Rebelde con causa: el mensaje político de los cuentos de Pushkin

El clásico ruso fue capaz de eludir la censura de una manera inteligente. Fuente: Fine Art / Vostock - Photo

El clásico ruso fue capaz de eludir la censura de una manera inteligente. Fuente: Fine Art / Vostock - Photo

Alexander Pushkin fue un rebelde por naturaleza que vivió en una época carente de libertad de expresión. Para evitar la censura, ocultaba sus mensajes políticos en forma de cuentos. RBTH desentraña algunas de las parábolas y elegantes metáforas que usó el escritor para expresar su ironía y su crítica de la sociedad rusa.

Además de ser reconocido como un gran escritor durante toda su vida, Pushkin también fue un funcionario de éxito. Se graduó en el Liceo Imperial, una institución educativa elitista fundada por el zar Alejandro I, tras lo cual comenzó a trabajar en la Oficina Rusa de Extranjería.

Sin embargo, a pesar de trabajar en el corazón del sistema, la conciencia social de Pushkin le llevó a atacar al gobierno a través de sus escritos. Se unió a un grupo clandestino conocido como la Unión del Bienestar y escribió una
serie de poemas políticos cuyo manuscrito tuvo una amplia circulación.

La genialidad en el exilio

En 1820, Pushkin fue convocado por el gobernador general de San Petersburgo, el conde Milorádovich, para explicar los epigramas y poemas revolucionarios que circulaban por aquel entonces. En un principio, las autoridades habían pensado enviar al poeta a Siberia, pero gracias a la intervención de sus influyentes amigos este ‘solo’ fue desterrado de San Petersburgo y enviado al exilio en el Cáucaso, Moldavia y Crimea. Este periodo se convirtió en el más productivo de Pushkin, a lo largo del cual escribió muchos poemas románticos y la brillante obra de Eugenio Oneguin.

Los controvertidos poemas de Pushkin reaparecieron en 1825 vinculados a la fallida Revuelta decembrista (que pretendía el derrocamiento del zar Nicolás I).

Sin embargo, el zar permitió al poeta regresar del exilio al año siguiente, creyendo que este había abandonado sus sentimientos revolucionarios. De hecho, Pushkin simplemente había decidido ser más discreto. Por aquel entonces ya era reconocido como un gran poeta y era consciente de que el zar seguía de cerca su obra. Aunque si leemos la serie de cuentos en verso que escribió en la década de 1830 en el contexto político de la época, descubriremos que a menudo esconden más de lo que parece a simple vista.

¿Un carácter enmendado?

Uno de los cuentos de Pushkin publicado en 1831, El cuento del zar Saltán, cuenta la historia de un zar que escoge como esposa a la menor de tres hermanas. Sin embargo, al poco de dar a luz, las hermanas mayores —celosas de su nuevo estatus— la encierran en un barril con su hijo, el príncipe Gvidón, y los lanzan al mar.

La corriente los arrastra hasta una isla remota donde el príncipe, que ya había crecido en el barril, se va de caza y salva a un cisne encantado de un ave rapaz. El cisne crea una ciudad en la que el príncipe gobierna con éxito. Finalmente, el cisne se convierte en princesa y se casa con el príncipe Gvidón, quien por fin se reúne con su padre el zar.

Esta historia de separación y reunificación se puede interpretar como una alegoría de la propia situación de Pushkin, y quizás fue redactada para convencer al zar Nicolás I de que el escritor realmente se había enmendado. Un revestimiento de conformismo.

Tanto si el zar Nicolás vio el paralelismo entre Pushkin y el príncipe Gvidón como si no, permitió al escritor continuar publicando sus escritos e incluso le encargó algún que otro trabajo literario.

En 1833, Pushkin escribió El cuento del pescador y el pececillo, que cuenta la historia de un pez dorado que promete a un pescador cumplir cualquiera de sus deseos a cambio de su libertad. El viejo pescador y su esposa habían sido pobres toda su vida, y la repentina oportunidad de enriquecerse desata una sórdida avaricia en la mujer, quien primero pide un palacio, después un título nobiliario, después convertirse en gobernadora de la provincia y, finalmente, en zarina. Al final la pareja lo pierde todo cuando la mujer pide convertirse en reina de los mares.

Infografía: La vida del gran poeta Alexander Pushkin

Robert Chandler, un conocido traductor de literatura rusa, afirma que la mujer del pescador constituye una caricatura de la emperatriz Catalina la Grande. La emperatriz derrocó a su marido Pedro III, usurpándole el poder de la misma manera que lo hizo la mujer del pescador. También se enfrentó en dos guerras al Imperio otomano para conseguir el dominio del Mar Negro: dos infructuosas campañas en las que se perdió una gran cantidad de dinero y de vidas.

Pushkin como herramienta política

Otros cuentos revelan unas historias diferentes, más sugerentes desde el punto de vista político. Pushkin era ateo, lo que no era muy habitual en su época ni en los círculos en los que se movía. El cuento del pope y su bracero Baldá trata de un perezoso pope que intenta explotar a un trabajador barato.

Rusia era un país fuertemente religioso por aquel entonces y el ataque a un sacerdote de la Iglesia ortodoxa se habría considerado blasfemia. El cuento, escrito en 1830, se publicó a título póstumo en 1840, y el personaje del pope fue sustituido por un comerciante para evitar una reacción negativa por parte de la Iglesia. Sin embargo, el pope se recuperó en las ediciones soviéticas de los cuentos de Pushkin: el gobierno de la nueva Rusia tenía sus propias maniobras políticas.

Este cuento también trata de la explotación, muy común en una sociedad donde la servidumbre todavía era legal. Al final, el pope es criticado por ‘perseguir gangas’, algo que los comunistas también explotarían un siglo más tarde. Los primeros bolcheviques revisaron las obras de los escritores rusos del siglo XIX en busca de mensajes adecuados a la nueva cultura socialista, y la obra de Pushkin resultó ideal en este sentido.

Sus opiniones sobre la servidumbre, la Iglesia ortodoxa y la opresión del estado zarista encajaban perfectamente en la ideología comunista, de modo que el escritor fue promocionado y venerado desde los primeros años de la Unión Soviética incluso más que en el siglo XIX.

El último cuento en verso de Pushkin, El gallo de oro, fue escrito en 1834, tres años antes de su trágica muerte en un duelo. La historia, basada en la leyenda del astrólogo árabe de los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving, no tenía ninguna connotación política.

Sin embargo, cuando Rimski Kórsakov lo adaptó para su ópera en 1908, lo convirtió en una sátira sobre la decadencia de la dinastía Románov y sobre la guerra ruso-japonesa, que constituyó uno de los episodios más humillantes de la historia de Rusia. El gallo de oro fue la última ópera de Rimski Kórsakov, rechazada inicialmente por los censores y estrenada solamente tras la muerte del compositor.

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