Borís Volodarsky: “No hubo purgas estalinistas en España”

El agente de la NKVD destinado en España, Alexánder Orlov. Fuente: Cortesía del autor de 'EL Caso Orlov'. Fuente: Archivo

El agente de la NKVD destinado en España, Alexánder Orlov. Fuente: Cortesía del autor de 'EL Caso Orlov'. Fuente: Archivo

Borís Volodarsky, politólogo e historiador, especializado en el estudio de la actuación de los servicios secretos soviéticos a nivel internacional, nos desvela algunas claves para entender su exhaustiva investigación sobre la Guerra Civil Española.

Su libro se adentra en las purgas estalinistas en la Guerra Civil Española. ¿Cree que la propaganda lanzada por el NKVD en España y los asesinatos selectivos contra el POUM y la CNT fue un factor clave en la pérdida de la República?

Tiene que quedar claro desde el principio: no hubo purgas estalinistas en España y mi libro lo demuestra muy claramente mediante documentos. Es un error que surge de la literatura franquista y de la Guerra Fría. No había ningún dictador comunista en España de 1936 a 1939, no había equivalentes ni del NKVD ni del Ejército Rojo. Todas las fuerzas de seguridad estaban, por lo general, en manos socialistas. Los excesos que se cometieron desde agosto a diciembre del 36 se debieron al hecho de que demasiados elementos incontrolados (comunistas, socialistas, anarquistas y demás) tuvieron oportunidad de conseguir armas y formar chekas. Fue un periodo de desorden, típico de toda guerra civil en cualquier país y cualquier época. Aún hoy lo podemos observar en Siria, por ejemplo.

También hay que añadir que nunca hubo propaganda del NKVD, eso ni siquiera existe. Y no hubo asesinatos selectivos de miembros del POUM o de los sindicatos. El único miembro del POUM asesinado fue Andreu Nin.

Los factores clave de la derrota republicana fueron la política de no intervención de Reino Unido, Francia y EE UU, el embargo en la venta de armas al Gobierno republicano, que había sido elegido legítimamente, el apoyo que Alemania, Italia y Portugal prestaron a los rebeldes, la insuficiente ayuda que proporcionó la Unión Soviética (por diversos motivos económicos y políticos) y la falta de unidad y disciplina dentro del bando republicano. Las posturas de Reino Unido y Francia tuvieron un gran papel en la derrota.

Orlov fue uno de los agentes del NKVD encargados de eliminar la amenaza troskista en varios países europeos: España, Polonia, Austria, Finlandia. De igual manera, ¿hubo más agentes del NKVD con la misma misión en países asiáticos o latinoamericanos?

Esto no es cierto. En primer lugar, Orlov no era un agente, sino un oficial comisionado del NKVD. En segundo lugar, Orlov no tuvo absolutamente nada que ver con asuntos políticos en sus diversas misiones de inteligencia, ya en Europa, antes de llegar a España. Nunca operó en Polonia o Finlandia, y la única conexión con Austria es que su esposa y su hija enferma vivieron allí una temporada. Nikolski (el nombre de Orlov antes de llegar a España) fue enviado a París y a Berlín con diferentes misiones, otra vez a París con una base de operaciones en Ginebra y en 1935, a Londres. Allí, durante un periodo muy breve (de febrero a octubre), controlaba a Kim Philby y a Donald Maclean.

Ya como Orlov, Nikolski fue enviado a España en calidad de contacto en el Ministerio del Interior republicano, con un pasaporte diplomático que lo identificaba como agregado político de la Embajada soviética, lo que no era cierto. Oficialmente, su misión era coordinar las tareas de seguridad de dos organismos: el Ministerio de la Gobernación (Ángel Galarza, PSOE) y el NKVD. También tenía instrucciones de proporcionar seguridad en la carga de las reservas de oro español para su transporte a la URSS, según había solicitado el Gobierno republicano. Pero la misión extraoficial de Orlov en España era ayudar al establecimiento de un aparato de seguridad e inteligencia del PCE, similar al que los soviéticos apoyaron con los cuadros clandestinos del Partido Comunista alemán (KPD). Lamentablemente, esto no funcionó nunca en España.

El NKVD también era responsable de la seguridad de los líderes del PCE. Desde diciembre de 1936, una de las tareas del NKVD era localizar a los enviados de Trotski, a sus exsecretarios y secretarios actuales o a abiertos simpatizantes. Luego Moscú decidiría qué hacer con ellos. En varios casos, la gente simplemente desaparecía sin dejar rastro.

En dos casos documentados (Kurt Landau y Andreu Nin), fueron asesinados por miembros o agentes del NKVD y, por lo menos en un caso (Bryan Goold-Vershoyle), fueron secuestrados y transportados en secreto hasta Rusia, donde fueron encarcelados. En total, a día de hoy se pueden documentar unos diez casos como estos y, probablemente, podría rastrear otros diez casos, más o menos, donde se puede ver, de un modo u otro, la mano del NKVD. Por ejemplo, varias unidades en Cataluña, que habían pertenecido al PSUC, coordinaron algunas de sus actividades con Orlov y el jefe de la subestación de Barcelona, Naum Eitingon, alias Coronel Kotov. En algunas prisiones secretas de la cheka, la gente moría a veces tras los interrogatorios realizados por los agentes y miembros del NKVD. Pero estos casos eran bastante raros.

En otros países, los partidos comunistas, bajo el ojo vigilante de los representantes del Komintern, estaban encargados de "combatir y eliminar la basura trotskista". Todos los partidos comunistas estaban obligados a cumplir con las directivas de Stalin. Incluso los comunistas extranjeros exiliados en Rusia, así como los miembros de Komintern, sufrieron enormemente y muchos perdieron sus vidas durante el largo periodo de 1933 a 1953, durante la activa campaña anti trotskista de Stalin.

