Rusia reducirá sus emisiones nocivas antes de 2030

Fuente: Serguéi Koliaskin

Fuente: Serguéi Koliaskin

Los planes de Rusia para la reducción de las emisiones nocivas a la atmósfera antes de 2030 alcanzan hasta un 70-75% de sus niveles del año 1990. El país también ha firmado una serie de acuerdos sobre proyectos internacionales relacionado con la ecología. Los expertos entrevistados por RBTH señalan que para llevar a cabo estos proyectos de forma eficaz es muy importante utilizar los recursos energéticos de manera racional.

El 23 de septiembre, durante la cumbre climática de la ONU, el consejero del presidente de Rusia para asuntos climáticos, Alexander Bedritski, declaró que Rusia planea reducir las emisiones nocivas hasta un 70-75% del nivel del año 1990 antes de 2030. Se trata de los primeros planes de Rusia para responder al fracaso de la Conferencia Climática Mundial de la ONU de 2012 . Entonces, los estados que firmaron el Protocolo de Kioto se negaron a prorrogarlo.

El primer periodo de vigencia del Protocolo de Kioto (firmado en 1997) finalizó en 2012. Para Rusia este periodo no fue nada trabajoso. Tras la caída de la URSS, en Rusia se ralentizó el desarrollo de la producción industrial. La principal fuente de emisiones era el dióxido de carbono procedente del procesamiento del petróleo, el carbón y el gas, pero estos no excedían los límites establecidos. Esto permitió al país vender las cuotas no utilizadas a los estados firmantes del Protocolo.

El Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional aprobado en diciembre de 1997 que obliga a los países desarrollados y a los países emergentes a reducir o estabilizar sus reducciones de gases de efecto invernadero.

Hasta el año 2012, Rusia era el segundo país del mundo en ventas de cuotas no utilizadas después de China. Pero en el mercado únicamente se vendía una pequeña parte de estas cuotas debido a la escasez de demanda. Los principales compradores de las cuotas rusas eran la República Checa, Polonia y Japón. No obstante, tras la crisis económica en Europa la demanda mundial de cuotas cayó drásticamente.

A partir de 2013, para prorrogar el acuerdo y continuar comerciando con las cuotas los países debían aceptar nuevas responsabilidades relacionadas con la reducción de emisiones. Debido a que los países no lograron ponerse de acuerdo sobre la reanudación del funcionamiento del Protocolo de Kioto, Rusia dejó de poner sus cuotas a la venta.

“Las cuotas que muchos estados venden y revenden, por un lado devalúan los esfuerzos realizados en la lucha contra el cambio climático y, por otro, son un compromiso necesario. Para los países que adquieren cuotas para emisiones de gases es como si de algún modo se les impusiera una multa, por lo que se ven tarde o temprano en la necesidad de buscar tecnologías para conseguir un ahorro de energía”, opina Yuri Lapin, miembro de la Academia Internacional de Ecología.

En la actualidad, China, India y Brasil son vendedores activos de cuotas y los países europeos siguen siendo los principales compradores.

Reducir para avanzar

El nivel actual de emisiones en Rusia asciende a cerca de un 69% del nivel del año 1990 y se mantiene dentro de los límites permitidos. En opinión de los expertos entrevistados por RBTH, Rusia no tendrá problemas para estabilizar y mantener hasta 2030 unos volúmenes de emisiones de gases nocivos alrededor del 70-75% del nivel de 1990, sobre todo si los recursos energéticos se usan de forma racional.

Alexéi Kokorkin, director del programa “Clima y energía” de la sección rusa del Fondo Mundial para la Naturaleza, se muestra de acuerdo con esta opinión: “El 80% de todas las emisiones en Rusia son CO2 procedente del procesamiento del carbón, el petróleo y el gas. El 20% restante se debe a la fuga de metano de nuestra red de transporte de gas. Las declaraciones acerca de la reducción del volumen de emisiones antes de 2030 se corresponden con nuestros planes en materia de eficacia energética”.

Por su parte, Antón Galenóvich, secretario del grupo de trabajo del Ministerio de Economía y de la organización Rusia Comercial, declaraba en una al periódico Kommersant que el objetivo anunciado de reducir las emisiones se contradice con el proyecto de estrategia energética hasta 2035, y añade que este no se podrá alcanzar sin tomar medidas especiales de regulación de hidrocarburos y sin programas estatales de eficacia energética.

El Ministerio de Medio Ambiente no está de acuerdo con esta opinión y declara que “en la estrategia energética se señala que es necesario limitar la influencia del complejo energético en el medio ambiente mediante la reducción de emisiones y el desarrollo de la eficacia energética”.

Yuri Safónov, director del centro de economía y medio ambiente de la Escuela Superior de Economía, opina que uno de los medios para desarrollar la eficacia energética podría ser la promoción del uso de biocombustible y la energía solar. Pero, según indican los especialistas, la energía alternativa no puede competir con el petróleo, el gas o el carbón ni cambiar de forma significativa la estructura de las instalaciones generadoras de energía.

Rusia ha firmado recientemente la Convención Minamata para eliminar el mercurio de forma gradual. También ha aprobado medidas para cumplir la Convención de Estocolmo, que prevé la reducción del uso de contaminantes orgánicos persistentes. Todos los expertos entrevistados por RBTH opinan que no se trata de una estrategia política y aseguran que Rusia siempre ha participado activamente en proyectos ecológicos internacionales.

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