Situada en el oasis del desierto sirio, Palmira fue una de las ciudades más ricas de la antigüedad tardía. En la actualidad se conservan ruinas de magníficos edificios, y algunos de ellos se encuentran entre los mejores ejemplos de la arquitectura romana. Está reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En mayo de 2015, el Estado Islámico tomó el control de casi todo el territorio de Palmira. Los yihadistas hicieron estallar el antiguo Templo de Bel y el templo de Baalshamin (siglo II), destruyeron la famosa estatua del León de al-Lat (siglo I). También dinamitaron dos antiguas tumbas musulmanas.
A los yihadistas del Estado Islámico les costó mucho llegar hasta Palmira. Estaba claro que fueron hasta allí pensando que no les atacarían por miedo a destruir los monumentos que son patrimonio de la humanidad. Sin embargo cruzaron el desierto, donde sí podían ser bombardeados. Los países europeos no se atrevieron a hacerlo, ya que si lo hacían estarían ayudando a Asad, algo que no querían.
En aquel momento nuestras tropas no estaban en Siria, aparecieron más tarde. No creo ni que el Estado Mayor ni el presidente planearan la operación debido a Palmira, pero si nuestras tropas hubieran estado allí en ese momento no habrían permitido a los yihadistas acercarse a Palmira- y todo ello tiene su propia mística. Es una muestra de lo que importa la cultura; al fin y al cabo, todos estamos luchando por ella. Si todo sale bien no habrá nada más hermoso en los anales de la historia rusa en Oriente Próximo y en la región de la Tierra Santa. Perdone si parezco muy solemne, pero así me lo parece.
Vivo en una ciudad que fue capaz de reconstruir gran cantidad de palacios que estaban completamente destruidos [San Petersburgo tras la Segunda Guerra Mundial]. Claro que queda poco de Palmira pero es necesario e importante reconstruirlo. Es posible realizarlo, porque ya fueron restauradas y reconstruidas algunas partes.
Mijaíl Piotrovski. Fuente: Denís Vyshinsky / TASS
Antes que nada, lo que tenemos que hacer es reconstruir lo que se sabe sobre Palmira. Crear algún nuevo museo que explique lo que es Palmira. Al principio la reconstrucción deber ser virtual.
¿Qué hacemos? Nuestros voluntarios se inventaron un videojuego, “El mercado de Palmira”. En el Ermitage tenemos la Tarifa Aduaneral, una gran losa con inscripciones en griego y arameo y que se conserva solamente porque hace tiempo se entregó a nuestro museo. Su historia también se puede transformar para utilizarla en el juego de la antigua Palmira: cuánto costó, cuántas caravanas entraron en la ciudad... Por otro lado, se harán una reconstrucción con hologramas de las esculturas de Palmira.
En mayo inauguramos Itermuseo, y en un piso entero del Ermitage y del Estado Myor estará dedicado a Palmira.
La cuestión es que el Arco del Estdo Mayor es como el arco de Palmira, que une dos direcciones diferentes. San Petersburgo no solo toma el nombre de “Palmira del norte” sino que tenemos similitudes arquitectónicas.
En el marco de Intermuseo vamos a hacer la acción “Dar color al león al-Lat”, conocido león de Palmira destruido por los fanáticos. Los niños podrán pintar una maqueta de la famosa escultura. Ahora necesitamos relatos diferentes sobre Palmira y debe convertirse en una especie de conjunto que pase a formar parte del conocimiento artístico de todo el mundo.
Y, por supuesto, debemos restaurarlo como lo hicimos con la ciudad de Pushkin y Tsárskoye Seló. Es necesario para levantar el espíritu de los que viven en Siria y de toda la humanidad.
En la historia de Palmira ahora tiene lugar la horrible tragedia de su destrucción, pero hay que utilizarla en beneficio de la humanidad, de la misma manera que utilizamos nosotros la tragedia de la destrucción de Tsárskoe Seló, Pavlovski o Peterhof. En esos edificios ahora la gente llora cuando ve las fotografías de su destrucción.
Nuestra obligación no solo es reconstruir toda su belleza sino hacerlo de tal manera que muestre que nunca hay que destruir la belleza. Por otro lado tenemos que mostrar que al final la belleza se impone, y no solo salva al mundo, sino que nosotros podemos salvarla a ella; y ella se salva a sí misma. Todos nosotros, en última instancia, luchamos por la cultura. Y cuando la guerra es por la cultura es una guerra justa, y es injusta cuando va en contra de la cultura.
Versión abreviada. Publicada originalmente en ruso en Rossiyskaya Gazeta.
El Ermitage prepara la reconstrucción de monumentos en Palmira
El Daesh destruyó obras de gran valor arqueológico
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