Cheerleaders, la salsa del deporte ruso

El fenómeno de las cheerleaders en el deporte profesional ruso es relativamente reciente, surge por primera vez en 1996 y tarda algunos años en generalizarse.

 

Fuente:ska.ru

Por sus propias características, el baloncesto es el deporte preferente para las animadoras, el que deja más margen al lucimiento: disciplina indoor, tiempos muertos frecuentes y suelo de parquet. “Nuestro estilo es diferente, no cantamos ni agitamos pompones como en EEUU. Aquí lo que importa es la calidad del baile”, explica Elena Solodovnikova, jefa de animadoras del Jimki moscovita.

Su grupo, por cierto, es famoso por un espectacular número al final de los terceros cuartos, al ritmo de ‘Personal Jesus’ (Depeche Mode) y que termina con una animadora subida al aro de la canasta.

“Nuestro grupo es único porque las 10 animadoras tienen formación en gimnasia rítmica o artística”, narra María Dozdova, del Tryumph Liberty, equipo de baloncesto de la región de Moscú.

Ella compagina la animación con otro empleo como instructora en un gimnasio de la capital. Se trata de un caso habitual porque, aunque las cheerleaders en Rusia suelen cobrar por su trabajo, es una ocupación a tiempo parcial que no da para ganarse la vida, sólo las ‘Red Foxes’ del CSKA (las más famosas de Rusia, sino de toda Europa) cobran por encima de los 1.000 euros mensuales.

La mayoría son estudiantes de últimos años de carrera, exgimnastas que se quedaron por el camino o, como María, monitoras en gimnasios o escuelas de danza.

Los grupos de cheerleaders se ponen en marcha por lo general dos meses antes del inicio de la temporada, organizan un casting para nuevas chicas y diseñan los vestidos y coreografías, en ningún caso menos de siete. Si el equipo disputa competición internacional, no es extraño que el grupo prepare algún baile en honor al rival. Por ejemplo, las ‘Red Foxes’ tienen en su repertorio un número de inspiración flamenca que utilizan cuando el CSKA juega Euroliga en casa contra equipos españoles, algo que esta temporada ha sucedido nada menos que cinco veces.

Algunos clubes rusos, al igual que todos los norteamericanos, incluyen cláusulas en los contratos de sus animadoras que explícitamente prohíben mantener relaciones con jugadores del equipo. De hecho, los entrenamientos se programan de tal manera que no se tengan que cruzar en el pabellón.

Sin embargo, se conoce algún caso de relación entre jugador y animadora, sin ir más lejos en el CSKA. Y de todas formas, el trabajo de cheerleader no deja de ser un buen escaparate, por ejemplo, el futbolista del Spartak Diniyar Bilyaletdinov se casó en 2011 con María Pozdnyakova, a la que conoció cuando formaba parte de las Red Foxes.

Durante varias temporadas se organizó un concurso de cheerleaders de los equipos rusos de baloncesto, un certamen en el que cada grupo presentaba cinco coreografías a un jurado. Solía ganar el CSKA, aunque hubo rumores de amaño.

Para evitar suspicacias, la liga Báltica ha organizado este año un concurso de belleza con jurado popular, los internautas pudieron votar a través de la web oficial y elegir a ‘Miss Chearleader’. Tras meses de rondas previas, la ganadora fue Veronica Tepliakova, animadora del del Tsmoki Minsk, estudiante de Ciencias en la Universidad Estatal de Bielorrusia y que tras su victoria se ha inscrito en una agencia de modelos.

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Las bajas temperaturas dentro del pabellón son una limitación pero no un impedimento para que los clubes rusos de hockey tengan también grupos de cheerleaders, que se sitúan en una tribuna en la grada (salvo en la presentación del equipo) y en ocasiones visten pantalones largos para combatir el frío. En su caso se limitan a animar con pompones, y es que el espacio en la tribuna no da para muchas filigranas.

También hay cheerleaders en los partidos de voleibol, aunque su liga es menor y tiene por tanto mucha menor trascendencia. En los últimos años el fenómeno ha llegado al deporte rey, el fútbol. Clubes como el Zenit o el Spartak cuentan con grupo de animadoras, que saltan al césped durante la previa y el descanso de los partidos.

Su labor es complicada debido a las inclemencias meteorológicas (frío y lluvia), pero principalmente por la distancia respecto a la grada: desde la tribuna apenas se puede ver lo que sucede en el centro del campo si no es con prismáticos, más aún si el estadio tiene pista de atletismo, como es el caso tanto de Luzhnikí como de Petrovski.

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