Calculadoras, tenedores y cepillos: las colecciones más raras de Rusia

La fiebre de los coleccionistas puede resultar extraña.

La fiebre de los coleccionistas puede resultar extraña.

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RBTH presenta algunas de las colecciones más curiosas del país.

Los historiadores afirman que fue Pedro el Grande en el siglo XVIII quien llevó a Rusia la moda del coleccionismo. Los aristócratas estaban interesados en este curioso pasatiempo que se hizo muy popular entre los ricos que comenzaron a coleccionar obras de arte.

En la época soviética dejó de ser algo elitista. Aunque ni los aristócratas del siglo XIX ni los pioneros soviético podían imaginar que alguien fuera capaz de coleccionar 1.500 cepillos o 5.000 pequeñas campanas.

Campanas

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Rusia es famosa por contar con la mayor campana del mundo, la campana del zar del siglo XVIII. No hay manera de llevarse a casa este enorme objeto de 196 toneladas, y es que si fuera posible formaría parte de la colección del peterburgués Viktor Kolobov. Su colección cuenta con 4.753 campanas de 65 países, e incluye campanas de barcos y algunas mecánicas.

"Nunca he sido capaz de ahorrar dinero", admite Kolobov. "Me limito a coleccionar de todo". Además de campanas tiene miles de discos de vinilo y gran cantidad de aparatos chinos baratos.

En 15 años Kolobov ha acumulado la colección de campanas más grande de Rusia, pero también se muestra escéptico. "Hay muchas campanas de mala calidad, pero simplemente no me puedo deshacer de ellas. Lo importante es la cantidad y no la calidad".

Calculadoras

Otro petersburgués, Serguéi Frolov, también colecciona aparatos pero no chinos sino rusos. "Mi colección destruye el mito de que en la URSS no se producían aparatos de electrónica", comenta el poseedor de casi 200 calculadoras soviéticas.

Frolov comenzó a coleccionarlas en los años 80. Entonces las revistas científicas explicaban cómo jugar a los viajes espaciales en una calculadora programable modelo B3-34. El propio Frolov desarrolla tecnología de uso médico y colecciona computadoras soviéticas y relojes digitales. Almacena sus objetos y ni tan siquiera sabe concretamente cuántos objetos tiene.

Uno de sus objetos favoritos es el diario electrónico Electronika MK-87 utilizado por los diputados asistentes a los congresos del Partido Comunista de la Unión Soviética. A Frolov le gustaría abrir un museo algún día pero por ahora se conforma con uno virtual.

Tenedores

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El historiador y experto culinario  William Pojlyobkin escribió que hasta el siglo XIX el pueblo sospechaba sobre el uso del tenedor. Los polacos introdujeron este utensilio en Rusia en 1606 y fue utilizado por  Marina Mniszech de manera ostentosa en la comida de bodas celebrada en su honor y el Falso Dmitri. Este hecho provocó indignación y una semana después su marido fue expulsado del trono, porque era un impostor, aunque no se debe subestimar el papel que desempeñó el tenedor.

Actualmente el pensionista Antaoli Tyupyshev, que vive en la aldea de Moskalenki (2.240 km al este de Moscú) cuenta con la mayor colección de tenedores del país. Este señor de 64 años tiene 731 tenedores. Nunca ha pagado más de 25 dólares por uno pero protege con celo su colección.

Su casa recuerda a un anticuario. "Tengo muchas cosas viejas: 32 portavasos, 21 planchas y 12 lámparas de queroseno".

Coñac

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La colección de Evgueni Ignatiev tiene un agradable aroma. Se compone de coñac, calvados y botellas de Armagnac. En total acumula 336,5 litros, lo suficiente como para celebrar varias bodas, pero solamente si los invitados acceden a beber de botellas de 50 ml. Iganatiev ha llenado una habitación con 6.730 minibotellas.

Además diseña botellas de manera habitual y suele viajar a la región francesa de Cognac a disfrutar de la bebida. "En pequeñas cantidades, obviamente", puntualiza

Cepillos

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Todas estas colecciones no se han convertido en museos ni han tenido un reconocimiento internacional, excepto una que ha entrado en el Libro Guinness de los Récords. Vitali Islentiev de  Eniseisk (a más de 3.000 km de Moscú) y 69 años cuenta con más de 1.500 aparatos que coleccionó entre 2008 y 2014 y con los que abrió el Museo de Cepillos.

El museo se menciona en  TripAdvisor y es muy moderno. Los visitantes pueden utilizar el cepillo que deseen y además Islentiev consigue dinero para la renovación gracias al crowdfunding. Si alguna vez se encuentra en esta pequeña aldea siberiana pida a este pensionista que le explique sus secretos de marketing.

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