Documental muestra la vida de los rusos en México

Fuente: Instituto Ruso Mexicano de Cine y Actuación

Fuente: Instituto Ruso Mexicano de Cine y Actuación

El pasado 14 de Abril se llevó a cabo, en el Instituto Ruso Mexicano de Cine y Actuación (IRM), la presentación del documental El Tren Transoceánico. Historias de Rusos en México.

La obra forma parte de la serie “México, Puerto de Llegada” y está producida por  el canal de televisión de la Universidad Nacional Autónoma de México (TV UNAM),  dirigida por la documentalista mexicana Laura Martínez Díaz, quien anteriormente ha grabado para la misma serie “Libaneses en México”, “Italianos en México” y “Chinos en México”.

Indirectamente, el antecedente de este documental es la publicación en ruso, por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia y la Embajada de Rusia en México, del libro “Rusos en México” (“Russkiye v Mexike”); obra  realizada por la periodista Inna Vasilkova, que sirvió como una suerte de guión para la realización del documental.

La tarde era perfecta. Acabábamos de pasar al horario de verano. A 23 grados de temperatura soplaba una brisa tranquila y las jacarandas, en el jardín, olorosas, dejaban caer sus flores cual copos de nieve primaverales de azul intenso.

Los invitados llegaron a tiempo; rusos y mexicanos. Los dos espacios adaptados para ver la película se llenaron rápidamente. En total, más de cien personas. Esperamos un rato mientras llegaba el invitado de honor: el nuevo Embajador plenipotenciario de la Federación Rusa Sr. Eduard Rubénovich Malayán.

Funcionarios de TV UNAM y directivos del IRM salimos a darle la bienvenida. Ésa era una de sus primeras actividades que como Embajador desempeñaba con la comunidad ruso-mexicana de la ciudad.

En México hay más de 30,000 personas de la diáspora rusa que residen en el país y más de 3.000 antiguos alumnos mexicanos que estudiaron en instituciones de estudios superiores y universidades en la URSS y la Federación Rusa.

El documental, de una hora de duración, recoge las diferentes olas migratorias de rusos que vinieron a México en épocas distintas.

La primera, a finales del siglo XIX y principios del XX, habla de cómo en el norte del país —en la península de Baja California— se estableció una colonia de rusos llamados “molocanes”, cuya demanda insistente de respetar la religión ortodoxa antigua en su país les había valido ser expulsados.

Entre otras particularidades, tenían prohibido beber alcohol y sólo se permitían beber leche, que en ruso se dice “molokó”; de ahí que se les llamara “molocanes”. Hoy sus descendientes habitan el valle de Guadalupe, cerca de la ciudad de  Ensenada, y son dueños de muchos y enormes viñedos que producen algunos de los mejores vinos en México.

La segunda ola migratoria llegó después de la Revolución y la guerra civil en la segunda década  del siglo pasado. Príncipes, condes y demás personajes de la nobleza rusa llegaron a México mezclados con humildes campesinos, estudiantes y minorías étnicas o religiosas  como los judíos, ucranianos o armenios.

Uno de esos individuos fue mi padre, quien llegó en 1925 siendo estudiante. Con el paso del tiempo, muchos príncipes y condes empobrecieron y empezaron a vivir con penurias, mientras que los campesinos, trabajando duro, se enriquecieron y montaron negocios prósperos.

Asimismo, los estudiantes y artistas engrosaron las filas de la naciente intelectualidad mexicana. Algunos —como mi padre, Vladímir A. Olhovich, que terminó sus estudios de ingeniería y sismología petrolera en la Universidad Nacional  —, llegaron a trabajar en la naciente, pero prometedora actividad industrial del México posrevolucionario.

Otros,  no tardaron en entrar a la pujante industria del espectáculo. Prueba de ello son por ejemplo Arcadio Boytler, productor y director importante de cine, Alex Phillips, gran cinefotógrafo o Estanislao Shilinsky, integrante del famoso dueto cómico ”Manolín y Shilinsky”.

Cantinflas, el famoso cómico se casó con rusa y la India María, personaje popular en muchas películas, casó con ruso. 

La tercera ola migratoria se dio al final de la Segunda Guerra Mundial hasta entrados los años 50. Muchos huían del estalinismo, pero otros buscaban nuevos horizontes de aventura y oportunidades en un país en pleno desarrollo.

La cuarta y última ola migratoria comenzó en la década de los 80, cuando sucedía eso que llamaron Perestroika, y se extendió  hacia la década de los 90 en el contexto postsoviético. Este periodo evidenció la llegada de intelectuales, escritores, científicos, artistas, músicos y demás profesionales, que rápidamente se integraron a la sociedad y la economía para contribuir enormemente, hasta la fecha, en el desarrollo del país. Son estos últimos rusos los que participan con entusiasmo en el documental narrando sus experiencias y peripecias al llegar a México.

Inna Vasilkova lleva la voz cantante en la película. Las entrevistas, bien conducidas por la directora Laura Martínez, nos adentran en los diversos destinos, con sus respectivas lágrimas y risas, de por lo menos una veintena de rusos que llegaron a México por diversos motivos.

Al final de la proyección se hizo un brindis  con un vino de honor donde predominó entre el público una actitud muy positiva hacia el documental, el cual —enhorabuena— ya ha sido exhibido por el canal TV UNAM en varios días y en diferentes horarios. Esperemos que “El Tren Transoceánico. Historias de Rusos en México”  tenga una pronta salida en la televisión rusa. 

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