Fuente: Ria Novosti
“Los karaokers son mi segunda familia”, reconoce Mijaíl Jaldéi, un “veterano” del karaoke que en 2006 quedó quinto en el Campeonato del Mundo, en el que participaron casi cien concursantes. Desde entonces participa en todos los eventos y suelen nombrarle jurado.
“Una persona que canta sobre el escenario se está abriendo a los demás, y eso crea un vínculo de amistad. Es por eso que aquí se han formado familias tan cohesionadas, porque la gente encuentra a verdaderos amigos que están dispuestos a ayudarte en cualquier momento”, dice.
Realmente, la atmósfera que se respira en los campeonatos es muy cálida y amistosa. Normalmente para celebrar este tipo de eventos no se alquila una sala, sino una cafetería con escenario donde actúa gente con distintos niveles: hay quien desafina o se queda corto, pero en realidad predominan los amateurs con un buen nivel, gente con un vocalismo brillante, y a veces hasta con unos toques de jazz. Se ve que detrás hay todo un trabajo de dirección, por lo que las interpretaciones no resultan aburridas. Los premios pueden ser bastante sustanciosos, hay talones de 50.000 rublos (unos 1000 dólares).
“Cuando una persona toma conciencia de que en breve deberá actuar en un concurso tan grande, empieza a trabajar su vocalismo y su virtuosismo. Nosotros le ayudamos a convertirse en un artista, incluso tenemos pedagogos”, dice Valeri, copropietario del club “Karamel”, al sur de Moscú, donde se celebran las fases de clasificación para el Campeonato Mundial.
Historia del karaoke en Rusia
En Rusia empezaron a abrirse clubes de karaoke prácticamente justo después de la desintegración de la URSS. Al principio solo había unos pocos, pero ahora ya se ha perdido la cuenta.
No es de extrañar que en más de 20 años esta industria haya crecido tanto, puesto que el alma rusa adora cantar, y Rusia es un país conocido por sus largas sobremesas donde es costumbre cantar canciones. Los rusos suelen acudir a los clubes de karaoke para celebrar los cumpleaños y aniversarios, o para declararse con una canción.
La particularidad de los clubes rusos es su formato. En una gran sala, el micrófono va pasando de mesa en mesa. Y si hay alguien quiere hacer un evento privado en lugar de compartir el local con cuatro o cinco mesas más, tiene que buscar una sala VIP y pagar más de lo habitual.
“En nuestro club las cabinas pequeñas no tuvieron éxito. ¡Necesitamos un formato de concierto!”, explica Viacheslav Lopunov, presidente de la “Unión Nacional de Karaokeros”, una asociación sin ánimo de lucro que vela por la promoción de los clubes de karaoke.
Según él, los rusos son gente muy creativa que desea autoexpresarse. Así que no es de extrañar que en un momento dado el karaoke se convirtiera en algo más que una simple forma de pasar el tiempo, y alcanzara una categoría superior.
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