Ivolguinski Datsán: la capital espiritual del budismo ruso

Legion Media
Ivolguinski Datsán, fundado cerca de Ulán-Udé en 1945, es conocido en la actualidad como la capital espiritual de los budistas rusos. Es también el mayor complejo budista de Rusia.

El budismo apareció en Rusia en el siglo XVIII, pero lleva practicándose más de 700 años en la República de Tuvá, que se convirtió en parte del Imperio Ruso en 1914.

En el siglo XVIII, el líder de los budistas buriatos anunció que Catalina la Grande era la reencarnación de la omnisciente diosa sanadora Tara Blanca.

Más de 150.000 budistas vivían en Rusia a comienzos del siglo XX; había más de 150 sumes (templos menores) y 30 datsán

El nombre del monasterio en lengua buriata puede traducirse al español como “El Monasterio, donde la Rueda de la Enseñanza Gira, Llena de Alegría y nos Trae Felicidad”. En la tradición tibetana, los datsán están considerados como las “facultades” de las universidades budistas donde se estudia filosofía y medicina. Sin embargo, en Rusia se aplica este término no solo a la universidad budista sino también a un monasterio, seguramente debido al largo aislamiento del budismo de las influencias externas.

En la actualidad, Ivolguinski Datsán es un complejo monasterial que consta de ocho edificios, incluidos los templos, una biblioteca, y la única universidad budista de Rusia donde los estudiantes aprenden filosofía y medicina tradicional tibetana.

El Datsán es famoso fuera de Rusia, no solo por la calidad de su educación espiritual, sino también por el nombre Dashi-Dorzho Itiguílov, el líder de los budistas rusos a principios del siglo XX y socio del decimocuarto Dalai Lama. Antes de su muerte en 1927, Itiguílov pidió a los monjes que hicieran dos cosas: leer un réquiem especial y “visitar su cuerpo en 30 años”. Los monjes no osaron leer el réquiem mientras el maestro siguiera vivo. Entonces Itiguílov adoptó la posición de loto, comenzó a leer la oración y expiró.

Fue enterrado en esa misma posición en un sarcófago de cedro en Juje-Zurjen, cerca de Ulán-Udé. En 1957, cuando fue examinado por primera vez tras su muerte, ya había un pequeño templo sume y varias casas para lamas en Ivolguinski Datsán. No había signos de corrupción física en el cadáver. Completaron los ritos y cambiaron la vestimenta del cuerpo y lo volvieron a enterrar. El cuerpo incorrupto volvió a ser exhumado y enterrado en 1973.

Hay alrededor de tres millones de budistas en Rusia. El budismo es la tercera religión más extendida en el país.

El datsán siguió creciendo, se construyeron nuevos templos, y el número de monjes y lamas también aumentó. En septiembre de 2002 se volvió a excavar el sarcófago y los científicos, que siempre se muestran escépticos ante historias de milagros, sugirieron examinar el cuerpo. Los análisis mostraron que las extremidades de Itiguílov se mantenían flexibles y su piel, suave. Los expertos no pudieron explicar el fenómeno, pero los monjes sabían la respuesta. Llevaron el cuerpo de Itiguílov al Datsán y, junto con algunos voluntarios, erigieron para él un nuevo edificio, que resultó ser el más bello del Datsán.

Los peregrinos llegan al Datsán de regiones vecinas y del extranjero para ver el cuerpo incorrompible del duodécimo Jambo Lama. Se dice que Itiguílov asiste a aquellos que le piden ayuda. Durante las últimas décadas, el Datsán ha pasado de ser una pequeña casa azul a un gran complejo monasterial, con su invernadero Bodhi y corzos vivos que escuchan las oraciones de los monjes, quienes repiten las palabras que Buda dijo hace 2 500 años.

Cinco cosas que hay que hacer en Ivolguinski Datsán

1. Rodear el templo en la dirección de las manillas del reloj y girar los tambores jurde.

Según la tradición, los visitantes deberían caminar alrededor de un templo budista antes de entrar. Por el camino habrá tambores jurde, que contienen pergaminos con mantras. Los budistas creen que girar los tambores equivale a entonar una oración. 

2. Encender una vela.

En los templos budistas tienen su propio modo especial de encender velas. Ponen una nota con un nombre dentro de una gran espiral de velas de incienso, entonces la encienden y la cuelgan del techo. Cuando la nota comienza a agitarse con el humo o con el viento, eso equivale a una oración. 

3. Hablar con un lama.

Los lamas son muy amistosos y están siempre encantados de responder a cualquier pregunta. Es importante saber que, tras hablar con un lama, se suele hacer un donativo.  

4. Consultar al doctor.

Todas las universidades budistas forman a especialistas en la medicina tibetana. El doctor diagnosticará las dolencias mirando el pulso y haciéndote un té de hierbas para curar tus enfermedades. 

5. Ver a Itiguílov.

El cuerpo incorrupto se encuentra en un edificio separado del Datsán. Dicen que si lo tocas, todas tus enfermedades desaparecerán y tus deseos se harán realidad.  

Qué vestir y cómo actuar

Los lamas o monjes no te reñirán por llevar las prendas equivocadas o por no comportarte, porque la tolerancia es una de las bases del budismo. Sin embargo, si cumples con ciertos requisitos, te sentirás más cómodo y no avergonzarás a nadie.

- No llevar bolsos sobre los hombros. Llevar brazos y piernas cubiertos.

- No dar la espalda a las estatuas ni señalarlas con el dedo.

- En la salida hay un recipiente de agua llamado arshan. Toma un poco de agua con la mano derecha, pásala a la izquierda, bebe tres sorbos y vierte el resto sobre tu cabeza. Este es un ritual de purificación.

Símbolos budistas 

Estupa. Las estupas (o suburgan en la lengua buriata) simbolizan episodios de la vida de Buda. Pueden tener ocho formas diferentes que representan el nacimiento, las fases de iluminación y los milagros realizados por Buda. 

Azafrán. El color representa la libertad, la pureza y la revelación divina. La leyenda dice que los antiguos monjes solían vestir de blanco, pero, después de un baño, las ropas se habían vuelto de color azafrán.

El Árbol Bodhi. Es una especie de árbol genuina: el Higo sagrado. Ahora se puede ver en cualquier monasterio o templo budista. Bajo este árbol, Siddhartha Gautama logró la iluminación. 

Los gamos. Según la leyenda, cuando Buda daba su primer sermón sobre la primera vuelta de la rueda del Dharma a cinco ascéticos en un bosque, aparecieron dos gamos de detrás de los árboles. Estos escucharon al Maestro y desaparecieron en el bosque en cuanto finalizó el sermón. Desde entonces, los gamos han sido un símbolo de la aceptación de las enseñanzas. En los templos budistas se pueden ver estatuas de gamos. 

Paraguas. Un monje budista puede utilizar un paraguas para resguardarse del sol o de la lluvia, pero el paraguas es también un símbolo budista de buenas obras que protegen de los reveses del destino. 

Loto. Representa la pureza y es una metáfora clave del budismo, pues crece en agua sucia y cenagosa, pero siempre se mantiene impecable. 

Artículo publicado originalmente en ruso en Kultura.rf 

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