La informalidad lastra los buenos datos del empleo en Rusia

La informalidad representa el mayor desafío para el empleo en Rusia. Fuente: flickr / f_lynx

La informalidad representa el mayor desafío para el empleo en Rusia. Fuente: flickr / f_lynx

La buena situación general del empleo se ve empañada en la Federación por la informalidad, que ha aumentado en los últimos años de crecimiento económico. Aunque no hay acuerdo sobre su magnitud exacta, gobierno y expertos coinciden en su importancia. Según estudios recientes, el empleo informal contempla un segmento superior, de carácter voluntario, y uno inferior, vinculado con oportunidades escasas. Enfocada por el momento en vigilar y castigar, la política debe reconocer esa complejidad.

Con la economía europea en plena crisis, Rusia parece el paraíso en materia de empleoSegún la última actualización de su Servicio Federal de Estadísticas (Rosstat), en mayo, sólo el 5,2% de la población activa estaba desempleada. La tasa de paro se ha mantenido además históricamente baja. Su cuota más alta (febrero de 1999) superó apenas el 14%, mientras la crisis de 2009 no logró subirla del 9,4%.

La situación del empleo en Rusia es buena, en todo caso, no sólo en ocupación. De acuerdo con la OCDE, el país euroasiático detenta también buenos resultados en empleo juvenil, brecha de género y desempleo de larga duración. En todos ellos, la Federación se encuentra mejor que el promedio de los 36 países estudiados por la OCDE.

Informalidad

Pero el mercado laboral ruso no es un compendio de virtudes. La comparación con la OCDE oculta problemas preocupantes. Aunque la brecha de género es, por ejemplo, menor, todavía es importante y a los jóvenes les sigue costando encontrar un trabajo (el 15% está desempleado).

Sin embargo, la informalidad representa el mayor desafío. Según el Rosstat, aumentó considerablemente en los últimos años de crecimiento económico: del 12,4% en 1999 al 16,1% del empleo en 2011. Si se considera a aquellos que se ocupan al tiempo formal e informalmente, el porcentaje subiría al 18,4%.

Varios ministros han puesto recientemente estos datos en perspectiva. De acuerdo con el Ministro de Desarrollo Económico, Andréi Beloúsov, “cerca de 18 millones de personas trabajan en el sector informal”. Según los cálculos del Ministro de Finanzas, Antón Siluánov, ésta “representa entre el 15 y el 20% del PIB”.

Los expertos cuestionan, no obstante, la exactitud de los datos gubernamentales. Un estudio elaborado recientemente para la OCDE por Hartmut Lehmann y Anzelika Zaiceva, de las Universidades de Bolonia y Modena, respectivamente, aclara el panorama.

Para el estudio, “la magnitud de la informalidad varía según la definición que se use”. De acuerdo con sus estimaciones, “entre el 7 y el 20% de los empleados y el 45 y el 70% de los autónomos son informales”. (Ver recuadro al final del texto)

Estructura

El debate sobre la definición y sobre la magnitud de la informalidad es tan enconado por su profunda complejidad.

Algunos estudios han tratado de describir su estructura. Irina Merkuryeva, de la Universidad Estatal de San Petersburgo, es una de las voces más autorizadas. Tras un robusto análisis cuantitativo, Merkuryeva concluye que “el empleo informal comprende a individuos con perfiles y motivaciones distintas... Los diferentes perfiles explican que la informalidad haga parte tanto del segmento superior como inferior del sector empresarial”.

Mientras el segmento superior es delgado, el inferior es, sin embargo, grueso. Según Lehmann y Zaiceva, aunque no son necesarias, las condiciones de hombre, joven, formación pobre y empleo en  comercio y construcción amplían la probabilidad de que el trabajo sea informal cualquiera que sea la definición usada.

Pese a ello, son muchos quienes subrayan que la informalidad ha jugado un papel positivo en los últimos años. Para Vladímir Gimpelson, director del Centro de Estudios del Mercado Laboral de la Alta Escuela de Economía de Moscú, “la informalidad sirvió como mecanismo para hacer frente a los choques negativos de la transición económica”.

