Más allá del gas ruso: mitos y realidades

La situación real del volumen y el tránsito de la exportación energética a los países europeos pone de manifiesto las preocupaciones de Occidente. Fuente: Getty Images / Fotobank

La situación real del volumen y el tránsito de la exportación energética a los países europeos pone de manifiesto las preocupaciones de Occidente. Fuente: Getty Images / Fotobank

El pasado Consejo de Energía entre EE UU y la UE ha desvelado los graves problemas a los que se enfrentaría esta última si adoptase la decisión de dejar de suministrarse con el abundante gas ruso.

Según el informe Bruegel de la Comisión Europea, el 31,5% del gas que consume Europa es de origen ruso, cuyo volumen real de exportación alcanzó los 161.500 millones de metros cúbicos en 2013. Bruselas y Washington debaten alternativas para dejar de depender del gas que procede de Rusia. ¿Pero cuáles son las alternativas reales?  

Situación de las exportaciones energéticas en Europa 

La mayor parte del gas ruso lo consumen países de la antigua órbita soviética, que incluiría a los países bálticos (Estonia, Letonia, Lituania), Ucrania, Bielorrusia, Rumania, Hungría, República Checa, Eslovaquia y de ahí a Polonia y Alemania, además de otros países. Solo se salvarían de la dependencia España, Portugal (abastecidos por Argelia), Francia, Reino Unido y los países nórdicos abastecidos por su mayor exportador, Noruega. 

Al margen de las exportaciones del gas ruso, muchos países europeos tienen proyectos de construcción de gasoductos conjuntos con Gazprom como es el caso del South Stream, que se plantea atravesar el mar Negro para llegar a Europa, en el que participan Alemania (a través de BASF), Italia (ENI) y Rusia (Gazprom). 

También con participación alemana y rusa, el Nord Stream, gasoducto que atraviesa el mar Báltico y que abastece Alemania se presenta como una de las vías más importantes del noreste europeo, cuyas extensiones se estima que acabarán llegando a Francia, abasteciendo por el camino a países como Bélgica y Holanda. 

No obstante, el mayor volumen de importaciones de gas se realiza desde el corredor ucraniano, el cual alcanzó en 2013 los 86.100 millones de metros cúbicos, algo que demuestra que el conflicto desatado en Ucrania va más allá de la pretendida atracción a Europa. 

José Manuel García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores español, defiende la opción de explotar vías alternativas e independientes del gas ruso dentro de Europa. Esta maniobra demandaría la construcción de infraestructuras, que en cualquier caso llegarían tarde. España se abastece de gas argelino a través de gasoductos que circulan a través del Mediterráneo (Medgaz) con una capacidad de abastecimiento de 8.000 millones de metros cúbicos al año. 

Prolongar el abastecimiento del gas argelino desde el sur al norte de Europa a través de esta vía es cuanto menos una apuesta irreal, aseguran los expertos. 

El proyecto Midcat que unirá las conexiones con el sur de Francia a través de Cataluña (Girona) y País Vasco (Irún) no estarán listas hasta 2015 en el mejor de los casos, pero su capacidad de abastecimiento se antoja insuficiente. Los tramos que se encuentran ya en funcionamiento abastecen tan solo 5.200 millones de metros cúbicos a Francia.  

Competencias lejanas 

Las alternativas a las vías ya explicadas serían el abastecimiento de gas natural licuado (GNL) a través de Catar, EE UU y Canadá. Según el comisario europeo para el comercio Karel De Gucht, importar gas a través de estos países sería el doble o el triple de caro que las vías actuales, por lo que no lo cree viable económicamente. 

La apuesta europea se encontraba en el proyecto Nabucco, un gasoducto que tiene intención de atravesar Turquía para pasar el gas a Bulgaria, Rumanía y Hungría, y de ahí a otros países europeos. Sin embargo, la retirada de Azerbaiyán, el principal productor, del proyecto en julio del año pasado, marcó básicamente su defunción. Este proyecto hubiese costado alrededor de 31.000 millones de dólares. 

En definitiva, no parece que Europa tenga opciones reales para sustituir el 31,5% del gas ruso que circula por su territorio. Además, Alemania sería el país europeo que más perdería, ya que posee alrededor del 31% de participación en el Nord Stream a través de las empresas BASF y E. ON Ruhrgas y el 15% de participación en el South Stream, según datos consultados en Gazprom. No es de extrañar que la canciller alemana Angela Merkel sea la dirigente europea más reticente a endurecer las sanciones económicas a Rusia. 

Para asegurar el tránsito del gas a Europa en la temporada de otoño-invierno (2014-2015) desde Ucrania, esta necesitaría almacenar una cantidad suficiente en sus depósitos subterráneos que de momento no tiene, advierte el director de análisis del Fondo Nacional para la Seguridad Energética, Alexander Pasechnik.  

Mientras tanto, las reservas del gas ruso en Ucrania se acaban –actualmente se estiman en 7.000 millones de metros cúbicos, como declaró recientemente el ministro de Energía en funciones, Yuri Prodán, basándose en datos manejados por la empresa ucraniana Naftogaz– y no tiene visos de renovarse a no ser que Europa la ayude a pagar la deuda multimillonaria pendiente con Rusia, algo que le interesa ya que, si se acaban las reservas ucranianas, Europa también se desabastecería porque la mayor parte del gas ruso que se dirige a otras regiones europeas pasan por territorio ucraniano. 

Alexéi Jaitún, director del Centro de Análisis para la Política Energética de la Academia de las Ciencias de Rusia, recordó recientemente la situación de 2008, cuando las autoridades ucranianas se negaron a pagar las facturas atrasadas, una decisión política que acabó afectando a toda Europa. No obstante, no parece que Rusia esté interesada en llegar a esta situación límite, parece ser que la negociación con la UE es clave, ya que esta podría ofrecerse a pagar la deuda ucraniana a través de un nuevo paquete de préstamos a Ucrania.

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