¿Cómo es la hospitalidad rusa y cuáles son las costumbres cuando tienen invitados? Fuente: Lori / Legion Media
Abrir el alma de par en par, la hospitalidad: estas son algunas de las pocas cualidades que los extranjeros nombran cuando intercambian impresiones sobre los rusos. Pero la mayoría coincide en que el primer viaje puede verse frustrado si no se tiene al menos un conocido que hable ruso y que pueda hacer de guía durante algunos días.
No es fácil hacer amigos en Rusia: a pesar de estar dispuestos a prestar ayuda, los rusos son, más bien, un pueblo cerrado, y solo al cabo de varios años de trato pasan a considerar a alguien como su verdadero amigo. Pero si de todas formas tenéis la fortuna de que os inviten a su casa, preparaos de antemano, 'ser un huésped' implica todo un ritual.
Si un ruso decide invitaros a tomar el té, lo más probable es que os diga algo por el estilo: “Pásate sobre las cinco o las seis, cuando te vaya bien. ¿Haces algo el sábado? ¿No te va bien? Bueno, pues entonces el domingo, da igual”. En Rusia no existe el concepto de la hora del té o de la comida familiar del domingo, la gente está acostumbrada a adaptarse a los demás y espera lo mismo a cambio.
No hay que olvidarse de llevarle un regalo al anfitrión, una tarta o bombones para acompañar el té. Si hay pequeños en la casa, hay que comprarles algo rico para comer o alguna golosina (seguro que no querréis que los niños molesten durante la velada).
Rusia Hoy ya publicó un artículo sobre los motivos por los que los rusos sonríen tan poco. No es que estén insatisfechos con la vida o que estén enfadados con alguien, simplemente es que tienen 1001 maneras de sonreír que no todos los extranjeros saben reconocer. Así que no temáis, ¡vuestro amigo ruso se alegra mucho de veros!
Lo primero que sorprende a la mayoría de extranjeros es la tradición rusa de descalzarse al entrar en casa. Lo más probable es que el anfitrión tenga varios pares de zapatillas destinados a los invitados.
A continuación, es posible que os enseñen toda la casa o el piso habitación por habitación. No os sorprendáis si al final de esta “excursión” os proponen que os quedéis en la cocina, es justamente allí donde los rusos acostumbran a comer, tomar el té, cocinar, lavar los platos, en fin, a hacer todo lo que esté relacionado con la comida. Como norma general, solo se sientan a la mesa del comedor los días festivos.
Seguro que, para cuando lleguéis, los anfitriones ya habrán puesto la mesa. Poner la mesa a la rusa significa hacer varios tipos de ensaladas y preparar primeros platos y entrantes. Lo más probable es que vuestro amigo no deje de insistiros en que no tengáis vergüenza y comáis más. Es por eso que conviene no haber comido antes.
Preparaos para una larga conversación sobre la vida, la política, la señora Valia que vive al lado, los niños, el porvenir, Dostoievski y los temas más variados. Al ruso le gusta charlar, estaría bien que pudierais mantener una conversación e incluso discutir sobre un tema que haya surgido, a los rusos les gustan las largas discusiones.
No esperéis que vuestro amigo ruso os invite a marcharos, os puede enredar hasta bien entrada la noche, sin por eso olvidarse de daros de comer, y después proponeros que os quedéis a pasar la noche.
¡Estad atentos al reloj! Cuando al fin hayáis conseguido convencer al anfitrión de que os deje ir, no olvidéis darle las gracias por la agradable velada y asegurarle que ahora sois vosotros los que esperáis recibirles en casa. Y ahora ya sabéis cómo acogerles y qué cabe esperar de ellos.
1) Descalzarse al entrar a casa
2) Lo rápido que pasan al tuteo
3) La abundancia de comida en la mesa. Si os invitan a tomar el té, es mejor no haber comido antes
4) La costumbre de no tirar nada y guardar multitud de cosas innecesarias en casa.
5) La costumbre de hablar en voz muy alta
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