Los blinis rusos y los desfiles en las calles de Brasil forman parte de la misma tradición: la despedida del invierno y la preparación para el Domingo de Resurrección.
Lori / Legion-Media; Florian Kopp/Global Look PressLos eventos más destacados del mundo cristiano, que unen los festejos paganos con las tradiciones cristianas, tienen raíces comunes y también el mismo significado espiritual.
Se suele pensar que el cristianismo siempre luchaba a sangre y fuego contra las tradiciones paganas, pero no es así. Lo que realmente pretendía la iglesia cristina era conservar los festejos tradicionales y sus ceremonias adaptándolas a sus normas. Como resultado, los cristianos heredaron muchas tradiciones paganas que remontan a tiempos inmemorables.
Uno de los festejos paganos más populares en la Europa antigua fue la despedida del invierno, que normalmente se celebraba durante el equinoccio de primavera. Las fechas de esta celebración estaban muy cerca de las de la Cuaresma que es precedida por una “semana de preparación”. En la tradición católica, esta semana se llama “carne vale” en latín, lo que se puede traducir como “adiós a la carne”. De ahí viene la palabra “carnaval” que unió la fiesta pagana de la despedida del invierno con la preparación cristiana para la Cuaresma. En los documentos oficiales de la República de Venecia el carnaval se mencionaba ya en el siglo XI como un festejo que precedía a la Cuaresma.
Desde Venecia el carnaval se extendió por toda Europa del Sur y, después del descubrimiento de América, llegó a Brasil, gracias a los emigrantes portugueses. Ahora, cada mes de febrero, antes del comienzo de la Cuaresma, todo Brasil se sumerge en la fiesta más brillante, ruidosa y feérica del planeta.
En la tradición de la iglesia ortodoxa, Máslenitsa se convirtió en el análogo de “carne vale”. Es una antigua fiesta eslava que celebra el fin del invierno y remonta a los tiempos precristianos. Su principal característica es la comida abundante y variada, pero sin carne. El símbolo de Máslenitsa son los blinis que por su forma y el color recuerdan el sol de primavera.
Por eso las máscaras que llenan estos días las canales de Venecia, los desfiles en las calles de Brasil y los blinis rusos forman parte de la misma tradición: la despedida del invierno y la preparación para el Domingo de Resurrección. La larga vida y la popularidad de estas fiestas por todo el mundo confirman una vez más la idea de nuestras raíces comunes.
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