Las claves para aprender la lengua de Dostoievski
Shutterstock/Legion Media“Un montón de símbolos desconocidos” — así describe Mayu Okamoto, traductora japonesa, su primer contacto con el alfabeto ruso. Los extranjeros, acostumbrados al alfabeto latino (incluso la mayoría de los habitantes de Asia están familiarizados con el inglés), se dan cuenta desde el primer vistazo que el ruso es algo especial.
Natalia Blinova, profesora de ruso como lengua extranjera, comenta que los extranjeros empiezan a agitarse en sus pupitres cuando les dicen que el ruso tiene 33 letras, pero varios sonidos más. En ocasiones las letras no se pronuncian como se escriben (los rusos escriben “joroshó” pero dicen “jarashó”), y otras letras y sonidos son específicos de la lengua.
Es especialmente difícil aprender a pronunciar la letra “Ы”. En un debate al respecto en internet, una estudiante anglófona escribe que sus amigos rusos le recomiendan separar de la palabra “table” el sonido entre la “b” y la “l”, pero no todos lo logran. Cuando los extranjeros se acostumbran al sonido representado por “Ы”, hay otros retos esperándoles: la “Ш” y la “Щ”. Según Natalia Blinova, los extranjeros únicamente distinguen estas dos letras por la cola. No existe ningún otro método.
Además, resulta muy difícil acostumbrarse a la acentuación rusa: no solo puede acentuarse cualquier sílaba (a diferencia, por ejemplo, del francés), sino que además el acento cambia dependiendo de la forma de la palabra. “Es impredecible — comenta Anna Soloviova, profesora del Instituto de Lengua y Cultura Rusas de la Universidad Estatal de Moscú— . Es prácticamente imposible entender por qué el plural de la palabra /stol/ es /stolí/, y sin embargo el de /telefón/ es /telefóni/.
Supongamos que ha logrado superar la barrera de la fonética rusa y que por fin ha aprendido a pronunciar las palabras. La nueva prueba es la gramática. “Para mí lo más complicado fue aprenderme los seis casos en lengua rusa, nosotros tenemos menos” — recuerda su experiencia aprendiendo ruso el estudiante alemán Simon Schirrmacher. Según este, no fue capaz de dominar los casos hasta después de pasar un año viviendo en Rusia.
Esto resulta especialmente difícil para los extranjeros cuyas lenguas no se declinan o en las que no afectan a la estructura de la palabra, como los hispanohablantes. “¡Era inconcebible para mí que las palabras tuvieran que cambiar según el caso! ¡Un horror! —Cuenta Mayu Okamoto—. Y además los verbos se conjugan. Cada vez que intentas pronunciar una frase debes pensar en cómo se flexiona cada palabra, debes escoger la forma correcta”.
Una particularidad de la lengua rusa que a los extranjeros les cuesta entender es el aspecto verbal. “Tengo la esperanza de que algún día, un buen día, lograré entenderlo” —comenta Simon Schirrmacher con educación pero sin gran esperanza. Mayo Okamoto describe su experiencia de este modo: “Recuerdo que me he leído el manual con sus imágenes sobre la diferencia entre ‘prishol’ [fue] y ‘prijodil’ [iba] cientos de veces. ¿Qué significa? ¿Dónde está ahora? ¿Sigue allí o ya se ha ido? Es horrible”.
Una dificultad añadida son los verbos de movimiento: en ruso hay muchos de ellos. “Por ejemplo, el sencillo verbo “ir” en ruso se puede traducir por ‘jodit’, ‘idtí’, ‘poití’, ‘ejat’, ‘poyejat’, ‘ezdit’, etc. — comenta Natalia Blinova. Anna Soloviova recuerda su verbo favorito, “katatsia”, que puede traducirse como “utilizar un medio de transporte no para desplazarse, sino como entretenimiento”. Además, a todos estos verbos pueden añadirse prefijos que cambian su significado. Por si los extranjeros creían que ya lo tenían dominado.
Pero no hay que desesperarse: en algunos aspectos el ruso es más fácil que otras lenguas. Las profesoras recuerdan, en primer lugar, la ausencia de artículos y la escasa cantidad de tiempos verbales (en comparación con las lenguas europeas): solo hay tres.
Soloviova opina que la lengua rusa no es más difícil de aprender que el inglés, simplemente hay que acostumbrarse a ella. “Si los extranjeros estudiaran el ruso como el inglés, desde la infancia, no parecería tan difícil” — asegura la lingüista. Natalia Blinova, por su parte, señala que existen lenguas más complejas que el ruso, como el chino o el árabe.
“En ruso, los elementos gramaticales más terribles acaban cuando se alcanza el nivel A2 —comenta Blinova—. A partir de entonces empieza la libertad y el estudiante puede empezar a disfrutar de una lengua magnífica como es el ruso”.
La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: