El Estado Islámico se globaliza tras un año de existencia

Hombre con bandera del Estado Islámico en Raqqa, Siria. Fuente: Reuters.

Hombre con bandera del Estado Islámico en Raqqa, Siria. Fuente: Reuters.

Hace un año, el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), era un grupo terrorista prácticamente desconocido, reveló su ambicioso proyecto global de restaurar el califato. Lo que parecía simple locura religiosa se volvió una siniestra realidad: el fuerte crecimiento de Estado Islámico por todo el mundo, desde Bangladesh a Francia y Gran Bretaña muestra que la verdadera frontera no se establece entre este y oeste, sino entre el Estado Islámico y el resto del mundo.

Los ataques violentos se repiten en diferentes puntos del planeta y además continúan las anexiones territoriales, como demuestran las batallas en los suburbios de Damasco. Mientras tanto, Rusia y Occidente han fracasado en formar un frente unido.

La matanza de civiles occidentales en Túnez, la decapitación de un directivo francés, la colocación de una bomba en una mezquita de Kuwait con 27 muertos y 200 heridos, fueron seguidos por otra serie de ataques. Esta semana, el Estado Islámico ha reivindicado un coche bomba contra dos líderes rebeldes houhti en Sanaa (Yemen) y la muerte de 28 personas, incluyendo ocho mujeres. Al día siguiente, decapitaron a dos mujeres en Siria: es la primera vez que este grupo decapita mujeres civiles.

En realidad, el año entero ha estado marcado por matanzas sin precedentes, perpetradas por este grupo extremista bien organizado y con motivaciones religiosas que masacra “infieles” con la esperanza de ganarse un billete de ida a un paraíso exclusivo para los verdaderos creyentes.

El Estado Islámico es la nueva y terrorífica amenaza que traspasa todas las fronteras existentes. Alexander Ritov, un experto del Instituto Estatal de Moscú para las Relaciones Internacionales (MGIMO) y subdirector del Instituto de Investigación del Mediterráneo y Mar Negro en el Instituto de Europa, valoró el nivel de alarma que debería observarse en todos los continente, para RBTH:

“No hay duda de que el Estado Islámico supone un gran peligro para el mundo entero y, en primer lugar, para el mundo islámico. El Estado Islámico representa una forma radical del islam, que es rechazada por el islam tradicional. Lo que está sucediendo en Irak y Siria es una vuelta al radicalismo medieval islámico”.

 

“Supone un peligro no solo para Occidente, para los 'cruzados' y el 'Gran Satán', sino también para los apóstatas, que en la gradación de enemigos del islam son los traidores locales que han abandonado el islam 'auténtico'. El islam de verdad, la esencia del Corán, está basada en la tolerancia y no tiene nada que ver con la violencia que extiende el Estado Islámico”.

¿Qué es lo que hace que el Estado Islámico sea tan atractivo para los nuevos reclutas que llegan tanto desde la empobrecida Bangladesh como desde la próspera Francia?

“El movimiento revolucionario, la mentalidad revolucionaria son parte de nuestro mundo. Está arraigado en el principio de igualdad. A diferencia del cristianismo, el islam no es jerárquico por naturaleza. Parece una religión democrática que tiene aproximadamente 1.000 millones de seguidores. Este tipo de radicalización atrae a personas que quieren luchar contra las desigualdades y repite o reproduce el apasionado movimiento revolucionario que tuvo lugar hace 100 años. Es infeccioso en las mentes jóvenes que quieren justicia y ven en las acciones de los radicales una oportunidad de crear un mundo más sencillo. La historia siempre se repite”, explica el académico.

La posición oficial de Moscú plantea una única alternativa posible: que todos los implicados se unan para combatir el terrorismo. El Estado Islámico y la filial siria de Al-Qaeda, Jabhat al-Nusra, han sido prohibidos en Rusia por orden judicial.

 

El Estado Islámico fue uno de los principales puntos de la agenda en la reciente visita a Moscú que realizó el ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid al-Moallen, quien se reunió con el presidente Putin. Fue sin duda la primera vez que Moscú ha realizado un llamamiento tan claro para construir una alianza unida que se enfrente al grupo terrorista.

Se recogieron palabras de Putin, quien afirmó que sus contactos con los líderes de Turquía y Arabia Saudí “muestran que todo el mundo quiere contribuir a luchar contra este mal”. También relacionó el desmoronamiento del régimen del Damasco con una ulterior degradación de la región. “Si cae el régimen de Assad, el siguiente objetivo del Estado Islámico serán Arabia Saudí y los estados del Golfo Pérsico”, dijo Putin.

No sirve para nada afirmar simplemente que es un “culto”, ya que solo un esfuerzo inmediato y coordinado puede coartar la expansión de estos militantes violentos. Tras la tragedia del 11S, el presidente Putin fue el primero en llamar a Bush. Hoy en día, no importa quién llame primero. Lo más importante es que se haga esta llamada que se necesita desde hace tanto.

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