Fuente: Ricardo Marquina / RBTH
El destino de los oficiales de las Fuerzas Armadas ucranianas que servían en Crimea ha sido una fuente de tensión. Durante semanas Kiev a dado la orden de no abandonar sus puestos e incluso, en caso de que la vida y la integridad de los soldados se vea amenazada, utilizar las armas. Finalmente, los últimos soldados que se mantenían fieles al Ejército de Ucrania, recibieron ayer la orden de retirada.
“Las unidades ucranias en Crimea están ya bajo control ruso. Todos los leales a Kiev se han rendido, salvo dos barcos en el lago de Donuzlav [junto a Yevpatoria, al oeste], cuya dotación sigue al mando y sin planes de abandonar”, explicaba a mediodía del lunes Alexei Mazepa, portavoz del Ejército ucranio en Crimea.
Por otro lado, algunos políticos de la capital ucraniana hablan de la necesidad de sacar las unidades militares ucranianas del territorio de la península y de crear una zona desmilitarizada. El Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano anuncia que está preparando una propuesta con este contenido para el Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Qué sucederá con los soldados ucranianos?
Cuando la gente de uniforme no recibe una orden clara de sus superiores sobre cómo actuar en caso de que haya una situación crítica puede suceder cualquier cosa. De hecho ya ha sucedido. Cuando los grupos de autodefensa tomaron al asalto el 13 centro de fotogrametría del Alto mando de operaciones de las Fuerzas Armadas ucranianas en Simferópol, Crimea, murieron dos personas debido a los disparos de un francotirador: un alférez ucraniano y un miembro de un grupo de autodefensa. Otras dos personas quedaron gravemente heridas.
Tras varios día, fue detenido el supuesto autor. Un joven de 17 años, oriundo de la región de Lvov, en el Oeste de Ucrania, y según las autoridades crimeas, se sospecha que podría pertenecer al grupo ultranacionalista ucraniano Sector de Derechas.
Este fue el primer derramamiento de sangre que tuvo lugar en Crimea después de volver a ser parte de Rusia. Aunque no se quiera pensar en ello, no se descarta que sea necesario aumentar el grado de alerta de los miembros de los cuerpos de seguridad de Crimea y que estén preparados para reprimir nuevas provocaciones. Pero las autoridades de la península hacen todo lo posible por resolver el destino de los más de 20.000 soldados ucranianos, lo más pronto posible.
Según han declarado las autoridades de la república tienen dos opciones. Abandonar el ejército ucraniano y pasar al servicio de las fuerzas del orden de Crimea y posteriormente entrar en el Ejército ruso y la Flota del Mar Negro. Mantendrían su graduación militar y recibirían un salario considerablemente más alto que el que tenían en el ejército ucraniano. Los que no quieran servir en Crimea ni en Rusia tienen otra posibilidad que es abandonar Ucrania.
El gobierno de Simferópol está dispuesto a costear su manutención durante tres meses y comprarles el billete de tren hasta la ciudad que elijan de destino. Pero para cumplir esta recomendación hay obstáculos bastante serios, ninguno de los oficiales ucranianos de cualquier graduación puede abandonar su puesto sin obtener la correspondiente orden de Kiev. En caso contrario serían considerados desertores con todo lo que eso conllevaría.
¿Cuál es la salida de esta situación? Las autoridades de Crimea deberían entregar a todos estos soldados una notificación de deportación como miembro de un ejército ajeno a la república y que se encuentra en ese momento de forma ilegal en el territorio de la península. Este documento serviría de indulgencia ante las acusaciones por parte de la fiscalía ucraniana.
Es cierto que los soldados ucranianos (no hemos incluido conscientemente a los soldados y sargentos de los servicios de emergencia ya que en cualquier paso pasan a la reserva) tienen otra opción. Aquellos que no quieran servir en el Ejército ruso o el ucraniano pueden presentar su dimisión y abandonar las filas de las fuerzas armadas. Tienen derecho a aprovecharse de esta opción aquellos que tengan casa en Crimea y que hayan servido el plazo mínimo para obtener la pensión. Esta posibilidad está garantizada por la legislación rusa.
¿Qué sucederá con el armamento ucraniano?
Además de los 20.000 soldados ucranianos, en Crimea sigue habiendo una gran cantidad de material militar que pertenece a las fuerzas armadas ucranianas.
Según diferentes cálculos serían como mínimo 30 buques militares, unos 150 transportes acorazados y medio centenar de tanques, 60 cazas MiG-29 y aviones de entrenamiento L-39, dos decenas de helicópteros, seis decenas de complejos de misiles antiaéreos de larga distancia S-300 y cuatro decenas de complejos de misiles antiaéreos de media y corta distancia Buk-M1 y Tor, sistemas de defensa costera... Resulta difícil saber si el ejército ruso necesita toda esta 'herencia'.
En más de veinte años el armamento del ejército ucraniano, incluido el que se encuentra desplegado en Crimea, no se ha renovado ni modernizado. Según comentan los propios pilotos militares ucranianos, de las cuatro decenas de cazas MiG-29 que hay en la base aérea de Balbek, en Sebastopol, tan solo pueden despegar cinco. Ese mismo panorama se repite con otro tipo de tecnología militar.
El estado de los buques de la Armada ucraniana y de sus barcos de suministro, es otra cuestión totalmente distinta. Actualmente la mayoría de ellos están bloqueados en las bahías de Sebastopol.
Según informó EFE la semana pasada, el buque 'Slavútich', con base en el puerto de Sebastópol (Crimea), izó el pasado domingo la bandera de Rusia. Por su parte, las corvetas 'Ternopol' y 'Lutsk' carecen de bandera tras haber quedado bloqueadas en su salida.
El Ministerio de Defensa ruso informó durante el fin de semana de que 54 de los 67 navíos de la Armada ucraniana en Crimea habían arriado la bandera ucraniana para pasar a las ordenes de las fuerzas navales rusas.
Hay que señalar que algunos de estos buques son bastante viejos y necesitan un arreglo y modernización en profundidad. No merece la pena hacerse la pregunta de dónde se arreglarán estos barcos y los barcos de la Flota del Mar Negro. En Crimea hay varias buenas empresas, aunque bastante abandonadas, de reparación y construcción de barcos. Entre ellas el astillero 13 de reparación de barcos de Sebastopol, el astillero Zaliv en Kerch o el astillero More en Feodosia.
Aunque, por ejemplo, el astillero de Sebastopol donde en su tiempo trabajaban 12.000 personas hoy en día tan solo trabajan 200 especialistas. Hasta hace poco la empresa no reparaba barcos de la Flota del Mar Negro y los militares rusos tenían que reparar sus barcos en Bulgaria, que ya era miembro de la OTAN.
Por cierto la calidad del trabajo de los especialistas búlgaros era incomparablemente superior a la de las empresas crimeas. Ahora que los salarios de los trabajadores de la península tienen que subir para compararse con el salario medio rusos, sería de esperar que la relación de los crimeos con su trabajo suba ostensiblemente.
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