Pisando con garbo… en otros planetas

¿Rodando, deslizando, caminando o botando? En esta primera entrega conoceremos cómo se llegó al sistema de desplazamiento del Lunojod, el abuelo soviético de la Curiosity.

El Lunojod o “caminante de la Luna” fue sin duda la ópera prima de la astronáutica soviética en concepto de vehículos autónomos robotizados (astromóviles), calificado de auténtica maravilla tecnológica. 

Sus misiones fueron diseñadas por Alexander Kemurdjian (NPO Lavochkin), cosechando éxito tras éxito desde 1970 y otorgándole a la URSS (y posteriormente a Rusia) una supremacía en este campo que solo se vería interrumpida en 1997 por la Mars Pathfinder estadounidense.

  

Alexander Kemurdjian, padre y abuelo orgulloso, posa con el Lunojod y su nieta. Fuente: Canal Odisea 

Pero la magia del desplazamiento por la superficie de otros planetas siempre ha tenido un origen que ha persistido desde la época soviética hasta la rusa actual: VNII Transmash. 

Esta empresa estatal fundada en 1949 en la entonces Leningrado (hoy San Petesburgo) con el objetivo de investigar el sistema de desplazamiento óptimo para vehículos militares. 

En 1964, el mismísimo Serguéi Koroliov, padre del programa espacial soviético, visitó sus instalaciones. Con la misma buena intuición que había demostrado al escoger a Gagarin de entre los potenciales héroes espaciales (entre otros detalles, se fijó en el respeto mostrado al descalzarse antes de entrar en la cápsula de simulación de la Vostok), supo que VNII Transmash podía hacer una increíble aportación en el terreno de la exploración espacial. 

Al igual que en una competición del mundo del motor, donde la elección del neumático es vital para la victoria, las misiones Lunojod dedicaron un importante esfuerzo a la búsqueda de un sistema de desplazamiento óptimo. 

Para la Luna, el punto de partida era el predominio del terreno llano, exceptuando ciertos accidentes geográficos como los cráteres. Los Lunojod eran vehículos autónomos, por lo que economizar la energía era una prioridad.

 

Imágenes tomadas por uno de los Lunojods en la superficie lunar. Arriba puede apreciarse el módulo de descenso que lo transportó. Fuente: Don P. Mitchell

El elemento que cumplía esta condición era sin duda la rueda, por mucho que una oruga como la de los tanques suministrara un agarre superior. Además, el fallo de una de ellas no debería afectar al éxito de la misión si consideramos que cada Lunojod contaba con cuatro ruedas a cada lado. 

A partir de esta decisión surgieron diferentes diseños de rueda para todos los gustos. Y es que el hecho que la gravedad en la Luna sea seis veces menor que en la Tierra sirvió para estimular la imaginación de los ingenieros de VNII Transmash y hacerles jugar con la geometría. 

De esta manera, se probó una rueda formada únicamente por una espiral que le confería al vehículo una amortiguación inigualable. El inconveniente es que el vehículo podía pasarse horas botando, literalmente, arruinando cualquier imagen que pudiera tomar. 

Por motivos de durabilidad, se probó también con una rueda casi maciza y otras con forma toroidal, que reproduciría el mismo comportamiento de la cámara de aire del neumático de una bicicleta. Éstas se desecharon debido a su elevado peso, que no justificaba la robustez obtenida.

 

Prototipos de ruedas para el Lunojod que posteriormente fueron descartadas. Fuente: CCCP blog

Al final, el diseño escogido estaba formado por tres raíles de titanio, unidos por una malla de acero rematada por cuchillas del mismo material que los raíles. En terreno sólido, estos conferían la estabilidad necesaria, mientras que la malla y las cuchillas servían para los terrenos menos compactos. 

Lo más interesante es que todas las ruedas fueron concebidas sin contar con la ayuda de un software de diseño asistido por ordenador. 

Y a pesar de eso, la rueda con la que se equipó el Lunojod supuso un hito en la exploración lunar, ya que su esquema fue considerado por la NASA para el todoterreno que emplearon los astronautas en las últimas misiones Apolo.

Los pilotos (a distancia) del Lunojod en el campo de pruebas Severopol (arriba), en la actualidad (abajo a la derecha) y sello conmemorativo (abajo a la izquierda). Fuente: Espacial.org

Pero la Luna no fue el único objetivo de la agencia espacial soviética. Planetas como Marte y Venus acapararon enseguida el interés, y por tanto había que diseñar un sistema de desplazamiento acorde… pero esto lo veremos en la siguiente entrega, ¡y habrá más de una sorpresa garantizada! 

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NPO Lavochkin 

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