qué no juega el chico. La escuela va primero y hasta los horarios de los entrenamientos están adaptados a los del colegio. Aquí se prioriza que el chico comience y termine en un lugar. Si juega o no profesionalmente no importa… Sin duda, hay una postura menos exigente en comparación con la Argentina.

Aunque es difícil predecir donde estarás en 2018, el Mundial en Rusia debe ser algo especial considerando tu paso por este país. ¿Vendrás a alentar a Moscú?

No importa dónde esté pero voy a venir. Rusia fue un paso muy importante para mí. Creo que hoy el país tiene todas las condiciones en infraestructura para recibir el Mundial, la veo muy preparada, por lo menos en las ciudades donde se jugarían los partidos. El Mundial es una oportunidad para que muchas personas descubran las diferentes caras de Rusia. Por lo menos, sabré pedir un café con leche en ruso (se ríe).

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