Fallece Ekaterina Guénieva, la bibliotecaria más conocida de Rusia

Fuente: Ria Novosti / Artiom Zhiteniov.

Fuente: Ria Novosti / Artiom Zhiteniov.

La conocida filóloga, experta en literatura inglesa, activista social y experta de la Unesco que dedicó 43 años de su vida a una de las mayores bibliotecas de Rusia, ha fallecido en Israel.

Tras una larga enfermedad ha fallecido a los 69 años Ekaterina Guénieva, destacada traductora y filóloga, “promotora incansable de la cultura” y “una persona sensible y bondadosa”, según la describe el escritor Alexander Kabakov. Vladímir Voinóvich, amigo de Guénieva y autor de la novela Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin, comenta a RBTH: “Era una persona enormemente talentosa e ilustrada. Su actividad nunca se limitó al sistema bibliotecario. En su vida ha hecho de todo: traducía y editaba libros de autores ingleses y organizaba un sinfín de eventos literarios”.

Su energía y carisma le daban fuerzas para todo: desde la dirección de la biblioteca, la actividad como editora y la organización de la Fundación benéfica de Soros en Rusia, hasta la propuesta de nuevos monumentos o las asambleas en la comisión de Rusia para los asuntos de la Unesco y en la Federación Internacional de Bibliotecas.

A mediados de los años 80, Guénieva fue una de las personas que apoyó activamente la perestroika y las reformas de Gorbachov. Era muy amiga de Yegor Gaidar, ministro de Finanzas y vicepresidente del gobierno durante la época de Yeltsin. Ella estuvo a su lado cuando Gaidar enfermó gravemente, y tras la muerte de este se dedicó a honrar su memoria; Guénieva fue una de las personas que comenzaron a proponer un monumento para él.

Al mismo tiempo, Guénieva se dedicaba apasionadamente a la literatura inglesa: escribía artículos, promovía traducciones y ediciones. Según la opinión de muchos, es una incuestionable experta en Joyce. En aquella época comenzó también su etapa de actividad en la biblioteca.

Serguéi Chuprinin, escritor y redactor jefe de la revista Znamia, comenta a RBTH: “A mediados de los años 90 propuse a Katia un proyecto que me parecía una auténtica locura: un diccionario de la literatura rusa contemporánea. Esto no tenía nada que ver con mi revista, Znamia, ni con su actividad en la biblioteca. Pero ella me escuchó y me dijo: ’¿Cómo que no tiene nada que ver? ¿Si no lo hago yo, quién lo va a hacer?’ Y esta frase fue para ella un imperativo durante toda su vida”.

En Rusia a mediados de los 80 se vivía una época complicada: era un momento de cambios globales. En aquella época, en la biblioteca, ella se convirtió en presidente del consejo del colectivo de trabajo, una organización inútil en otros lugares, pero no en el caso de Guénieva.

Pronto, este consejo comenzó a tomar importantes decisiones globales, y no solo de administración de la biblioteca. Entonces nombraron como director al filólogo Viacheslav Ivánov, y este ofreció a Katia inmediatamente que fuera su adjunta. Y cuando la Fundación de Soros comenzó a llevar proyectos a Rusia, ¿a quién sino a ella podían dirigirse? Tras convertirse en directora de la Fundación, sólo gracias a su gran actividad se conservaron en Rusia numerosos monumentos históricos, culturales y literarios. Ella se lo proponía todo y hacía todo con su honradez y entrega transparentes. Y lograba llevar todo hasta el final. Como aquel diccionario que acabamos editando juntos”.

La biblioteca de literatura extranjera

Es imposible enumerar todos los méritos y logros de Ekaterina Guénieva en el ámbito de la cultura, aunque es evidente que su principal motivo de orgullo era la Biblioteca de Literatura Extranjera Margarita Rudomino. La gente la conoce como la “Extranjera”. A ella dedicó Guénieva 43 años de su vida. Ostentó el cargo de directora durante 22 años. Ella fue la promotora de numerosas traducciones de autores extranjeros al ruso, además de conservar cuidadosamente y hacer crecer el fondo de la biblioteca.

Entregada fielmente a la “Extranjera”, Guénieva, incluso en los momentos más difíciles, logró defender la posición de “su” biblioteca. En este ámbito se la puede considerar heredera de la fundadora, Margarita Rudomino, que abrió la biblioteca en 1922 y logró conservar la mayor parte del fondo de la biblioteca y los libros prohibidos durante la época soviética.

Hoy en día, en esta biblioteca se conservan más de cinco millones de ejemplares en 144 idiomas. Y en el acogedor patio de la biblioteca, los visitantes encuentran retratos y esculturas de personas cuya memoria ha logrado eternizar Ekaterina Guénieva. Personas a las que ella consideraba genios y soñaba con verlos y encontrarlos cada día, personas a las que quería que todos sus lectores conocieran: Juan Pablo II, Charles Dickens, James Joyce, Heinrich Heine y muchos otros.

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