Fuente: Ria Novosti
Tanto en Europa como en los EE UU se habla de que Rusia se ha embarcado en una guerra híbrida. Al mismo tiempo, parte de la opinión pública rusa acusa al Kremlin de ser "indeciso" respecto a Kiev y Washington. Da la impresión que no hay claridad respecto a los pasos de Moscú ni en Rusia ni en Occidente.
Hasta hoy, la estrategia del Kremlin es doble. Por un lado, trata de preservar la integridad territorial dentro de las fronteras de febrero de 2015, cuando se establecieron los Acuerdos de Minsk y trata de revitalizar el formato de Normandía para asegurar un acuerdo con Francia y Alemania.
Cuatro preguntas clave acerca de la crisis en Ucrania
¿Por qué el Kremlin no asestó un golpe definitivo en abril de 2014, cuando la propia condición de Estado ucraniano estaba amenazada? En este periodo entre la adhesión de Crimea (21 de marzo) y la tragedia de Odessa (2 de mayo), gran parte del sudeste de Ucrania estaba en un estado de alta conflictividad. En esos momentos, el Ejército ucraniano esta en una fase de despliegue. Si Rusia se hubiese implicado en una guerra híbrida contra su vecino, solamente tendría que haber reconocido las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
¿Por qué Rusia no ha empleado un mecanismo real de contrasanciones para hacer frente a Occidente? La respuesta rusa ha sido un embargo a la importación de alimentos provenientes de la UE y los EE UU, pero podría haber amenazado con socavar los sistemas de control de armamento y de no proliferación nuclear.
A pesar de la retórica, el Kremlin no se ha retirado del tratado de Reducción de Armas Estratégicas (New START, de 2010), ni del Tratado de misiles de corto y medio alcance (INF de 1987) y podría haber bloqueado las negociaciones en torno al programa nuclear iraní y acerca del régimen de control en los mercados de uranio y plutonio.
Al mismo tiempo, contaba con la opción de retirarse de la Convención de Armas Químicas de 1993 y paralizar el proceso de desarme. El rechazo de Rusia a colaborar en el espacio y temas de energía nuclear habría dañado a los EE UU.
¿Por qué Rusia no ha enviado tropas a Ucrania? El 1 de marzo del 2014, el Consejo de la Federación (equivalente al Senado) autorizó al presidente para enviar tropas a Ucrania. La condición para ello era la violación masiva de los derechos de los rusohablantes en la región de Donbass. Esa opción no se ejerció.
Tras el establecimiento del formato de Normandía, que incluye a Alemania, Francia y Ucrania, además de Rusia, el Kremlin revisó esta postura. En junio del año pasado el Consejo de la Federación revocó su propio mandato. A pesar de las hostilidades en Donbass, el Kremlin no ha barajado la opción de una restitución.
¿Por qué Rusia no ha ejercido una mayor presión económica sobre Ucrania? Es cierto que Gazprom canceló el suministro en junio del año pasado, pero este se restableció en diciembre. A pesar de la dificultad de las negociaciones, Gazprom ha llegado a acuerdos con la parte ucraniana, como por ejemplo la introducción de diferentes tarifas para verano o invierno.
Moscú no ha cerrado todos los contactos con las empresas ucranianas y no impide el paso a los trabajadores temporales que llegan desde este país. Tampoco solicita el pago inmediato de la deuda, lo que sería un gran problema para Kiev.
Ucrania en el marco de la seguridad europea
La situación se aclara al analizarla dentro del contexto la seguridad europea. Desde hace 50 años hay dos enfoques básico en el Viejo Continente. Por un lado, los atlantistas y por otro, los euroatlantistas.
Los primeros anteponen la relación con los EE UU, como garante de la seguridad, a los acuerdos entre los europeos. El Reino Unido, Holanda, Dinamarca y Noruega han sido algunos de los defensores tradicionales de esta visión. Los segundos reconocen el liderazgo estadounidense pero preteden limitar el ámbito de actuación de Washington mediante la firma de compromisos mutuos. Francia y Alemania, además de otros países de Europa occidental, apuestan más por este enfoque.
Desde mediados de los años 60, la diplomacia soviética favoreció el diálogo con los euroatlantistas. En la década de los 90, Moscú ha tratado de fortalecer el papel de la OSCE y de establecer un diálogo con Francia y Alemania. El conflicto de Kosovo fue un punto de inflexión, porque demostró que Francia y Alemania no estaban dispuestos a discutir con Washington, aunque podían ser interlocutores válidos entre Rusia y los EE UU.
Por su parte, desde 2004 Rusia ha criticado el aumento de la burocratización e ineficiencia de la OSCE y sus propuestas para reformarla han sido rechazadas.
El pasado 6 de junio, durante la celebración del 70 aniversario del desembarco de Normandía se pusieron las bases para un nuevo formato de negociación.
Poco después, el 2 julio, Rusia y Francia, Alemania firmaron un memorándum en Berlín para establecer un Grupo de Contacto sobre Ucrania.
Para superar la tensión en las relaciones entre Rusia y la OTAN, la mejor opción para el país euroasiático sería la mediación franco-alemana. Sin embargo, Angela Merkel se encuentra mucho más cercana a Washington que a Moscú y Hollande apoya a Kiev en cuestiones clave. La crisis ucraniana vuelve a confirmar la cercanía entre EE UU y Europa.
Una conferencia internacional sobre Ucrania podría congelar el conflicto, pero no mejoraría las relaciones entre Rusia y Occidente. Si Ucrania se 'balcaniza' la OTAN tratará de ampliar su influencia hacia el este lo máximo posible.
Un consecuencia de esto podría ser la erosión de la relación ruso-alemana, que ha sido tan importante para Rusia en los últimos 20 años. La cuadratura del círculo que busca el Kremlin es que haya una conferencia internacional y mantener el diálogo con Francia y Alemania. Rusia no pretende desmembrar Ucrania sino que se den pasos hacia una conferencia internacional y preservar el modelo de la relación con Alemania.
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Artículo publicado originalmente en Russia Direct.
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