La triste historia de la hija favorita de Tolstói

Dibujado por Tatiana Perelíguina

Dibujado por Tatiana Perelíguina

En febrero verá la luz en una editorial rusa "Lev en la sombra de Lev", del escritor Pável Basinski, libro, que aborda las relaciones de Lev Tolstói con sus hijos. RBTH publica un fragmento de esta obra aún inédita. En este pasaje la protagonista es la hija del gran clásico ruso, Masha.

Cuando se conoce cuál fue la suerte que corrió la segunda hija de Tolstói, Maria, se lee con particular sentimiento las líneas que su padre le dedicó en una carta dirigida a una pariente”. “Masha, la quinta de nuestros hijos, tiene dos años. Es una niña débil, enfermiza. Tiene el cuerpo blanco como la leche, tirabuzones rubios, ojos azules grandes y extraños; extraños por su expresión profunda, seria. Es muy inteligente y poco agraciada. Ése será uno de sus enigmas. Sufrirá, buscará sin encontrar nada; buscará eternamente lo más inaccesible…”

Las circunstancias del nacimiento de Maria (Masha) Lvovna Tolstaia (1871-1906) están relacionadas con el primer conflicto grave entre Lev Tolstói y Sofia Andréievna. Mientras aún amantaba a su hijo Lióvushka, de un año de edad, la esposa de Tolstói se sintió de nuevo embarazada. No fue para ella un motivo de alegría.

Estaba cansada de partos y de amamantar, agotada de sentirse no como una mujer, sino como una parturienta. Además, después del parto prematuro de Masha, le faltó poco para morir. Los médicos le aconsejaron no tener más niños. Pero su marido se mostró rotundamente en contra de esa recomendación. Esa divergencia de opiniones estuvo a punto de ocasionar el divorcio de la pareja.

Serguéi Mijáilovich Tolstói, autor del libro Los hijos de Tolstói, escribe que la infancia de Masha “pasó desapercibida entre el bullicioso grupo de hermanos mayores”: Serguéi, Tatiana, Ilyá y Lev la trataron siempre como a la Cenicienta, dejándole siempre el trabajo más duro". Y ella, desde niña, se acostumbró a no eludir ese trabajo.

Muy pronto Maria se convirtió en la sombra de Tolstói. Ya adolescente, compartió todas las nuevas creencias de su primogénito. Evitaba la luz, seguía una dieta vegetariana estricta. Dedicó su tiempo a copiar los textos de su padre, se ocupó de su correspondencia y actuó como enlace en las cuestiones de carácter práctico con su discípulo y editor Vladímir Grigórievich Chertkov.

Además de echar una mano al escritor, arrimaba el hombro con todos los campesinos de Yásnaia Poliana. Inteligente, escuálida, versada en lenguas extranjeras, Maria segaba con los campesinos, ordeñaba las vacas, extinguía incendios, recubría los techos de las cabañas quemadas, alfabetizaba a los niños campesinos, velaba por la salud de sus paisanos, socorría en los partos...

La gente sencilla la adoraba. Nadie podía resistirse al encanto de esta chica, cuyo aspecto no era deslumbrante, pero que atesoraba una gran belleza interior.

Con todo y con eso, por mucho que se esforzara en rehusar su naturaleza femenina, ésta exigía lo suyo.

Su primera pasión amorosa fue un discípulo de su padre, Pável Ivánovich Biriukov, un hombre admirable que gozaba de la estima en el seno de la familia Tolstói. Ya sonaban campanas de boda, pero Tolstói dio calabazas a Biriukov y disuadió a su hija de pasar por el altar. Temía perder a su más valiosa colaboradora.

El segundo amorío de Masha fue con Petia, el hijo del amigo de su padre Iván Ivánovich Raievski. Sin embargo, tampoco en este caso dio su brazo a torcer Tolstói.

El tercer elegido resultó ser un humilde maestro de música, Nikolái Zander. Aun así, éste también recibió una amable pero firme carta de Tolstói, declinando su oferta de matrimonio. En esta ocasión, sin embargo, la hija se empecinó. No renunció enseguida a su relación con el maestro, concertaba entrevistas secretas con él para gran espanto de su padre.

Todo acabó cuando, a la edad de 26 años, Masha se enamoró del resobrino de su padre, el príncipe Nikolái Leonídovich Obolenski, nieto de la hermana de Lev, Maria Nikoláeivna Tolstaia. Aun siendo príncipe, era prácticamente pobre, si bien de talante bondadoso y totalmente devoto a Masha.

Por desgracia, Maria compartió el destino de su hermana: sólo dio a luz niños muertos. Sofia Andréievna consideraba que la causa principal de los malogrados embarazos de sus hijas fue su vegetarianismo. Pero su suegra, Yelizaveta Valeriánovna Obolenskaia, lo achacaba al hecho de que Masha se había estropeado la salud haciendo "trabajos que exigían una gran resistencia en el campo"... Así, Maria no pudo dar a luz a un niño…

En 1906, a la edad de 35 años, Masha falleció súbitamente, a causa de una inflamación de pulmones, en brazos de su padre, que no se separó de su cama. 

Pável Basinski es experto en Tolstói, autor de algunas biografías superventas, entre ellas 'Lev Tolstói: huida del paraíso', que se alzó con el Premio Gran Libro.

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