“Rusia es un destino a donde uno viene a madurar”

Estudiantes de México y Argentina recuerdan sus primeros días en la universidad rusa. Fuente: servicio de prensa

Estudiantes de México y Argentina recuerdan sus primeros días en la universidad rusa. Fuente: servicio de prensa

Alumnos de Argentina, México y Colombia recuerdan cómo tomaron la decisión de ir y cómo fueron sus primeros días en la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos. El plazo para la convocatoria de becas para estudiantes latinoamericanos termina el 1 de abril. RBTH había publicado la información acerca de los requisitos para estudiar en Rusia gratis, y ahora comparte las historias de los estudiantes que han realizado este trámite.

El argentino Damián Boga, estudiante de Letras, llegó a Rusia por casualidad. Estaba estudiando ruso cuando se enteró de la posibilidad de hacer una maestría. El proceso de aplicar para una beca le pareció muy complicado.

“En la embajada rusa de Buenos Aires fue difícil, igual que en la Casa de Rusia, donde dan las becas. Para anotarme a venir acá, tuve que anotar que iba a estudiar veterinaria, que me era del todo ajena, porque mi idea era estudiar humanísticas. Supuestamente en ese entonces había cinco becas para argentinos. Me presenté solo y luego lo hizo otra chica. Lo que nos tocó fue insistir mucho. La gente no hablaba ni inglés,” recuerda.

Desde el momento en que entregó los documentos necesarios hasta conocer el resultado pasaron seis meses. Pero este año hay más interés y el proceso es un poco más sencillo, ya que todos los documentos se entregan a la Casa de Rusia de Buenos Aires. Al regresar a Argentina espera encontrar un empleo aprovechando la carrera que hizo: “Haber hecho mi carrera aquí me abrirá muchas puertas en Argentina”. Por ejemplo en la Universidad Nacional de la Plata se creó en 2012 la Cátedra de Rusia, dentro del departamento de Eurasia. 

Sebastián Díaz, estudiante de Colombia que está haciendo su licenciatura en Sociología, reconoce que optó por estudiar en Rusia debido a cuestiones económicas. “En Colombia conseguir becas no es fácil. Estaba estudiando Psicología en la universidad, cuando mi papá me dijo que  tener que iba a tener que aplazarlo porque no había dinero. Entonces empecé a buscar becas, y casualmente a la peluquería donde trabaja mi mamá llegó una señora que le contó que su marido trabajaba en ICETEX (Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios en el Exterior)”. 

 

Fuente: servicio de prensa

A pesar del choque cultural del inicio, al adquirir el idioma se deshizo de muchas barreras. “Fue un proceso muy tedioso durante los primeros dos meses. Uno está acostumbrado a otro tipo de trato. En cuatro meses ya entendía al menos la idea y me podía explicar”, recuerda.

El sistema educativo no le pareció complicado, ya que, según Sebastián, lo más importante para pasar un examen es asistir a las clases. “Es difícil los primeros años por el ruso. La exigencia académica no sobrepasa lo que se podría exigir en Colombia”, comenta.

Su compatriota Viviana Triana tenía otra visión de Rusia. Sus tíos estudiaron en la URSS y una parte de su familia vivía en Moscú. “Siempre miraba sus fotografías y quería conocer la nieve, pero los edificios parecían grises”, comenta. Aun así perseguía su sueño de estudiar en Rusia, hasta que un día descubrió una convocatoria: “Encontré una convocatoria en internet. Apliqué, entregué mis documentos en febrero del 2010, pensé que todo iba a ser más rápido, estábamos esperando los resultados. En abril-mayo todavía no llegaban. Estaba viendo si pagar o no pagar el siguiente año de la universidad”.

El día que recibió la respuesta estaba tan emocionada que lo quería compartir con todos sus vecinos del pueblo en el que vivía: “Gritaba: '¡Me voy a Rusia!' Pero no me creyeron, porque antes siempre bromeaba con esto”. En un par de semanas se subió al avión que iba a Moscú junto con otros becados.

“Cuando llegamos a Rusia, no sabíamos exactamente dónde íbamos. Nos dijeron que lleváramos 100-200 dólares por si nos tocaba irnos en tren. Éramos diez y en la primera semana dos regresaron a Colombia porque no podían adaptarse a las condiciones”, dijo. Se espantaron al ver la residencia, un edificio gris donde tenían que compartir un cuarto. Con el tiempo se acostumbró, y un par de años después se casó y tuvo una hija.

El mexicano Joel Bermeo comenta su experiencia. “Me llamaron de la embajada rusa diciendo que me ofrecían una beca. Añadieron, 'Usted tiene una semana para irse, porque su visa se va a acabar'. Tomé todas mis cosas y les dije a mis papás: 'me voy a Rusia'. Fue una sorpresa para todos. El boleto de avión lo compramos en el aeropuerto. Salió muy caro”, recuerda.

“El problema es que la convocatoria es disponible durante solamente una semana. El año en el que apliqué la beca apareció en mayo.

Los documentos se entregaban del 15 al 20 de mayo. Y para nosotros son días festivos. Al entregarlos me dijeron: 'algún día le responderemos”, afirma.

El día que llegó al aeropuerto fue un shock: “No sabía dónde estaban los dormitorios estudiantiles, ni la universidad, solo sabía dónde estaba la embajada. Llegué a las 3 de la mañana y nadie me recogió. Así que tomé el metro y fui allí con todas las maletas.  Pero eran las 7 de la mañana y estaba cerrado. Era otoño, hacía mucho frío y no traía ningún abrigo. Me recibió un amigo en la embajada. Cuando abrieron, me dieron la dirección de la universidad y me indicaron la dirección del metro otra vez”.

Tras encontrar la universidad, la primera semana tuvo que enfrentarse a la burocracia e incapacidad de explicarse. Recorría la residencia con un diccionario para pedir lo que necesitaba. Vivió muchos cambios. En México tenía su propio departamento, y al llegar tenía que compartir un cuarto con otras personas. Después del primer año ya no tenía muchos problemas para comunicarse y adaptarse y ahora lo recuerda como una lección. “Rusia es un lugar a donde uno viene a madurar”, dice.

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