Navalny dedica gran parte de su tiempo a publicar información que no debería ser secreta. Hace poco colgó en su blog la auditoría completa realizada por la Cámara de Cuentas, en la que se demuestra cómo Transneft robó tres mil millones de euros del dinero de los contribuyentes mientras construía el oleoducto que se extiende desde la zona oriental de Siberia hasta el Océano Pacífico. El informe muestra, a lo largo demás de 150 páginas, los distintos métodos de malversación de fondos: pedidos falsos, subcontratistas fantasma, precios inflados. Las autoridades nunca han negado la autenticidad del expediente, y el portavoz del primer ministro, Vladimir Putin, se limitó a responder: “Si hubiese habido alguna irregularidad, la Cámara de Cuentas nos lo habría notificado”.
Navalny verifica con celo la información que recibe antes de publicarla. “Son muchos los que acuden a mí con pruebas en contra, yo verifico la autenticidad y actúo. No tengo tiempo de pensar quién se beneficia del delito. Si tengo pruebas documentadas de que ha habido robo, presento una queja formal”, señaló. Aunque Navalny es consciente de los riesgos que corre al publicar esta clase de información, sigue adelante con la confianza que da el saber que se está haciendo lo que se debe.
En los últimos días concedió una entrevista sobre su activismo a la revista rusa “Afisha”.
Afisha: ¿Por qué decidió embarcarse en el activismo sin reservas?
Alexei Navalny: Estas personas están robando el futuro de nuestros hijos. La corrupción estatal es omnipresente y ha dejado al país sin futuro. Todos, desde los altos funcionarios de la administración hasta los alcaldes y los gobernadores tienen carta blanca para saquear las arcas del estado. A cambio profesan una lealtad absoluta a las autoridades. Lo que a la larga se consigue con eso es que la brecha entre ricos y pobres sea enorme, por eso Rusia sigue siendo un país pobre y sin embargo ocupa el tercer puesto del mundo en cuanto a número de millonarios.
A: ¿Cómo influye la defensa de los accionistas minoritarios en el afianzamiento de los derechos de la población en general?
A.N.: Utilizo una herramienta jurídica sencilla. Como accionista minoritario de estas empresas, tengo la oportunidad de defender mis intereses. En Rusia, uno no tiene derecho a defender a un grupo determinado, sólo puede defender sus propios intereses. De hecho, el estado es el accionista mayoritario, lo que significa que todos los rusos son copropietarios.
A: ¿Qué tipo de medidas quiere que se tomen?
A.N.: En vista de lo sucedido con la empresa Transneft, quiero ver la puesta en marcha de nuevas normas de transparencia y control en todos los grandes proyectos estatales, por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de Sochi, o la construcción de los gasoductos de las corrientes del Norte y del Sur.
A.: ¿Cree que es posible erradicar la corrupción en Rusia?
A.N.: Sí, y creerlo no es de ingenuos. Todos estos cuentos de que la corrupción está profundamente arraigada en nuestra cultura son tonterías. No creo que Rusia sea una causa perdida. Nuestras empresas de telecomunicación, por ejemplo, donde la corrupción es diez veces menor que la de Gazprom, cotizan en la bolsa de Nueva York (NYSE). Si Beeline (Vympelcom) es capaz de dirigir una empresa limpiamente, no hay razón para que no pueda hacerlo Transneft.
A: En Rusia no se ve a los abogados con buenos ojos…
A.N.: Al contrario, recibo mucho apoyo porque propongo soluciones concretas. Hay innumerables personas que escriben que aquí se saquea a diestro y siniestro. Pero nadie hace nada al respecto. Yo, por el contrario, actúo. Estoy seguro de que mi reclamo contra Transneft tuvo el apoyo de 3.000 personas. Es más, no se puede actuar bajo el anonimato; hay que estar dispuesto a correr riesgos si se quiere estar de mi lado.
A: ¿No le resulta frustrante dedicar tanto tiempo a quejarse?
A.N.: Aprovecho mi indignación para transformarla en medidas concretas. No me conformo con gritar ¡ladrones!, sino que los llamé, colgué sus fotos en el blog y presenté una queja formal a la policía. Iré a juicio e intentaré involucrar a las partes interesadas del extranjero, entre otras cosas.
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