La experiencia antiterrorista de Rusia, útil para Europa

AP
Tras el atentado terrorista de Bruselas se cuestiona la labor de las fuerzas de seguridad belgas y la coordinación a nivel europeo. Rusia se ha enfrentado al terrorismo islamista desde los años 90 y cuenta con estrictas medidas de seguridad.

Tras el reciente atentado terrorista ocurrido en Bruselas, lo más probable es que otras capitales europeas vayan a sufrir un ataque. La gran pregunta que e plantea ahora es, ¿podrán las fuerzas de seguridad de los países europeos prevenir estos actos terroristas?

Las medidas pasivas, como un mayor control en los aeropuertos, en las estaciones y los espacios públicos no pueden detener a un terrorista preparado. Aunque está claro que complican y entorpecen la preparación de un ataque. Y esto da a los servicios de seguridad más oportunidades para conseguir información sobre lo que se planea y para prevenirlo. Cómo se hace esto- a través de informante, interceptando la comunicación, mediante estudios psicológicos de los detenidos o análisis de información- eso no es ahora tan relevante.

Rusia, que ha sufrido ataques terroristas desde los años 90, ha desarrollado medidas para prevenir estos actos. El personal de seguridad se forma con celo para detectar a los sospechosos dentro de una masa de gente, los billetes de avión y tren solo se pueden comprar presentando documentación y hay estrictas medidas electrónicas al entrar en los aviones y en determinados trenes. Además, se realizan detalladas inspecciones en los aeropuertos y en las principales estaciones de tren.

Estas medidas no salen de la nada. En agosto de 2004, dos mujeres suicidas fueron capaces de comprar sus billetes de avión sin utilizar documentación y por una pequeña mordida subieron a los aviones sin pasar por el control de seguridad. Hoy, 12 años después, es prácticamente imposible que se repita algo así.

Tras al explosión en el aeropuerto moscovita de Domodédovo en enero del 2011, los aeropuertos rusos se han convertido virtualmente en pequeños fuertes. En diciembre de 2013 una terrorista suicida no pudo entrar en la estación de tren de Volgogrado porque se habían instalado tornos y cuando vio que la policía se dirigía hacia ella hizo explotar su carga explosiva en la entrada, lo que redujo considerablemente el número de posibles víctimas.

Aún así, los ataques terroristas contra Rusia no se han detenido. La caída de un avión Airbus sobre el Sinaí en octubre del año pasado, en el que murieron 224 personas, fue un acto terrorista. Los investigadores creen que la bomba se colocó en el avión en el momento de carga, algo posible por las laxas medidas de seguridad en Egipto.

Los rusos que viajan a Europa se sorprenden muchas veces por las medidas de seguridad que encuentran en Europa. En la mayoría de las estaciones de tren y aeropuertos no hay puntos de seguridad en la entrada y apenas se ve a la policía en el metro, donde tampoco hay detectores de metales.

El caso de Israel

Aunque Rusia está lejos todavía de las medidas de Israel, que ante la amenaza terrorista ha implementado unas medidas de seguridad sin precedentes. El Estado judío no solo ha entrenado a sus ciudadanos para que sepan cómo actuar en caso de un ataque terrorista sino que también ha creado un sistema de vigilancia en lugares públicos.

Aunque esto tampoco ha impedido detener los atentados. Entre el 1 octubre de 2015 y el 21 de marzo hubo 33 personas muertas en actos cometidos por extremistas, aunque en la mayoría de los casos los muertos no excedían a una o dos personas en cada atentado. 

Aunque la situación en Europa es diferente y apenas sufre varios grandes ataques cada año. Al mismo tiempo, el potencial de la amenaza terrorista dirigido contra la UE es enorme. Las células terroristas son bastante pequeñas, gozan de autonomía y sus acciones son capaces de paralizar durante un par de días la actividad en una metrópoli europea.

Las fuerzas de seguridad europeas previenen muchos ataques que ni tan siquiera llegan a los medios, eso es normal. Aunque por cada célula que se detiene, y se prueba que es culpable en un tribunal, surgen varias más.

Al mismo tiempo, la implementación de nuevas medidas de verificación y el entrenamiento de las fuerzas de seguridad no va a ser la panacea. Al fin y al cabo, es posible que este tipo de cambios cree insatisfacción entre los residente en la UE, que no están acostumbrados a estrictas medidas de control y monitoreo por parte de la policía. Además, demasiado tarde para cambiar la política migratoria y ya hay millones de personas procedentes de África y Asia viviendo de manera permanente en Europa, y algunas de ellas con una ideología extremista. 

En cualquier caso, no es la primera vez que el radicalismo islámico es popular entre determinadas capas sociales europeas. Aunque asumamos que una coalición internacional es capaz de restablecer el orden en Oriente Próximo y que arrebata el territorio al Estado Islámico, las células extremistas no desaparecerán de Europa, ni tampoco sus ideas. Son como un proverbio ruso que dice que "no se pueden luchar contra ellas con pistolas". De modo que la UE solo tiene una salida: aprender de la experiencia rusa e israelí, fortalecer las medidas de seguridad, entrenar a sus ciudadanos en caso de que haya un ataque y crear nuevas unidades antiterroristas.

Artiom Kuréiev es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad de San Petersburgo y  miembro del think tank “Helsinki+” que protege los intereses de los rusos que viven en los países bálticos.

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