Moscú y Pekín se acercan y tratan de mantener sus intereses nacionales. Fuente: EPA
El ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Wang Yi, visitó Rusia del 6 al 8 de abril. El motivo oficial de su visita era preparar el próximo viaje de Xi Jinping a Moscú, previsto el mes que viene. Yi se entrevistó con algunos altos cargos del gobierno ruso, entre ellos el presidente Vladímir Putin.
Esta gran atención mostrada hacia el huésped chino únicamente puede deberse al hecho de que a día de hoy China es la segunda mayor potencia del mundo. Además, según representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, “durante los últimos años, las relaciones entre Rusia y China han alcanzado el grado más alto de su historia en cuanto a la cooperación comercial y estratégica”. Y esto atañe tanto a las relaciones bilaterales como a la situación global en general.
Moscú lleva tiempo planeando el refuerzo de la parte oriental de su política exterior, aunque la crisis en las relaciones con la UE ha provocado la resolución de esta tarea a marchas forzosas.
En parte por esta razón, durante los últimos dos años Vladímir Putin y Xi Jinping, según el ministro Wang Yi, “han alcanzado 107 acuerdos, de los cuales 55 ya se han llevado a cabo, 21 proyectos contemplan obras de construcción a largo plazo y 31 se están desarrollando en estos momentos”. Evidentemente, los más importantes de ellos han sido los contratos sobre el suministro de gas.
Además, estos dos países podrían comenzar a llevar a la práctica varias ideas sobre proyectos conjuntos de transporte entre China y Rusia (es posible que durante la visita de Xi Jinping a Moscú se firmen varios documentos en este sentido).
Finalmente, la Federación de Rusia y la República Popular China comparten la misma visión sobre los problemas regionales, sobre todo en lo que concierne a Corea del Norte. Tanto Moscú como Pekín están interesados en un desarrollo estable de la situación en la península de Corea y no desean una unificación de las dos Coreas según el modelo y las condiciones estadounidenses.
“En Washington, Tokio y Seúl hace tiempo que consideran la unificación de Corea y su adhesión a una alianza político-militar trilateral EE UU-Japón-Corea, a la que ya se ha unido Australia mediante ciertos acuerdos para la cooperación militar con esta tríada. La aparición de esta alianza en nuestras fronteras del Extremo Oriente equivaldría a la creación de un clon de la OTAN en la región cubierto por el escudo antimisiles estadounidense, cuyo despliegue en el Nordeste Asiático tendría mucho mayor alcance que en Europa”, opina el director del Centro de Investigaciones de Corea del Instituto del Extremo Oriente de la Academia Rusa de Ciencias, Alexander Zhebin.
Además, la postura de China sobre los asuntos internacionales podría volverse más agresiva próximamente, sobre todo en las cuestiones que atañen a Asia Oriental y a Oriente Próximo.
Para Moscú esto puede convertirse en un problema, aunque, afortunadamente, la cooperación ruso-china no es imperativa, no existe la obligación de aliarse con China en condiciones de socio menor. Moscú tiene la opción de escoger.
Por ejemplo, cuanto más turbias se vuelvan las relaciones ruso-chinas, más importancia adquirirá Rusia para los enemigos de Pekín en Asia Oriental, ante todo para Japón, Vietnam y Corea del Sur.
Rusia no debe jugar demasiado tiempo al juego de la amistad indestructible con China, ya que estos países podrían contemplar a Rusia como un socio perdido para siempre y buscar otros ayudantes en su tarea de contener a China.
Sin embargo, el problema reside en el hecho de que Rusia es a día de hoy un socio prácticamente sin alternativa en este complicado asunto. La combinación de las fronteras con China, su posición en la región de Asia Central, de vital importancia para Pekín, así como la propiedad de unos recursos naturales igual de importantes para China (cuyas vías de suministro son altamente seguras, a diferencia del suministro procedente de Oriente Próximo) otorgan a Moscú una acción de oro en el futuro conflicto.
Sin su apoyo, o como mínimo sin su neutralidad, la victoria de cualquiera de las dos partes en este conflicto será una tarea extremadamente complicada.
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El país eslavo perdió prácticamente todos los vínculos que había establecido con EE UU y los países europeos durante las dos décadas anteriores. En este escenario, el gobierno ruso ha tenido que revisar sus prioridades en materia de política exterior y buscar nuevos socios.
Publicado originalmente en ruso en Expert.
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