Arbat: la pasión de la codicia

El Nuevo Arbat. Fuente: Román Kiselev

El Nuevo Arbat. Fuente: Román Kiselev

Arbat es uno de tantos sitios enigmáticos de la capital. Esta parte del territorio de Moscú, se construyó ya en el siglo XIV. Hace 500 años de aquí salían las carreteras que llegaban a los países bálticos y a Smolensk. Y por estos caminos llegaban a Moscú gentes arriesgadas y comerciantes. Traían diferentes objetos para cambiarlos por dinero.

Una pequeña mansión en el callejón Seriébranni, en el viejo Arbat, en el siglo XVIII, fue adquirida por el comerciante Iván Trushkin, que habiendo hecho fortuna con su negocio de pieles, siempre soñó con trasladarse de su pequeña ciudad siberiana al centro de Moscú. Compró la casa por un precio módico, a un comerciante que había conseguido todo su dinero jugando a los dados. Iván Trushkin era una persona formal, despreciaba los juegos de azar y no se relacionaba con gentes mezquinas. Pero en una ocasión, un extranjero le hizo una buena compra de pieles. Por la alegría de la exitosa venta, el comerciante invitó a su casa a comer al osado comprador. El extranjero le habló a Iván de un nuevo juego de azar que tenía embebida a toda Europa. El comerciante, por naturaleza reacio a estos juegos, ese día sintió un irrefrenable deseo de jugar. En cuestión de unas horas perdió todo lo que había conseguido con tanto esfuerzo y se vio obligado a vender la casa e irse de Moscú.

Lo que le sucedió a Iván Trushkin, no sorprendió en absoluto a los residentes de Arbat. Historias parecidas con personas diferentes habían ocurrido cientos de veces. Esto lo explicaban los veteranos del lugar con el hecho de que Arbat hacía tiempo era un lugar prisionero del azar, y la razón principal era la existencia de la Casa de la Moneda que estuvo ubicada en un tiempo en el viejo Arbat. El callejón llamado Dénezhni, que significa 'callejón del dinero', recibió su nombre en honor al barrio de los artesanos de la Casa de la Moneda aquí ubicado, y donde en el siglo XVII, se puso en marcha una máquina de martillado que empezó a fabricar monedas para el Tesoro público del zar Alexéi Mijáilovich Románov.

El Viejo Arbat. Fuente: flickr / appaIoosa

Un día por la noche, a la Casa de la Moneda trajeron unas cuantas decenas de cofres llenos de joyas de oro, vajilla de plata y monedas de ultramar. Ante la pregunta de los trabajadores sobre el origen de tamaña riqueza, el empleado del zar les comunicó que todo esto pertenecía al hacía poco ejecutado bandido, conocido como Mishka Makárev que había mantenido a todo el mundo aterrorizado hasta que lo atraparon. Todos los objetos de oro y plata se pesaron y se separaron, después se fundieron y de ello se imprimieron monedas a mano. La masa de dinero creció convirtiéndose en un infinito torrente. La energía destructiva de este dinero se iba acumulando poco a poco en la Casa de la Moneda.

Los primeros que sintieron esta energía negativa fueron los trabajadores de la Casa de la Moneda y los habitantes del barrio del Dinero en Arbat. De repente, empezaron a comportarse de una forma desenfrenada, se inclinaron a la bebida y al robo y a más de uno lo sorprendieron jugando a los dados con dinero. A muchos los reprendieron severamente. Uno de los obreros encontró en uno de los cofres una gema violeta que colgaba de una cadena de plata. Fascinado por la piedra, se la guardó en el bolsillo y burlando a los guardias, consiguió sacarla de los límites de la Casa de la Moneda. Pero no podía imaginar entonces hasta qué punto esa piedra cambiaría su destino.

En poco tiempo, Arbat se convirtió en una de las principales calles de la ciudad. Aquí se instalaron ricos comerciantes, se abrían múltiples tiendas caras y tabernas. El lugar empezó a atraer a los amantes de los juegos de azar.

 

Ferrari en el Nuevo Arbat. Fuente: Román Kiselev

Uno de los primeros lugares de azar en Arbat fue la plaza Sobáchaya (o plaza de los perros). Se ubicaba aproximadamente en aquel lugar donde hoy en día Novy Arbat se cruza con el Anillo de los Jardines. El nombre procede de que en el siglo XVI y XVII aquí se encontraban las perreras de los zares donde custodiaban perros cuya fuerza hizo que se convirtieran en leyenda y mito.

