El Gagarin de internet: el primer hombre soviético en la Red

Charla con el científico Anatali Klesov, que en 1982 realizó una serie de conferencias sobre biotecnología por ordenador. Fuente: archivo personal

Charla con el científico Anatali Klesov, que en 1982 realizó una serie de conferencias sobre biotecnología por ordenador. Fuente: archivo personal

Hoy hablamos sobre el internet en la URSS, aventuras de espionaje y el surrealismo de la historia en una entrevista en exclusiva con el primer usuario soviético de internet, el científico soviético-estadounidense Anatoli A. Klesov.

“Poco antes del otoño de 1982 fui invitado a participar en la primera conferencia mundial por ordenador sobre biotecnología. Para ser exactos, la invitación no me había llegado a mí, sino al gobierno de la URSS y venía de la ONU.

La biotecnología se encontraba en su momento más álgido en la URSS y por eso la carta de la ONU no pasó desapercibida.

Anatoli A. Kliosov

es un bioquímico soviético y estadounidense, especialista en el ámbito de los materiales compuestos y polímeros, biomedicina, catálisis fermentativa, doctor en química, profesor y premiado con el premio estatal de la URSS, miembro de la Sociedad Química de EE UU, miembro de la Academia Mundial de Artes y Ciencia.

En ella se mencionaba mi nombre: los organizadores de la conferencia por ordenador me proponían como moderador, y me presentaban como un conocido especialista en biotecnología. En aquel entonces yo tenía 35 años”. 

La lógica surrealista de la historia

“En aquella época yo no podía salir del país. Era sospechoso de haber sido captado por la CIA durante mi estancia en EE UU en 1974. Esto resultaba absolutamente lógico para la maquinaria ideológica soviética. Puro surrealismo, la primera salida a la red informática mundial se encargaba a una persona de la que se sospechaba que era agente de la CIA.

Me llamaron y me encargaron que, ya que mi nombre aparecía en la carta de la ONU, debía encargarme de ver si el país podía participar, desde el punto de vista ténnico, en la primera conferencia mundial por ordenador. Y si era factible tecnológicamente, entonces se planteaba la siguiente pregunta, si era necesario para nuestro país. “¡En marcha!", me dijeron.

Lo que no me dijeron era cómo ponerme en marcha, por lo que me puse a buscar lo que hoy en día se llama un provider. En aquel entonces esa palabra no existía. Después de varias búsquedas descubrí que en el centro de Moscú había un instituto que se llamaba "VNIIPAS" (Instituto de Investigación Científica de Sistemas Automatizados Aplicados), y me puse en contacto con el director.

Resulta que allí ya me estaban esperando. Según me dijo el director del VNIIPAS le habían llamado y le habían dicho que enviaban a una persona a la que le habían encargado una conferencia por ordenador. Esto también resultaba surrealista. Me dieron una tarjeta impresa para trabajar en el centro de forma secreta. Podía ir a cualquier hora y trabajar todo lo que quisiera. Me llevaron a una terminal de ordenador y me presentaron al técnico, una joven guapa, en caso de que hubiera problemas técnicos.

Al mismo tiempo me llegó una copia de la carta de la ONU en la que se explicaban el protocolo para entrar en la red, el login y la contraseña. Y cuando escribí por primera vez mi login (me tuvo que ayudar el especialista del VNIIPAS, en aquel entonces no sabía lo que significaba la palabra login), me sobresalté al ver que en la pantalla aparecían las palabras: "La Universidad de Estocolmo le saluda". La silla junto al terminal parecía el asiento de un astronauta.

Y comencé a ir al VNIIPAS como si fuera al trabajo, varias veces por semana, a practicar cómo se realizaban las comunicaciones por ordenador internacionales, me acostumbré a que la línea se cayera cada dos por tres, establecí relaciones personales con los otros usuarios de la red.

En 1983, cuando ya me había familiarizado supe que en toda Europa entraba en la red mundial alrededor de 380 personas. A las cinco de la tarde todos se iban a casa y en la red no quedábamos más que cuatro o cinco personas, por lo que trabajaba a menudo por las tardes”. 

¿Me encerrarán o pasará todo?

“Cuando llegó la conferencia mundial por ordenador en diciembre de 1983, nadie investigó a los 10-12 participantes que yo mismo había seleccionado e invitado al VNIIPAS. Compartimos todo tipo de información tecnológica sin ningún tipo de formalidad (en aquel momento este proceso suponía varios meses para las ediciones impresas).

Esto era completamente surrealista para todos los participantes, nadie se podía creer que se podía escribir un texto sin más en el teclado, pulsar un botón y que fuera al extranjero. Al principio todos me preguntaban: ¿nos meterán o no nos meterán [en la cárcel]?

Después de la conferencia se olvidaron de mí. No se dio orden de abandonar la habitación. Por lo que seguí yendo al VNIIPAS como si fuera al trabajo durante siete años, hasta finales de 1989, cuando me fui a trabajar a EE UU, en la Universidad de Harvard.

Otra cosa que también fue extraña es que los últimos dos años, entre 1987 y 1989, trabajé con el ordenador desde mi habitación en la villa olímpica en Moscú. El ordenador lo había comprado en EE UU cuando finalmente me dejaron salir, después de la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov. El módem me lo regalaron en el VNIIPAS, tenía el tamaño de un libro grande.

Alrededor de mí no había más que dramas. En los periódicos publicaban artículos que denunciaban los intentos de sacar al extranjero o meter en el país obras literarias prohibidas, informaciones secretas o informes "de uso oficial". Yo podía dar toneladas de informes tecnológicos. Me hubiera resultado imposible demostrar que no lo había hecho. Así que me podían arrestar y encarcelar sin más, pero no me recreé en las cosas malas. Tenía la esperanza de que todo pasara. Y pasó”. 

El romanticismo de los pioneros

“Debo decir que en aquel entonces entre la población de la URSS no había un gran interés por las conexiones informáticas.

Hasta los académicos y universitarios, cuando sabían de mi pasión, me preguntaban, ¿y te hace falta para algo? ¿Para qué? No haces más que perder el tiempo. Otros decían, la gente no tiene ordenadores, ¿cómo van a tener interés? A lo que yo respondía que la gente no tenía naves espaciales en su casa y sin embargo tenían interés por el cosmos y mucho además.

Hoy en día la tecnología ha avanzado mucho y casi todo el mundo tiene internet. Yo utilizaba internet "cuando todavía no estaba de moda". Entonces tenía cierto romanticismo utilizar un ordenador. No había torrentes de basura vertiéndose en la Red.

No había gráficos y en Navidad hacíamos dibujos con cruces y ceros, árboles de navidad y copas de champán de las que saltaban algo parecido a chispas y burbujas. En resumidas cuentas lo que valorábamos entonces era la comunicación por red, estaba llena de significado”.

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