Biopics, la nueva tendencia del cine ruso

Está de moda llevar a la gran pantalla la vida de estrellas soviéticas. Las películas sobre Gagarin, Visotski y Jarlámov no sólo cumplen una función divulgativa: también tienen una gran carga ideológica.

Se aprecia en el cine ruso una nueva tendencia: los biopics, la adaptación cinematográfica de biografías de legendarias figuras del pasado. 

Ejemplo elocuente de ello son dos películas sobre personajes de culto de la década de 1970: el cantante Vladímir Visotski (Visotski. Gracias por estar vivo, 2011) y el jugador de hockey Valeri Jarlámov (Leyenda nº 17, 2013). 

Este año también se ha estrenado la película biográfica Yuri Gagarin. El primer vuelo, sobre el primer hombre en viajar al espacio. En la actualidad se están rodando películas sobre el portero Lev Yashin y el destacado luchador ruso Iván Poddubni.

Detrás de esta moda no solo hay intereses comerciales sino también ideológicos. Si tenemos en cuenta que casi todas las películas rusas modernas se han producido con ayuda financiera del Estado (desde el 10% hasta el 100% de la financiación), las autoridades tienen resortes de influencia sobre los productores y los directores.

A los cineastas se les había encomendado la misión de crear una oferta cinematográfica análoga a la de Hollywood. Estas conversaciones comenzaron desde el estreno de la película de Steven Spielberg Salvar al soldado Ryan. Durante 10 años “hacer una película al estilo de Spielberg, pero sobre los nuestros” ha sido el objetivo principal de los cineastas rusos.

El momento álgido de las expectativas se asoció con la segunda entrega de Quemado por el sol de Nikita Mijalkov (2011). Pero la película fracasó en la taquilla y fue acogida con críticas muy negativas debido a la verborrea del autor y las licencias fantásticas del filme.

Tras reconocer que era imposible vencer a Hollywood, se decidió apostar por películas de consumo interno, dando preferencia al rodaje de películas que promueven la ‘unidad nacional’.

La búsqueda de personajes que conmovieran tanto a generaciones de exsoviéticos como a los que ya han crecido en la Rusia democrática obligó a volver al tema de la guerra.

La representación cinematográfica de las guerras, desde la ruso-turca hasta la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una tendencia del nuevo cine patriótico de la década de 2000.

En torno a este tema se han rodado cientos de filmes y series, pero la mayoría no han tenido éxito de taquilla, ni buena acogida por parte de los espectadores. Poco a poco ha ido haciendo mella el cansancio entre el público de estas películas.

Según datos de Movie Research Company, en la primera mitad de 2011 se registró una caída del 29% del interés de los espectadores por el cine nacional (en comparación con los datos del mismo periodo del año anterior).

Según el pronóstico de la revista Iskusstvo kinó (El arte del cine) en 2014 el cine nacional solo se recaudará el 10% del dinero generado en taquilla. Ni una de las películas bélicas se ha compensado con la venta de entradas (con excepción de La fortaleza de Brest, 2011). La guerra ha dejado de arrastrar a masas de espectadores.

Hoy en día, las películas biográficas de personas famosas –después del inesperado éxito de la película Leyenda nº 17 – parecen ser la tabla de salvación y ese filón de oro que finalmente devolverá la popularidad al cine comercial ruso.

El primer intento en este género fue la película El almirante (2008) sobre el almirante Kolchak, el dirigente antibolchevique de la resistencia durante la guerra civil rusa.

El siguiente éxito fue la película del cantante Vladímir Visotski, cuyo culto en Rusia no ha dejado de crecer. El éxito de estas películas ha revitalizado el panorama cinematográfico.

Aunque la película sobre la vida de Valeri Jarlámov ya no se limita a ser un biopic sino que es un filme sobre la confrontación de dos sistemas, el de la Unión Soviética y el de Estados Unidos; el héroe es sólo un engranaje de la Guerra Fría .

La reciente película biográfica del primer cosmonauta, Yuri Gagarin, se ha estrenado medio siglo después de su vuelo. La película no tuvo éxito de taquilla: en parte porque no tuvo el respaldo de una campaña publicitaria suficientemente potente en televisión; también en parte, debido a la poca verosimilitud artística de la cinta. Gagarin en la película es casi un icono, desprovisto de cualquier rasgo humano.

Hace poco Vladímir Putin apoyó personalmente la idea de rodar una película sobre el célebre portero soviético Lev Yashin, ‘la araña negra’, que se filmará por iniciativa de la dirección del proyecto VTB Arena Park, con la colaboración del banco VTB.

Las sesiones de rodaje comenzarán en 2014 y está previsto que se estrene en 2017. Andréi Peregudov, vicepresidente principal de VTB Bank, director del proyecto VTB Arena Park, explicó cómo le gustaría que fuera la película: “De las últimos filmes que he visto el que me has impresionado ha sido el que aborda la vida de Gagarin. Me gustaría que nuestro biopic sobre Yashin tuviese un impacto emocional no menos fuerte”.

Según Peregudov, como resultado de largas negociaciones, la viuda de Valentín Yashin ha accedido a participar en la película como asesora.

En el género del biopic no hay nada reprensible. En Occidente se ruedan cientos de películas de este tipo. Sobre jugadores de baloncesto, músicos, escritores, pintores o cualquier figura brillante.

Pero después de ver biopics occidentales sales con una comprensión de lo que puede llegar a lograr una persona, de lo importante que es ser libre y creer en tus propias fuerzas.

En los biopics rusos la moraleja es otra: para llegar a ser famoso y respetado hay que cooperar con el Estado. 

Andréi Arjanguelski es crítico de cine

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