También se empezaron a utilizar los perros en uno de los juegos de azarmás crueles que se han inventado nunca hasta que en 1867, por orden de Catalina la Grande, se prohibió envenenar a los perros.

El obrero de la Casa de la Moneda que había robado la amatista violeta decidió venderla y al pasar al lado de la plaza de los perros, vio una multitud. Ante los gritos de la gente y los ladridos de los perros se acercó a mirar el espectáculo. Decidió apostar y ganó. Nunca había visto tanto dinero junto. Parecía un milagro. Guardó el dinero y su amuleto y se fue. Realmente era una piedra especial. El antiguo amuleto había pasado por muchos dueños y a todos les había traído suerte, hasta pasó por el Kan tártaro Kuchum, pero igual que le trajo suerte, le trajo también la desgracia y murió.

La energía que había traído aquel dinero a Arbat, se tansmitía y atraía a cientos de nuevos asiduos, bandidos y jugadores.

Vanka-Kainfue un famoso ladrón de la época que mantenía en el terror a todo Moscú, organizaba en Arbat todo tipo de juegos de azar en los sótanos. En una de esas casas de juego de Vanka Kain, entró un mendigo, de nombre, Matvéi, el cual contaba apenas con unos 70 kopeks que había recogido. Ganó a todos, una jugada detrás de otra. Algunos advirtieron que tras cada juego, Matvéi sacaba un extraño amuleto, una amatista violeta que colgaba de una cadena de plata, la besaba y la volvía a guardar. Vanka Kain decidió librarse del afortunado mendigo y lo condujo hacia un laberinto de donde no había salida. Al cabo de unos días, Vanka Kain, acudió al pasadizo donde encontró el cuerpo de Matvéi. Recogió todo el dinero ganado y la misteriosa amatista violeta de la cadena de plata. Pero Vanka no pudo probar la fuerza de la piedra. En poco tiempo le arrestaron.

Durante la guerra de 1812, Arbat fue prácticamente quemado por las tropas de Napoleón incluidas las casas de juego de Vanka Kain. Pero la energía del dinero, sumergida bajo estos lugares cientos de siglos no había desaparecido, al contrario, recobró fuerza. Y en los años 20 del siglo XIX, Arbat se reconstruyó y pasó a ser una zona aristocrática del centro de Moscú, donde se asentó la nobleza. No es casual que aquí viviera el gran poeta y amante de los juegos de azar, Alexander Pushkin, al que precisamente en Arbat le pronosticaron que moriría en un duelo en 1837, víctima de un hombre de cabello cano.

A finales del siglo XIX, en el lugar de los aristócratas arruinados, empezaron a llegar grandes comerciantes millonarios. De nuevo la energía del dinero comenzaba a influir en la gente. Querían nuevas y más nuevas sensaciones y el simple juego de cartas no podía satisfacer el pasional deseo de experimentar el destino una y otra vez. En esta época, en Arbat, aparecen juegos, en los cuales la apuesta era… la vida: la ruleta rusa. Basado en la teoría de que la vida del ser humano está sometida a la casualidad mística.

Después de la revolución de 1917, los juegos de azar fueron severamente perseguidos considerándose el juego para las autoridades soviéticas una actividad de criminales, bandidos y presos. Pero esto no disminuyó el deseo de la gente de jugar, al contrario, lo aumentó. La gente buscaba la forma de aumentar la adrenalina en la sangre. Y en la URSS donde se luchaba por la dignidad moral del hombre soviético, la Loto rusa no fue el único juego de azar permitido.

Arbat, de nuevo se convirtió en el centro del azar. Y la energía del dinero de Arbat no se esfumó, sino que se escondió en las numerosas y misteriosas tiendas de anticuarios de Moscú que atraían a todo tipo de estafadores que se deshacían aquí de objetos defectuosos y redimían el oro, las joyas y la divisa extranjera que estaba prohibida poseer por los ciudadanos soviéticos.

En los 60 del siglo XX se decidió construir la avenida Kalininski que enterró parte de las viejas construcciones de Arbat, desapareció la legendaria plaza de los perros y Arbat quedó dividido para siempre en dos partes. El Viejo Arbat y el Nuevo Arbat.

El Nuevo Arbat atrajo a innumerables gentes y en los años de la perestroika aparecieron aquí los primeros casinos, cientos de mesas de juego y miles de máquinas de juego.

En el 2009 una ley hizo que desaparecieran todos los negocios de juegos de Arbat pero la energía del dinero seguirá renovándose....

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