¿Qué dijo García Márquez sobre la URSS?

Gabriel García Márquez en Moscú, URSS, 1979.

Gabriel García Márquez en Moscú, URSS, 1979.

Anatoli Garanin / RIA Novosti
El 5 de marzo se cumplen 70 años del discurso de Winston Churchill acerca del telón de acero que separaba Europa.

En 1957, miles de personas procedentes de Occidente acudieron al VI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de Moscú. Entre ellos se encontraba Gabo famoso escritor y periodista colombiano, el futuro galardonado con el Premio Nobel, Gabriel García Márquez, que describió sus impresiones en un libro “De viaje por el Este”. RBTH recuerda algunas citas sobre la URSS.

1. Uno tiene la sensación de estar viajando hacia un horizonte inalcanzable, en un mundo diferente donde las cosas no están hechas a la medida humana, donde hay que cambiar por completo el sentido de las proporciones para tratar de entender el país.

2. Los soviéticos no toman café —que es muy malo— y cierran la comida con un vaso de té. También lo toman a cualquier hora. En los buenos hoteles de Moscú se sirve un té chino de una calidad poética, tan delicadamente aromado que dan ganas de echárselo en la cabeza.

3. A causa del alfabeto ruso me pareció que a los avisos se les estaban cayendo las letras a pedazos y eso me produjo una sensación de ruina.

4. Moscú —la aldea más grande del mundo— no está hecha a la medida humana. Es agotadora, apabullante, sin árboles. Los edificios son las mismas casitas de los pueblos de Ucrania aumentadas a tamaños heroicos. Es como si a los mismos albañiles les hubieran dado más espacio, más dinero y más tiempo para desarrollar su inquietante sentido de la decoración.

5. Tengo la manía profesional de interesarme por la gente. Y creo que en ninguna parte puede verse gente más interesante que en la Unión Soviética.

6. Es un pueblo que está desesperado por tener amigos.

7. El viejo chiste norteamericano de que los soviéticos se atribuyen la invención de las cosas más simples, desde el tenedor hasta el teléfono, tiene en realidad su explicación. Mientras la civilización occidental se abría paso a través del siglo XX, con los espectaculares progresos de la técnica, los soviéticos trataban de resolver solos sus problemas elementales, a puertas cerradas. Si alguna vez un turista occidental se encuentra en Moscú con un muchacho nervioso y despelucado que dice ser el inventor del refrigerador eléctrico, no debe tomarlo por un embustero o por un loco: muy probablemente, es cierto que ese muchacho inventó el refrigerador eléctrico en su casa,mucho tiempo después de que era un artículo de uso corriente en occidente.

8. Los soviéticos son un poco histéricos cuando expresan sus sentimientos. Se alegran con saltos de Cosacos, se quitan la camisa para regalarla y lloran a lágrima viva para despedir a un amigo. Pero en cambio son extraordinariamente cautelosos y discretos cuando hablan de política.

9. Mientras las mujeres trabajan en las carreteras, se desarrolló una alta industria que hizo de la Unión Soviética una de las dos grandes potencias del mundo en 40 años, pero se descuidó la producción de los artículos de consumo. Cuando los soviéticos revelaron que tenían armas termonucleares, quien hubiera visto las escuetas vitrinas de Moscú no habría podido creerlo. Pero había que creerlo justamente por eso: las armas termonucleares soviéticas, sus proyectiles espaciales, su agricultura mecanizada, sus fabulosas instalaciones de transformación y la posibilidad titánica de convertir los desiertos en campo de cultivo, son el resultado de 40 años de zapatos ordinarios, de vestidos mal cortados; casi medio siglo de la más férrea austeridad.

10. Los libros de Franz Kafka no se encuentran en la Unión Soviética. Se dice que es el apóstol de una metafísica perniciosa. Es posible sin embargo que hubiera sido el mejor biógrafo de Stalin.


Random House Mondadori reeditó en noviembre el libro De viaje por el Europa del Este.

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