La fiesta del libro, en la Plaza Roja

La envergadura del festival ha sorprendido a visitantes, editores y amantes de la literatura: la plaza entera y parte del legendario centro comercial GUM se han destinado a los libros. Desde primera hora de la mañana del jueves, frente a la entrada de la plaza se había formado una cola: ni siquiera el mal tiempo ha impedido la afluencia de visitantes.

La lluvia no impidió tampoco la ceremonia de inauguración del festival con la intervención del conocido pianista Denís Matsúev. El presidente de la Duma Estatal Serguéi Naryshkin invitó a los lectores a la fiesta del libro y les animaba a prestar una mayor atención a los libros. “Aquí se reúne lo mejor y lo más importante de la literatura nacional. Por la cantidad de huéspedes, puede decirse con seguridad que Rusia sigue siendo el país más lector del mundo”, señalaba este.

Además, se ha organizado un auténtico menú literario: hamburguesas cubiertas con la cubierta del relato El pescador y el pececillo, basado en motivos de Alexander Pushkin.  También se ofrecen galletas con los retratos de los escritores rusos.             

El mundo de la infancia

En el festival se ha prestado una atención especial a la literatura para niños. Sin descanso funciona una sala con concursos y clases magistrales, decenas de editoriales de toda Rusia han presentado sus novedades y los escritores han dado discursos.

“Seguimos esperando que en nuestro país crezca la próxima J.K. Rowling, - bromeaba el director adjunto de Rospechat y productor del festival Vladímir Grigóriev. – Aunque también vemos que el ranking de los libros más leídos en la literatura rusa sigue estando formado en un 80% por autores que, además de nosotros, leían nuestros abuelos y abuelas”.

El presidente Vladímir Putin, que visitó el festival el primer día, ha prometido destinar 50 millones de rublos (900.000 dólares) de su fondo personal al apoyo y la distribución en las regiones de la literatura rusa.

En el festival también ha habido una “biblioteca”, un pabellón con libros y ordenadores que no tiene nada que envidiar a las bibliotecas comunes. En la inauguración se mencionó la mística historia de la pérdida de la biblioteca del zar Iván el Terrible, que contaba con unos 800 incunables, entre ellos algunos tomos bizantinos. Muchos gobernantes intentaron sin éxito encontrarla hasta el siglo XX.

La primera biblioteca pública de Rusia se abrió en la misma Plaza Roja: frente a la Catedral de San Basilio, con el permiso de Pedro I, en 1705 se levantó un edificio en el que se podía tomar té y café y comprar libros. Por cierto, en otra antigua biblioteca, la de la Academia de Ciencias de San Petersburgo, el primer emperador ruso permitió vender vodka y comida en invierno.

“Las bibliotecas modernas deben atraer la atención y sorprender, proponer cosas que los lectores no esperan, - señalaba la Directora General de la Biblioteca de Literatura Extranjera, Ekaterina Gueníeva. – El filólogo Dmitri Lijachov opinaba que si todo el mundo moría pero quedaba al menos una biblioteca, el mundo renacería. Es como una especie de Arca de Noé”.

Las regiones y la tecnología

Una de las zonas estaba dedicada a la literatura en las provincias: en el festival han participado editoriales de 50 regiones de Rusia, entre ellas Chechenia y Daguestán.

 festival no podía evitar la cuestión de los libros electrónicos y la lectura online. En la sección “Knigabyte” se han debatido cuestiones como los libros de texto interactivos, la digitalización de libros, los problemas de la transición de la producción en papel al formato electrónico. Durante el debate, la directora adjunta de la Biblioteca Estatal Infantil, Olga Mezentseva, ha declarado que el problema de los libros electrónicos es inventado: “No importa en qué formato lean los niños: en pantalla o en papel”.

En el artículo se han utilizado materiales del portal Año de la Literatura. 

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