Señor, camarada, ciudadano: formas de tratamiento en ruso

Dibujado por Niyaz Karim

Dibujado por Niyaz Karim

En ruso, para dirigirse a una persona existen miles de maneras distintas: con cariño, con respeto, de forma vulgar u formal… De este modo, la manera de dirigirse a un interlocutor indica incluso qué posición social ocupa una persona respecto a otra. ¿Qué forma escoger para evitar una situación incómoda? Para ello existen unas normas especiales y un protocolo.

En la Rusia zarista existían varias decenas de fórmulas distintas para dirigirse a alguien, algunas de ellas incluso fijadas por la ley. La llamada “tabla de rangos” establecía una jerarquía de 14 rangos estatales a los que había que dirigirse de distinto modo: desde Vashe vysokoprevosjodítelstvo (Su Excelencia) en las posiciones más altas hasta Vashe blagorodie (Su Señoría) en las más bajas.

Las formas de respeto más comunes eran Vasha chest (equivalente a: Su Señoría), Vasha mílost (Vuestra merced) o Milostivy gosudar (Estimado Señor); la versión reducida de esta última, Súdar (en femenino Sudárynia), se convirtió en la forma de tratamiento más extendida independientemente del rango.

A menudo también se utilizaban otras formas algo irónicas (con un matiz de respeto pero sin demasiado entusiasmo): Bátiushka  (literalmente: padre), Pochtenny (lit. honorable), Mileishi (Estimado) o Golubchik (literalmente “pichón”, se utilizaba como “querido”).

La Revolución de 1917 destruyó la división de clases en la sociedad y todas estas formas pasaron a ser arcaicas casi inmediatamente. El protagonista de la novela Corazón de perro, de Mijaíl Bulgákov (cuya acción transcurre en los años 20), el profesor y cirujano Preobrazhenski dice: “El doctor Bormental y yo le llamaremos ‘señor Shárikov’”a lo que este responde ofendido: “Yo no soy ningún señor, los señores están todos en París” (refiriéndose a la masiva emigración rusa). Únicamente quedaron dos formas permitidas: la forma de uso general (y de mayor confianza) Továrisch (Camarada) y la más formal (cuando se hacía hincapié en la distancia entre los interlocutores) Grazhdanín (Ciudadano).

En la película de mediados de los años 50 titulada El caso Rumiántsev, el protagonista, sospechoso de un crimen, se dirige al policía que le está interrogando con la expresión “Továrisch kapitán!” (¡Camarada capitán!), tras lo cual el policía le responde severamente: “¡Hasta un lobo de Tambov es camarada tuyo!”. Esta expresión ganó una gran popularidad y se convirtió en una frase hecha. La opción 'correcta' en esta situación habría sido “Grazhdanín nachálnik!” (nachálnik hace referencia al jefe de la policía).

En la época postsoviética, la forma de tratamiento Továrisch comenzó a dejar de usarse: ahora a menudo identifica la pertenencia de quien la emplea al Partido Comunista o simplemente remite a la época soviética.

En el lenguaje cotidiano se ha formado una laguna, una especie de vacío que desde hace veinte años no ha encontrado el candidato adecuado. Si bien para las situaciones más formales se ha recuperado la palabra Gospodín (Señor), en el lenguaje cotidiano hoy en día no existe ninguna forma de tratamiento.

El intento de recuperar la forma Súdar fracasó, y hoy en día las formas que más se emplean para dirigirse a alguien son Molodói Chelovek (literalmente “joven”, para los hombres) o Dévushka (para las mujeres), aunque cuando se utilizan para dirigirse a personas no tan jóvenes suenan algo cómicas, mientras que las formas Muzhchina o Zhénschina (literalmente “hombre” y “mujer”) suenan muy vulgares.

También existen algunas formas que hacen referencia al papel que desempeñan algunas personas (por ejemplo, a un taxista es posible dirigirse con la expresión “Komandir!” (¡Comandante!) o “Shef!” (¡Jefe!), y a un camarero en un restaurante se le puede llamar diciendo “Liubézny!” (Literalmente “querido”).

Cuando alguien desea preguntar algo a un desconocido, generalmente comienza su discurso con un modesto “Izvinite…” (Disculpe…). Aunque en la palabra Izvinite existe un matiz importante: la terminación “-te” implica que estamos dirigiéndonos a nuestro interlocutor de usted.

En Rusia se da mucha importancia a la diferencia entre el “tú” y el “usted”. A los desconocidos y a las personas mayores se les trata obligatoriamente de usted; pasar a tutearse implica el paso de una relación formal a una relación de mayor confianza (por ejemplo, cuando dos personas se sientan juntas a la mesa beben simbólicamente “por la confraternidad”) y se produce por consentimiento mutuo, ya que si uno de los dos interlocutores se decide unilateralmente a ello, esto se interpreta como un descaro.

Hay que tener en cuenta que esta norma no rige en las relaciones entre hombres de bajo nivel cultural, donde no se contempla la cortesía y se suelen emplear formas de tratamiento como “Muzhik!” (que hace referencia a un hombre fuerte y valiente), “Bratán!” (Derivado de Brat, que significa “hermano”) o “Zemelia!” (derivado de Zemliak, “paisano”).

En ruso, la manera de dirigirse a alguien por su nombre y patronímico también tiene un significado especial: en situaciones en las que los jóvenes se dirigen a los mayores o un subordinado a su superior, así como en otras situaciones que exigen mostrar respeto al interlocutor, el hablante añade al nombre de su interpelado el nombre de su padre (el patronímico). Por ejemplo: “¡Iván Petróvich!” o “¡María Aleksándrovna!”. En las relaciones de amistad y confianza también puede utilizarse (con ironía) únicamente el patronímico (no “¡Iván Petróvich!”, sino simplemente “¡Petróvich!”).

En la época soviética, en los órganos de poder del Partido Comunista existía a todos los niveles un protocolo bastante raro, que establecía que las personas debían dirigirse entre ellas por el nombre y el patronímico, pero tuteándose: en esta fórmula de tratamiento se combinaban la muestra de respeto formal y el acento sobre la “hermandad” y “igualdad” que dictaba la ideología.

En la actualidad, en algunas instituciones donde trabajan mujeres se puede oír otra forma “híbrida”, como “¡Tánechka Andréyevna!”, en la que la muestra de respeto, marcada por la presencia del patronímico, se suaviza por la forma del nombre propio en diminutivo cariñoso.

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