La pesca deportiva se convierte en un puente entre Rusia y Argentina

Fuente: Isaias Miciu

Fuente: Isaias Miciu

El turismo tiene muchas aristas y, en ocasiones, excede la postal típica y trillada que retrata a cada país. Hay veces que los viajeros se basan en la pasión para encontrar su sitio y esto es justamente lo que sucede con la pesca con mosca; una actividad que no sólo genera inquietud y curiosidad entre sus adeptos, sino que mueve una industria que depende enteramente del entorno natural de cada lugar.

"Lo que más nos cuadra a los guías que trabajamos tanto en Rusia como en Argentina es que podemos coordinar perfectamente las temporadas en ambos hemisferios y de ese modo aprovechar al máximo la pesca en los dos lugares", explica el guía Borís Mamontov. 

Cada vez son más las personas que se dedican a la pesca con mosca, una actividad que mueve una gran industria y que une el hemisferio sur con el hemisferio norte. 

Un turista argentino con un pez recién atrapado 

Practicada generalmente en entornos naturales de una belleza deslumbrante, la pesca con mosca es una actividad deportiva y turística que mueve una gran industria. La similitud principal de este deporte entre Rusia y la Argentina es que ambos países utilizan la modalidad de pesca y devolución, que consiste en liberar al pez a su medio natural una vez capturado. 

De esa similitud surgió la idea de organizar campamentos tanto en Rusia como en la Argentina, para que los pescadores de ambos países pudieran compartir sus experiencias y conocer las riquezas naturales de otros lugares. 

El comienzo del intercambio 

Los cambios políticos de los años 80 y la llegada de la liberalización del sistema político hicieron que Rusia comenzara a recibir pescadores de otros países y que el número de interesados haya ido aumentando. Hoy por hoy es considerado uno de los mejores destinos del mundo para la pesca de salmones. 

La Argentina, por su lado, dio sus primeros pasos a principios de 1900, de la mano del Perito Francisco Pascasio Moreno, un reconocido explorador y visionario que decidió sembrar las aguas patagónicas con peces como la trucha arcoiris y marrón; especies que lograron reproducirse exitosamente en estado salvaje y que hoy atraen a pescadores de otros lugares del mundo.

Los gurús de la pesca 

Cada especie que se captura precisa de una técnica específica que define el tipo de caña, anzuelo, línea y mosca que hay que usar para la pesca. "Para empezar, el pique ya es diferente. Es complicado pescar un salmón cuando se viene del mundo de las truchas, ya que el instinto del pescador es clavar el anzuelo con rapidez y firmeza, mientras que con el salmón es todo lo contrario: el pique es suave y tenemos que tener control, no levantar las cañas y dejarlo tomar el anzuelo. Es muy común perder los primeros salmones por reaccionar al ‘estilo trucha’", explica el guía Boris Mamontov, apasionado de la pesca que reparte su trabajo entre ambos países desde hace cinco años. 

Boris es argentino, desde pequeño su padre le llevaba a los lagos y ríos patagónicos a pescar truchas. "Comencé a trabajar en Rusia porque siempre quise pescar salmones y cuando tuve la oportunidad, no la dejé pasar. Es más fácil entrar en el mercado laboral de la pesca del salmón en Rusia que en otros países como Noruega, donde se exige que los guías sean oriundos del pueblo cercano al río donde se practica este deporte".

Ezequiel De la Canal tiene una historia parecida. Se crió en San Martín de los Andes, un pueblo al pie de la cordillera, y la pesca fue parte ineludible de su infancia. Dio sus primeros pasos como guía acompañando a un grupo, a los 15 años. Viajó a Rusia por primera vez en 2012 con veinticinco años y describe su experiencia como un sueño que se hizo realidad. Ezequiel fue entrenado por muchos guías, pero principalmente por el ruso Max Mamáyev, quien se desenvuelve como jefe de guías en la Península de Kola y desde hace quince años viaja a Tierra del Fuego para cumplir con la doble temporada. 

Una industria

No sólo clientes y guías se movilizan de un lado a otro en busca del pique perfecto, sino que hay asistentes, chefs y hasta managers argentinos que viajan a la península de Kola a cubrir puestos laborales. 

La temporada de pesca en los lagos del sur argentino comienza a fines de noviembre y se extiende hasta principios de mayo, mientras que en la Península de Kola la temporada de salmones comienza en mayo y termina en octubre, con las primeras heladas. A pesar de sus diferencias, los guías argentinos que trabajan en Rusia y los rusos que lo hacen en la Argentina han logrado un intercambio sostenido de experiencias y desafíos. Se trata de un turismo de alto nivel económico.

Así lo demuestran los viajes, los equipos, los guías personalizados y los servicios de transporte que en muchos casos se necesitan para acceder a zonas muy agrestes. "Miles de personas por año se dedican directa o indirectamente a este tipo de turismo. Algunos pescadores visitan ríos y lagos para dar sus primeros pasos y aprender, otros para continuar buscando el mejor pique, para disfrutar de la conexión con la naturaleza y encontrar la paz que ofrece esta actividad", comenta Borís Mamontov.

El turista británico Philip Walker visitó la Península de Kola en varias ocasiones, atraído principalmente por el salmón y por la calma que ofrece el entorno de la tundra. 

“Los primeros campamentos rusos carecían de infraestructura, pero a medida que el deporte comenzó a hacerse más y más popular en este país, las inversiones comenzaron a justificarse. Aparecieron las cabañas de madera, carpas acondicionadas, saunas, duchas y un servicio excelente de catering. La belleza de un lugar agreste y la abundancia de salmón hicieron que se ofreciese un paquete turístico a medida del visitante”, concluye Walker. 

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