Una escena de la película "República ShKID", dirigida por Gennadi Poloka.
RIA NovostiTodos los que nacieron en la URSS conocen las siglas ShKID. Hace 90 años, en 1927, se publicaba por primera vez la novela de aventuras República ShKID, que se convirtió en un libro de culto para muchas generaciones de niños soviéticos.
Esta obra de Grigori Belyj y Leonid Panteléyev cuenta la vida de los niños de la calle en la Escuela de Educación Social y Laboral Dostoyevski (ShKID, por sus siglas en ruso) durante los duros años posteriores a la revolución. Los pequeños ladronzuelos y delincuentes en ciernes eran detenidos en las calles y luego distribuidos por internados infantiles, algunos iban a parar al ShKID y los que no pasaban el proceso de selección acababan en la cárcel.
El éxito del libro era inevitable, ya que el internado en el que se sitúa la acción existió realmente: se inauguró en septiembre del año 1920, un año marcado por el hambre en Petrogrado. La historia del libro se basa en acontecimientos reales y los prototipos de los personajes son los propios autores. Leonid Panteléyev recordaba: “Escribimos República ShKID alegremente, sin pensar, como nos apetecía… No necesitábamos inventar nada, simplemente íbamos recordando y escribiendo lo que seguíamos conservando vivamente en nuestra memoria infantil”.
Grigori Belyj y Leonid Panteléyev, 1928. Fuente: Archive photo
La parte principal de la historia se desarrolla en una escuela-internado en la que el director, Víktor Nikoláyevich Sorokin (los alumnos de la escuela lo llamaban Vikniksor) intenta imponerse al primer grupo de alumnos. La idea de la reeducación de adolescentes difíciles, popular en la URSS, resulta muy complicada de llevar a la práctica: los pequeños delincuentes se niegan en rotundo a aceptar los cuidados y se resisten a estudiar, se burlan de los profesores y vuelven a las andadas robando objetos y comida. Con su ojo experto, los niños del ShKID encuentran los puntos débiles del pedagogo y acaban sometiéndolo a su voluntad, ningún castigo influye en su comportamiento.
Parece que los planes han salido mal. Pero Vikniksor comprende bien la naturaleza de sus discípulos, su inclinación a todo lo que se sale de la normalidad, y se esfuerza por captar la atención de estos con nuevas ideas. Primero los chavales se muestran maliciosos con él, pero poco a poco van entrando en el juego pedagógico inventado por Vikniksor. De este modo, se crea un periódico de la escuela y más tarde un escudo y un himno basado en los motivos de la antigua canción de estudiantes “Gaudeamus”, y más tarde se acaba formando un sistema de autogobierno: una república (de donde surgió el título de la novela).
Todos los personajes principales están inspirados en personas reales. Uno de los alumnos fue el futuro coautor del libro: Lyonka (Leonid) Panteléyev. De adolescente no habría soñado con el trabajo de escritor: se dedicaba a vender y robar en los mercados callejeros y participó en la represión de la revuelta de los kulaks (los campesinos ricos). Más tarde huyó de dos internados, llegó por su cuenta cruzando Ucrania hasta San Petersburgo, donde acabó en el ShKID y conoció a su futuro compañero: Grishka (Grigori) Belyj. Antes de vivir en el internado, Grishka se dedicaba a todo tipo de ocupaciones poco honestas. También trabajaba como “mulo”: esperaba a los viajeros que llegaban a la estación y les llevaba en trineo sus pesados equipajes por toda la ciudad por una hogaza de pan.
En el ShKID se eliminaron las distinciones de propiedad y de clase y se declaró la igualdad total. Pero, como en Petrogrado durante la Guerra Civil, el hambre da lugar a la especulación. El adolescente Slayenov presta pan a sus compañeros y estos le ayudan a sacar buenas notas. Pronto se convierte en un verdadero empresario: destina una parte de sus reservas de pan a un grupo de alumnos mayores para controlar a los niños más pequeños. Todo esto dura hasta que la república se levanta contra el adolescente: en el ShKID se deroga la esclavitud y las deudas se cancelan: “Se ha publicado un manifiesto, ¡nadie debe nada a nadie!”.
Una escena de la película "República ShKID", dirigida por Gennadi Poloka. Fuente: RIA Novosti
Una de las épocas más duras para la escuela llega cuando estalla una epidemia de robos. El director, según expresión de los alumnos “viaja al pasado” para recuperar una medida social de protección frente a los delincuentes utilizada en la Grecia Antigua: el ostracismo. Por votación popular, los griegos escribían en unas tablas de arcilla los nombres de cualquier persona que supusiera una amenaza para la democracia reinante y a la que había que expulsar de la sociedad.
Si hasta su entrada en la escuela todos los niños estaban unidos por la ley de la calle (“¡Nunca se traiciona a uno de los nuestros!”), con el tiempo solo unos pocos devolvían esta hoja vacía por temor a las represalias. Este tribunal popular se convierte en la mayor victoria de Vikniksor en su lucha contra la anarquía y el latrocinio. En la escuela, como fuera de ella, las antiguas costumbres todavía estaban luchando contra los primeros gérmenes de la nueva realidad. Y finalmente, lo nuevo gana a lo viejo.
El culto a los estudios, la publicación de periódicos y revistas manuscritos, todo esto hizo que el poeta, traductor y crítico literario ruso Samuil Marshak comparara la escuela con el régimen semicarcelario del Liceo de Tsárskoye Seló.
“La novela República ShKID, se ha traducido a muchas lenguas y en 1966 se rodó una película homónima que obtuvo premios en festivales de cine de la Unión Soviética y alcanzó una popularidad increíble. El libro se editó en casi cada ciudad de Rusia y cayó en las manos de Maxim Gorki, quien lo leyó y escribió sobre él a sus alumnos de su colonia en Kuriazh:
“Valoro mucho a las personas cuyo destino les ha dado una buena sacudida desde su más tierna infancia. Recientemente, dos de estas personas han escrito y publicado un libro interesante y sorprendente… Los autores son dos muchachos jóvenes, uno tiene 17 y el otro me parece que tiene 19 años, y han escrito un libro con mucho talento, bastante más del que muestran muchos autores adultos. Para mí, este libro es una fiesta, confirma mi fe en el ser humano y es una muestra de lo más sorprendente, lo más grande que existe en nuestra tierra”.
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