Tolstói frente a la cámara

La exposición “León Tolstói: el espejo del alma rusa” llega a la Argentina fruto de la colaboración entre la Casa de Rusia de Buenos Aires, la Embajada y el Centro Cultural Borges.
 
Fuente: Maxim Dmitriev y Serguéi Prokudin-Gorski

En esta ocasión el evento no ha necesitado de ninguna excusa conmemorativa. “Algunos nos preguntaban ¿y por qué Tolstói?”, cuenta Valeri Kucherov, director de la Casa de Rusia. “La respuesta es simple: porque Tolstói es eterno. Él es para siempre y para todos”.

Como invitado especial a la inauguración de esta muestra fotográfica acudió el bisnieto del escritor, Alexander “Sasha” Tolstói, quien desde hace doce años reside en Uruguay. Sasha ofreció una conferencia salpicada de notas de humor recordando la vida de Lev, así como la vivencia particular de ser descendiente de uno de los más grandes escritores de la historia. No tuvo reparos en recordar que desde los cinco años su padre le leía cada noche algunas páginas de Guerra y Paz, que le hacían “caer en un sueño muy profundo”.

En su discurso de inauguración fue desentrañado pormenores de la vida familiar de Lev, marcada por las crisis existenciales del escritor. Educado en el culto a su bisabuelo, Sasha reconoce que durante un tiempo la gloria y el carisma de su bisabuelo le sofocaban. Pero finalmente aprendió a convivir con su apellido y a honrar la figura de su antepasado.

Recordó que la convivencia familiar con Lev Tolstói nunca fue fácil y pasó por etapas en las que la esposa fue un pilar fundamental, que dedicaba las noches a reescribir a máquina los manuscritos de Guerra y Paz. Pero ella también sufrió el rechazo de Lev, que la acusaba de demasiado aristócrata, cuando a los 50 años el escritor sufrió una crisis mística que le llevó a acercarse a los campesinos y a trabajar con ellos la tierra.

Fotos de la época

Las fotos de la exposición son una muestra del contexto social en el que vivía Tolstói sobre todo en los últimos años de su vida. En ella se pueden contemplar algunas imágenes familiares aportadas por la Casa-Museo del autor que se encuentra en Yásnaia-Poliana, donde está enterrado su cuerpo.

Alexander Deméntiev, uno de los responsables de esta exposición, señala que el propósito es mostrar una imagen “no solamente de la filosofía de Lev, sino de Rusia y las condiciones del momento histórico en el que él vivía”. Destacan en la sala unas fotos en color de Prokudin-Gorski que datan de 1909. Son retratos de la vida cotidiana muchas de ellas relacionadas con el trabajo: las obras del ferrocarril, funcionarios, trabajando en los barcos, familias campesinas… que se realizaron durante un viaje que el fotógrafo hizo en el transiberiano por orden del zar. Estas imágenes sorprenden porque parecen hechas en la actualidad, pero lo cierto es que se realizaron hace más de un siglo con una tecnología muy cara para la época.

Se exhibe también una película que es un montaje de filmaciones de Tolstói en sus últimos años de vida. Los camarógrafos de Pathé acudieron a la vieja estación de Astápovo donde agonizaba Lev por una neumonía y filmaron el momento en el que la esposa intentaba entrar para visitarlo, pero no pudo hacerlo porque no querían agravar el estado de salud de su marido. Sólo pudo despedirse de Lev a través de las ventanas.

También hay una grabaciones de la voz del escritor en varios idiomas (ruso, inglés  francés) que se obtuvieron gracias al fonógrafo que le regaló Thomas Edison.

Para la curadora Virginia Fabri, organizadora de la exposición “me conmueve muchísimo esa imagen que hice en grande especialmente y donde se ve a Tolstói con sus nietos a los que les está narrando cuentos infantiles. Me pinta de cuerpo entero su personalidad”.

Las fotografías están acompañadas de distintos fragmentos de sus obras elegidas por Virginia, como el del diario de Sofía, en el que se queja de que cuando no tiene nada más para escribir se siente vacía y que tiene que hacer algo para ella misma.

“Después elegí frases de Anna Karenina con el conde declarándole su amor, una frase de la comunidad de las hormigas donde con una varita iban a curar los males de la gente…”, nos dice Virginia.

Para entender en profundidad esta muestra hay que seguir el consejo de Valeri Kucherov: “Miren a los ojos de la gente sencilla de estas fotos”. Además Valeri recomienda en estos momentos, con la actualidad centrada en Ucrania, leer los Cuentos de Sebastopol, donde se ve “el precio que el pueblo ruso pagó por la península de Crimea”.

La exposición “Leín Tolstói: el espejo del alma rusa” podrá visitarse hasta el 8 de junio en el Centro Cultural Borges y estará acompañada durante todo este tiempo de varias conferencias dedicadas a la obra del escritor.

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