La traducción, ¿un trabajo por amor al arte o una ciencia?

Expertos se reúnen en Moscú para hablar de traducción. Fuente: shutterstock

Expertos se reúnen en Moscú para hablar de traducción. Fuente: shutterstock

En la Librería Estatal de Literatura Extranjera de Moscú se ha celebrado del 4 al 7 de septiembre el III Congreso Internacional de Traductores. Este año han participado 250 traductores de 55 países, así como prestigiosos lingüistas, periodistas y académicos de todas partes del mundo.

El tema del congreso de este año ha sido “La traducción como forma de diplomacia cultural”. Este tema tiene que ver con el actual ambiente geopolítico y los principios que inspiraron la fundación del Instituto de Traducción.

El Congreso de Traductores fue creado por el Instituto de Traducción en 2010 y su primera edición atrajo a más de 150 participantes de 20 países diferentes. El segundo congreso, que se celebró en 2012, contó con la participación de traductores de 30 países distintos.  

“Queríamos crear un foro en el que los traductores de todo el mundo pudieran intercambiar su sabiduría y experiencia profesional en esta forma de arte”, comenta Vladímir Grigóriev, director adjunto de la agencia Federal de Prensa y Medios de Comunicación de Rusia y uno de los fundadores principales del Instituto. 

“También teníamos en mente el propósito más elevado, más filosófico, de la traducción, una herramienta para unir a las personas de distintos países. A pesar de que su naturaleza es altamente técnica, la traducción no es una ciencia, sino un arte, y al traducir se produce una especie de alquimia cultural, porque no estás limitándote a remplazar una palabra por otra, sino que estás creando un puente palpable entre las mentalidades culturales de dos países”. 

El congreso albergó una variedad muy diversa de conferencias durante sus dos jornadas, casi 300 en total. Cada sesión de mañana y tarde estuvo dividida en nueve secciones centradas en un tema concreto debatido por seis traductores y un moderador. 

Los temas incluían asuntos prácticos como “¿Cómo evitar el plagio no intencionado en obras clásicas traducidas varias veces?” o “¿Cómo traducir el contexto cultural?” Muchas conferencias se dedicaron a dilemas específicos de la lengua, como “Dificultades a la hora de traducir a Nabokov y Chéjov al japonés”, o “Los problemas que surgen al intentar traducir la musicalidad de la poesía rusa al habla idiomática estadounidense”. 

Estas conferencias han sido una verdadera oportunidad para un intercambio cultural genuino y apasionado, ya que han tratado los problemas con los que se topan frecuentemente los traductores literarios. 

En el congreso también se han debatido cuestiones pedagógicas como “¿Cuál es el papel de la universidad en la formación de jóvenes traductores?” y “Cómo enseñar a los estudiantes a mantener el “alma” de un texto”, así como otras cuestiones más ontológicas como “¿Necesita el traductor saberlo todo?” o “¿Es la traducción una ciencia o un trabajo por amor al arte?”. 

Las impresiones de un festín intelectual 

Lo más destacado del primer día del congreso fue un debate en directo entre escritores rusos que subieron al escenario por parejas, cada una de ellas representando puntos de vista opuestos sobre distintas cuestiones relacionadas con la vida y el arte. 

Durante el congreso también se entregó el premio Read Russia-Lea Rusia, el único premio que se entrega a la traducción de la literatura rusa, en cuatro categorías. El premio a la mejor traducción de un clásico del siglo XIX de la literatura rusa fue para Alejandro Ariel González por su traducción al español de la novela El doble de Fiódor Dostoievski. En la categoría “siglo XX”, el premio fue para Alexander Nitzberg por su traducción al alemán de El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov.  Marian Schwartz ganó el premio en la categoría “Literatura rusa contemporánea” por su traducción al inglés de El traje de arlequín de Leonid Yuzefóvich. Finalmente, el ganador de la categoría “Poesía” fue Liu Wenfei, que tradujo una selección de poemas de Aleksander Pushkin al chino. 

Aleksander Livergant, editor jefe de la revista rusa Literatura Extranjera y moderador de una de las secciones del congreso, compartía sus impresiones del evento: “Naturalmente, no esperábamos que este año vinieran a Moscú tantos participantes: ha habido un importante crecimiento respecto al congreso anterior. Por ejemplo, en esta ocasión ha habido muchos más visitantes de los países de la antigua URSS. El congreso también ha sido notable por la enorme cantidad de proyectos publicados que se han presentado y por el hecho de que la geografía de las traducciones del ruso se ha incrementado: Francia, Alemania y los países escandinavos traducen mucha literatura rusa, pero Reino Unido y Estados Unidos no traducen tanto. Cabe señalar también que el interés literario no se limita a los clásicos: nuestros escritores contemporáneos son muy populares y conocidos en todo el mundo”. 

A pesar de que la innegable amplitud y profundidad de la materia ha sido altamente apreciada, esto también ha sido un arma de doble filo, ya que muchos traductores han afirmado tener demasiada oferta donde escoger. Los participantes aseguraban que a menudo han tenido dificultades para decidir a qué sección acudir, generalmente corriendo a través del laberinto de edificios buscando precipitadamente la siguiente conferencia.

Como respuesta a ello, Vladímir Grigóriev citó una mejor organización como uno de los objetivos clave en los futuros planes del Instituto de Traducción. Grigóriev también señaló la importancia de una expansión continuada, particularmente para incluir a los países cuya literatura (o su simple existencia) no sea muy conocida. Los traductores internacionales pueden estar seguros de que en el próximo congreso les espera mucho más.

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