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Para realizar la investigación ha contado con el apoyo de eminentes investigadores especializados en historia de España como Paul Preston. ¿Qué acogida ha tenido el libro en el mundo académico en general?

Ha tenido muy buena acogida. Nunca antes había sido posible una investigación de estas características y, hasta ahora, el papel de los servicios de inteligencia rusos y del Komintern era poco claro. Ciertamente, mi libro se convertirá en una parte fundamental de cualquier programa de estudios sobre la Guerra Civil Española, en cualquier país y en España en primer lugar. Estoy inmensamente agradecido a Crítica por publicarlo.

Así pues, El Komintern y la Guerra Civil Española: revelaciones de los archivos rusos es el título de mi próximo libro, actualmente en preparación. Se puede decir que el libro del historiador británico E. H. Carr publicado en 1984 (111 páginas), con un título semejante, está completamente obsoleto y no cubre ni una pequeña parte del tema.

Además de El caso Orlov y del libro sobre el Komintern, espero poder publicar una colección de documentos secretos soviéticos, como los del archivo privado de Stalin, que incluyen los informes más importantes del NKVD y del RU, o la llamada "carpeta especial" del Politburó, que son protocolos de sesiones especiales del Politburó clasificadas como "alto secreto", así como correspondencia secreta del Komintern entre Madrid, Valencia o Barcelona y Moscú entre 1930 y 1938, que no fue interceptada por el GC&CS británico (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno, por sus siglas en inglés).

En su libro trata de desvelar determinados mitos en torno a la Guerra Civil Española y la actuación de los servicios secretos soviéticos. ¿Podría comentar al lector algunos de ellos?

En primer lugar, el número de agentes secretos soviéticos activos en España ha sido enormemente tergiversado. En mi libro, presento documentos que prueban la existencia de solo cinco agentes: Lev Nikolski (alias ‘Alexánder Orlov’), Naum Belkin, Naum Eitingon, Grigori Siroezhkin y Lev Vasilevski, que residieron sin interrupciones en España de septiembre-octubre de 1936 a marzo de 1939 (Eitingon). Hubo otros (un grupo bastante pequeño) que vino para un breve periodo, de 3 a 12 meses. Es interesante que ninguno de los agentes del NKVD estuviese involucrado en la recopilación de información. Unos se ocupaban de entrenar a las guerrillas, otros reclutaban y entrenaban agentes seleccionados tanto españoles como internacionales.

Había muchos más agentes y miembros del RU (Departamento de Inteligencia del Ejército Rojo). En mi libro, enumero sus nombres uno a uno. Los agentes del Ejército Rojo participaron en la recopilación de información (militar, política y técnica), entrenamiento de guerrillas y operaciones especiales en territorio enemigo, además del establecimiento de los servicios de inteligencia y contra-inteligencia del ejército republicano. En general, ayudaban a los republicanos en la guerra y no se metían en política. Algunos agentes se integraron en las Brigadas Internacionales y operaron desde su base en Albacete y en los mandos militares de las Brigadas.

Otros dos mitos sobre España que intento derribar están relacionados con las reservas de oro españolas, presuntamente robadas por el NKVD para Stalin y con la supuesta ‘estalinización’ o ‘sovietización’ de España. Contrariamente a cuanto Orlov afirmaba en sus escritos (dos libros y un artículo en el Reader's Digest) y en sus declaraciones en el Congreso de los EE UU, el traslado del oro a Moscú fue una decisión republicana. Y, aunque el Komintern apoyaba al PCE en todos los aspectos, envió a sus ‘reps’ y agentes de la OMS a España. Esto contradice toda la literatura de la Guerra Fría, incluyendo libros escritos por participantes en los eventos como Jesús Hernández, Julián Gorkin, El Campesino y muchos otros, o memorias de los participantes soviéticos y los voluntarios extranjeros (leo estas memorias en español, ruso, alemán, francés e inglés). Todos estos textos están extremadamente politizados y sesgados.

Nunca hubo una ‘estalinización’ o ‘sovietización’ de España antes de la Guerra, por razones obvias, y durante la guerra tampoco se produjo, por motivos estratégicos, a pesar del hecho de que el PCE creció rápidamente (con la misma rapidez con la que disminuyó en número a partir de 1939). ¿Por qué? Porque faltaban muchos elementos clave: el Partido Comunista nunca había estado en el poder en España, una guerra civil es un muy mal momento para cualquier tipo de revolución social y el ejército republicano nunca estuvo dirigido por comunistas, además de estar muy alejado del Ejército Rojo. Por supuesto, hubo estalinistas en España, entre otros países, pero nunca hubo un proceso de ‘estalinización’ de España, ni siquiera se intentó.

¿Por qué no se ha traducido su libro al ruso?

El libro fue escrito originalmente en inglés; Crítica publicó la traducción española este julio, hace unas semanas. El año que viene, en primavera, se publicará en rumano y espero que en alemán. Hay negociaciones en curso con editores rusos, polacos y chinos.

Espero de corazón que algún día sea traducido al ruso, pero debo admitir que, de los varios miles de libros sobre la Guerra Civil Española escritos en diferentes idiomas, que yo sepa solo se han publicado en Rusia la primera versión del famoso libro de Hugh Thomas y una traducción de Franco de Paul Preston, lo que constituyó una sorpresa para el autor, que se enteró hace poco.

Lo que me hace verlo con cierto optimismo es que aún no se ha publicado en Rusia nada similar, aunque hay bastantes estudiosos de la Guerra Civil y se publican monografías sobre este tema con cierta frecuencia.

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