Rostislav Kapelyushnikov (de la Academia de Ciencias de Rusia), Andréi Kuznetsov (de la Universidad de Central Lancashire) y Olga Kuznetsova (de la Universidad Metropolitana de Manchester) comparten el análisis. De acuerdo con sus cálculos, la tasa de empleo ha sido anormalmente estable y alta en Rusia gracias a que el sector informal ha ejercido de bisagra, ofreciendo flexibilidad en el tiempo de trabajo y la remuneración.

Varios analistas coreanos van más lejos. Para Byung-Yeon Kim (de la Universidad Nacional de Seúl) y Youngho Kang (de la Universidad de Colorado), la economía informal ha sido la incubadora del crecimiento económico. Kim acentúa que “la experiencia previa como autónomo no registrado aumenta la probabilidad de convertirse en empresario activo y mejora la probabilidad de éxito”.

Yuri Timoféiev, de la Escuela de Finanzas y Administración de Frankfurt, pone en su sitio estas ventajas. En un estudio presentado hace unas semanas sobre el efecto del sector informal en el ingreso de los pobres de la Federación, asegura que “el sector informal ha brindado estabilidad social en la transición económica” -con salarios entre 1,5 y 5 veces mayores que el mínimo oficial de subsistencia, en el marco de una cobertura ínfima del seguro de desempleo-, “pero no ha sido suficiente para aliviar la pobreza”.

Seguro de desempleo

Uno de los rasgos de la economía rusa es la escasa cobertura del seguro de desempleo. En mayo de este año, había 3.9 millones de desempleados, pero sólo un millón (el 25%) estaba oficialmente registrado como desempleado. Y no todos los registrados recibían beneficios. A finales del 2012, por ejemplo, solo el 80% de los registrados lo hacía. En total, por tanto, apenas el 20% de los desempleados recibía en Rusia seguro de desempleo.

Vigilar, proteger, estimular

El gobierno ha hecho énfasis en el daño fiscal de la informalidad. Según los cálculos del Ministerio de Finanzas, el país deja de recaudar cada año cerca de 90.000 millones de dólares en impuestos.

No le falta razón en lo injusto del fenómeno. Quienes cumplen sus obligaciones fiscales se ven exigidos a cubrir el desfase en la financiación de bienes comunes. La informalidad es también ineficiente desde el punto de vista económico, al desincentivar inversiones significativas en capital físico y humano.

Pero el acento en el agujero fiscal pierde de vista la dramática vertiente inferior de la informalidad. Una buena parte de los trabajadores informales se emplean de manera penosa movidos por la necesidad.

No será por ello suficiente con extremar la vigilancia sobre la actividad económica, persiguiendo a los defraudadores. El enfoque deberá ser necesariamente diferencial, tomando en cuenta los distintos perfiles y motivaciones que reúne la informalidad. Y deberá ser proactivo y propositivo.

En el segmento superior, se trata sobre todo de alterar el análisis costo-beneficio de operar en la formalidad, buscando tanto reducir las desventajas (por ejemplo, burocráticas e impositivas) como profundizar las ventajas (ampliando, por ejemplo, el seguro de desempleo).

En el segmento inferior, el desafío consiste en brindar oportunidades para entrar en el sector formal y mejorar las condiciones de trabajo. Allí, como asegura Timoféiev, será necesario llegar a un equilibrio, avanzando en la protección social mientras se mantiene la capacidad de generación de empleo que ha brindado tradicionalmente el sector informal.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el empleo informal es la suma del empleo en empresas informales y el empleo informal en empresas formales. El primero hace referencia al trabajo en empresas no registradas y/o pequeñas (menos de 5 trabajadores) que no están constituidas como entidades jurídicas propias y no mantienen los registros de su actividad. El segundo alude a empleos que carecen de protección jurídica y beneficios sociales básicos frente al desempleo, la enfermedad o la jubilación.

En la definición de la OIT, la informalidad es distinta de la ilegalidad, al abarcar actividades que podrían registrarse frente a las autoridades.

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