La NASA renuncia a las naves Soyuz

Fuente: nasa.gov

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La NASA ha renunciado forma oficial renunciar al uso de las naves pilotadas rusas 'Soyuz' que desde hace años son el único medio de transporte para la tripulación de la Estación Espacial Internacional. Esta decisión, según parece, separa de forma definitiva los esfuerzos espaciales de Rusia y Estados Unidos.

Charles Bolden, director de la NASA, ha declarado que EE UU planea renunciar de forma definitiva, en el plazo de tres años y medio, a los servicios de Roscosmos para el transporte de astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI) mediante las naves espaciales 'Soyuz'. Según comunicó, a partir del 19 de noviembre se comenzarán a recibir ofertas de empresas para la construcción de una nueva nave pilotada que se pretende utilizar sobre todo para los vuelos a la EEI. El programa se desarrollará mediante colaboración estatal y privada y será financiado aproximadamente a la mitad por el presupuesto federal. Ya han confirmado su participación en el mismo las empresas SpaceX y Orbital Science.

Desde el punto de vista científico y tecnológico se podría decir que estas dos empresas son las favoritas para la creación de los futuros medios de transporte espacial estadounidenses. 

En 2012-2013 SpaceX realizó, con ayuda de los misiles Falcon-9, dos lanzamientos con éxito a la EEI de la única nave de transporte de múltiple uso en el mundo, la Dragon. Tras firmar un contrato de 1.600 millones de dólares con la NASA, deberá enviar a la estación cargamento para la tripulación otras diez veces más. Orbital Sciences, a su vez, envió en septiembre al complejo en órbita la nave de carga Signus, con el transportador Antares. Ha firmado un contrato por 1.900 millones de dólares con la NASA por el que tendrá que realizar ocho vuelos en los próximos tres años.

Una plaza en la 'Soyuz' rusa le cuesta al presupuesto de la NASA alrededor de los 65 millones de dólares.

En otras palabras, EE UU ya tiene medios de transporte no pilotados. El siguiente paso es una nave pilotada sobre la base de un aparato automático. Estas dos empresas ya se han puesto manos a la obra en los trabajos necesarios para el desarrollo de las futuras versiones pilotadas de sus naves de carga, que se utilizarán para el transporte de la tripulación a la EEI. La corporación Lockheed Martin también está trabajando de forma activa en un proyecto propio: la nave espacial tripulada Orion, y Boeing tiene planeado proveerle su transportador pesado SLS.

Por lo que hay pocas dudas de que, para la fecha indicada por Charles Bolden, la NASA haya conseguido su propio medio pilotado espacial. 

Además, a los estadounidenses nunca les gustó tratar al mismo nivel con Roscosmos una vez finalizado el programa 'Space Shuttle' en 2010.

En 2008 los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, John McCain y Barack Obama, decidieron situar la carrera espacial dentro de las prioridades de sus plataformas electorales. McCain tenía el liderazgo en este ámbito, ya que junto a dos senadores republicanos se había dirigido al presidente Bush con la petición de retrasar la baja de los transbordadores y reducir así la posible dependencia de Rusia.

Ya algunos años antes, el entonces director de la NASA Michel Griffin, repitió en más de una ocasión que Estados Unidos dependería de Rusia y que esto, a su vez, podía acabar con el as que tenían los Estados Unidos en el juego diplomático. 

Sin embargo el proyecto de la EEI ya no es el más importante para Estados Unidos.

En agosto de 2006 el presidente Bush declaró que a partir de entonces la principal dirección del proyecto espacial estadounidense sería el espacio lejano. El ya mencionado Michael Griffin no dejó de repetir que el objetivo estratégico del programa de vuelos espaciales de los EE UU tenía como objetivo el estudio del espacio exterior más allá de la órbita terrestre. Además, en 2015 expira el plazo de garantía para la utilización de la EEI. Aunque los socios de este programa han tomado la decisión de continuar los trabajos en la estación hasta 2020, el hecho no cambia.

Por otro lado, no es un secreto que ya antes de terminar con los vuelos de las lanzaderas, según los propios representantes oficiales de la NASA, se llevaron a cabo negociaciones con varias organizaciones estatales y privadas de los EE UU para la utilización del segmento estadounidense de la EEI con el fin de realizar investigaciones científicas en condiciones de microgravedad. A partir de 2017, cuando la NASA disponga de naves propias, podrá llevar a cabo sus proyectos comerciales de utilización de la EEI.

Ahora mismo la EEI es prácticamente el único vínculo que une a la cosmonáutica de ambos países. Pero, ¿cuál puede ser el motivo para que los Estados Unidos mantengan su participación en el programa? ¿Las investigaciones conjuntas con Rusia? ¿Sus propios experimentos científicos? Hoy en día tienen un volumen poco significativo pero ya ha comenzado la preparación de los viajes a Marte y a la Luna. En ese caso la ausencia de la EEI no resultaría crítica para los EEUU.

Para Rusia, por el contrario, la EEI es todo lo que queda del antaño inmenso complejo de naves espaciales tripuladas. Pero estos nuevos aparatos tripulados de momento no existen más que en las mesas de diseño.

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