El maestro futbolero detrás de la batuta

Durante su visita a Montevideo el director de orquesta Mijaíl Agrest demostró su pasión por el fútbol. Fuente: Mijaíl Agrest

Durante su visita a Montevideo el director de orquesta Mijaíl Agrest demostró su pasión por el fútbol. Fuente: Mijaíl Agrest

El director de orquesta Mijaíl Agrest vive y respira música. Pero en un alto de los ensayos del concierto que dio en el Teatro Solís de Montevideo mostró una faceta no tan conocida dentro de su dilatada carrera, primero como alumno predilecto del gran maestro ruso Valery Gérgiev y luego como director principal de la orquesta del célebre Teatro Mariinsky de San Petersburgo.

Agrest demostró ser un fanático del fútbol y un admirador de la selección uruguaya, a quien siguió y sigue a través de sus partidos internacionales.  

Fue la primera vez que Mijaíl Agrest visitaba Uruguay y en seguida se ensopó de la cultura culinaria local. “Desde que llegué estoy disfrutando de carne, carne y más carne, y también”, confiesa Agrest con una sonrisa amplia, sentado en una de las lustrosas butacas de la primera fila del teatro Solís, donde dirigió a la Orquesta Filarmónica de Montevideo en un programa basado exclusivamente en obras de Piotr Chaikovski, acompañado por la soprano Ekaterina Goncharova y el barítono Andréi Bondarenko.

El mejor líquido que encontró fue el vino tannat, que no conocía y que le agradó muchísimo.

Pero Agrest no solo se llevó de vuelta a Rusia sensaciones en su boca y en su estómago, sino que aprovechó uno de los pocos ratos libres de su corta estadía de cuatro días para comprarse una camiseta número 10 de la selección uruguaya con el nombre estampado de Diego Forlán.   

“Es que me gusta mucho el fútbol y admiro el juego de Forlán. En el último mundial de Sudáfrica apoyé a Uruguay, que jugó tan bien y fue tan expresivo dentro de la cancha. Fue muy emocionante”, dijo Agrest.

También tuvo palabras para su “colega”, el maestro Óscar Washington Tabárez. “Recuerdo que vi un informe sobre el sueldo que percibían los entrenadores de las selecciones en el Mundial de Sudáfrica, y el uruguayo era de los más bajos. De todos formas, fue capaz de hacer un gran trabajo y de llevar a su equipo hasta la cima de la competencia”, dijo Agrest.

Y lo comparó con los directores técnicos a los que recurre una y otra vez la selección de su país, como el holandés Guus Hiddink,  el segundo mejor pagado del mundo, aunque fue incapaz de lograr siquiera clasificar para la Copa del Mundo.   

“No sé cuál es el problema que tenemos en Rusia. Creo que la moraleja es que en fútbol no todo se resuelve con dinero y grandes nombres. Hay que poner mucho corazón y creo que el equipo uruguayo jugó con mucha pasión. Cuando me enteré de que veníamos a Uruguay dije: quiero tener la camiseta número 10”, explicó el director de orquesta.   

Embajador cultural

Pero la charla con el maestro Agrest no solo fue de fútbol y comida. El elegante Solís fue el marco perfecto para su debut ante el público uruguayo.

“Es un teatro hermoso, con un estilo que me recuerda a los sitios donde toqué en Italia. Es una verdadera joya, y uno se siente orgulloso de tocar en un lugar como este”, dijo el director, que se siente un auténtico embajador cultural de su país en estas tierras.    

El maestro realizó una visita relámpago a la capital uruguaya, donde dirigió a la Filarmónica, luego de pocos ensayos. “Si bien no tuvimos mucho tiempo para ensayar, fueron tres días de intenso y duro trabajo, y encontré muy buenos músicos. Disfruté mucho”, dijo Agrest, quien consideró que la orquesta municipal fue muy flexible, y que exigida por el poco tiempo de coordinación tuvo una buena comunicación.

Para Agrest, las composiciones de Chaikovski tienen cosas que decir sobre el presente. “La música es el lenguaje universal, a pesar de que estemos muy lejos de donde surgió. Esa es la base de su vigencia”, dijo.

Recordó, por ejemplo, la temperatura que hacía ese día en San Petersburgo (20 grados bajo cero), mientras un apacible otoño envuelve a Montevideo. “La música acerca a la gente a pesar de las distancias. La música de Chaikovski trata de la vida, de los sentimientos, del miedo y la ansiedad, de los sueños de las personas, de elementos que siempre nos rodearán como seres humanos. Su música va directa al corazón, no es necesario que seas un gran conocedor de lo clásico para que puedas entender qué es lo que se propone con una partitura. Cualquiera lo puede captar”, opinó Agrest.

El espectáculo que Agrest presentó en Montevideo se llamó “Música de la Ciudad de las Noches Blancas”, como parte del proceso institucional de hermanamiento de Montevideo con San Petersburgo, ciudad natal de Agrest, y del Teatro Solís con el prestigioso Mariinski. El maestro Gérgiev  fue quien inició este tipo de programas ocn conciertos temáticos dedicados a compositores rusos, con los que el Mariinski tuvo gran reconocimiento internacional.  

Se compuso de dos partes, dedicadas de manera íntegra a Chaikovski. Se interpretaron fragmentos de la ópera Evgueni Oneguin o el popularísimo adagio del ballet Cascanueces, así como varios movimientos de la Sinfonía número 5.

De esta forma Agrest cerró una pequeña gira por Sudamérica, ya que ntes de arribar a Montevideo, dio un concierto en el teatro Colón de Buenos Aires, con el acompañamiento de los mismos cantantes. Con una agenda bastante cargada, Agrest volvió a San Petersburgo. Para el resto del año tiene programados conciertos en Rusia (en San Petersburgo y Moscú) para el verano europeo, más una gira por Europa del Este que comenzará en Polonia a mediados de año.   

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