Los relojeros del zar y la corte imperial de Rusia

La marca francesa Breguet era la más prestigiosa.

La marca francesa Breguet era la más prestigiosa.

Yuri Belinsky/TASS
Recordamos la historia de la manufactura relojera relacionada con la nobleza rusa.

A principios del siglo XX en la lista de proveedores de los Romanov había más de 40 empresas, unas diez de ellas no eran rusas. La manufactura relojera Breguet, fundada por Abraham Louis Breguet, era una de ellas. La empresa estaba unida a Rusia por unos antiguos lazos que se remontaban a principios del siglo XIX.

Abraham Louis Breguet. Foto: servicio de prensaAbraham Louis Breguet. Foto: servicio de prensa

“En primavera de 1808, en un paso muy inteligente y teniendo en consideración los comentarios entusiastas de sus clientes rusos, Breguet decidió emprender una aventura totalmente nueva: abrir una filial en San Petersburgo”, escribe en su libro Abraham Louis Breguet. El arte relojero que conquistó el mundo Emmanuel Breguet, donde  describe la aparición de esta sucursal rusa.

La filial estaba dirigida por Lazare Moreau. Su primer encuentro con el emperador Alejandro I fue todo un éxito: el monarca le prometió que ofrecería apoyo y protección a la fábrica: “Hemos sido recibidos por Su Excelencia y el zar nos ha dicho que está muy contento que uno de los famosos Breguet tenga la intención de establecerse en su país, y me ha asegurado que aquí encontraré protección y apoyo”

Zar Alejandro I. Foto: ArchivoZar Alejandro I. Foto: Archivo

Una vez establecido, Moreau vendió varios pares de relojes al emperador, hizo varios contactos importantes y muy pronto, en noviembre de 1808 recibió el título oficial de relojero de Su Excelencia y de la Flota Imperial. En ese año la empresa vendió a sus clientes rusos 36 relojes, 26 de ellos a través de su filial de San Petersburgo. Tres años después las ventas aumentaron hasta los 77 artículos, una cifra que ascendía al 55 % del volumen anual de las ventas de la manufactura.

Entre los clientes de esta casa de relojeros se encontraban conocidos empresarios de la época: Dolgoruki, Obolenski, Golitsyn, Demidov, etc. El conde Rastopchin en 1802 recibió su Breguet de manos del embajador de Francia en Rusia, Hédouville. El padre del gran poeta Alexander Pushkin, Serguéi Pushkin, encargó en 1806 a Breguet un reloj con repetidor de minutos.

Alexander Pushkin. Foto: archivoAlexander Pushkin. Foto: archivo

La fidelidad de los rusos a la marca no empeoró ni siquiera debido a las malas relaciones entre Francia y Rusia, que se declararon la guerra. Después de que se publicara el decreto sobre la prohibición de la importación a Rusia de productos franceses, en 1811 Lazare Moreau cerró su filial en San Petersburgo, pero esto no impidió a la marca conservar sus clientes rusos.

La guerra es la guerra, pero los relojes se siguen vendiendo

Otra prueba de ello: durante la primavera de 1814 las tropas rusas llegaron a París, y varios días después el zar Alejandro I visitó de incógnito la tienda de Breguet. El zar se reunió con el director de la empresa e incluso compartió con él un banquete, y después le compró un par de relojes. Los expertos también opinan que aquel mismo día el zar encargó a Breguet contadores de pasos: ocho de estos dispositivos se enviaron a la corte en los años 1820-1822.

El interés del monarca por la fábrica de relojes jugó un importante papel en el futuro de la manufactura: los encargos se reanudaron, aunque no a través de la filial local, sino a través de intermediarios. Cada año la compañía recibía como mínimo 25 encargos de clientes rusos. En ocasiones estos visitaban personalmente la tienda en París, aunque los más poderosos preferían encargar sus relojes a través de la embajada de Rusia en la capital de Francia.

Entre 1814 y 1823 los rusos adquirieron 240 relojes: la marca se convirtió en un nombre común: todo el mundo sabía lo que era tener un “breguet”. Hasta la Revolución de 1917, Rusia siguió siendo el mayor mercado de exportación de la empresa.

“Breguet hizo de los relojes objetos de culto y símbolos de prestigio — comenta el historiador experto en la industria relojera y antiguo jefe de redacción de la revista Watch Russia, Timur Baráyev—. Contribuyó enormemente a la mejora de los mecanismos creando el primer tourbillon y perfeccionando todos los sistemas de aquella época. En particular, fue el primero en decorar la esfera y creó una espiral especialmente equilibrada que daba estabilidad al paso de las agujas. Por hacer una analogía, Breguet tuvo para Suiza la misma importancia global que Pushkin para Rusia”.


El estatus de proveedor de la corte siempre ha sido un indicador de la alta calidad de los productos, como el de fabricante de la familia real. La casa imperial rusa, como otras familias reales, tenía sus propios proveedores. El estatus de honor se confería desde mediados de los años 20 del siglo XIX, y en 1856 se estableció el ello especial de proveedor. Desde 1862 a los fabricantes que suministraban sus productos a la corte durante unos 8-10 años se les otorgaba el derecho a colocar el escudo estatal en sus carteles.

A principios del siglo XX la lista de proveedores se actualizaba dos veces al año: en Navidad y en Pascua. Para entrar en ella, era necesario haber vendido productos a la corte no solo durante un mínimo de 8-10 años, sino también ofrecer precios moderados, presentar el producto en las ferias industriales mundiales y no recibir reclamaciones de los clientes. Pero incluso cuando ya se había conferido este prestigioso estatus, el título era para el propietario de la compañía en persona: si se producía cualquier cambio de nombre, el nuevo propietario debía volver a pasar por todo el proceso.

 

Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.

Esta página web utiliza cookies. Haz click aquí para más información.

Aceptar cookies