Fuente: Marcelo López
En 1913 arribaron a Uruguay para asentarse 300 familias rusas que fueron los primeros pobladores de esta nacionalidad. Luego llegarían sucesivas oleadas a partir de 1920 hasta la actualidad, que han dejado su huella.
Cuando cualquier ciudadano ruso pisa suelo uruguayo, puede ver cómo se fue
forjando la historia del país entre un mosaico multicolor de culturas,
tradiciones y folclore, y no se asombra al enterarse de que puede hacer un
paseo, recorriendo distintos barrios de Montevideo, donde encontrará algo que
lo hará retornar a sus orígenes.
La calle Rusia: entre Ucrania y Egipto
Al ingresar por barco a la bahía de la capital, lo primero que se destaca a la vista de tripulantes y pasajeros es el Cerro de Montevideo, zona que entre el siglo XIX y primeros años del siglo XX fue poblada por ciudadanos procedentes de una amplia diversidad de países.
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Dibujado por Natalia Mijailenko
En honor a estos inmigrantes, las calles del Cerro de Montevideo llevan los nombres de diferentes Estados del mundo y, es allí, donde encontramos entre otras a la calle Rusia, la cual se extiende desde Ucrania hasta Egipto y atraviesa calles que llevan los nombres de Bulgaria, Dinamarca, Cuba, Puerto Rico, Polonia, Portugal, Chile, Grecia y Turquía entre otras.
Donde se puede tocar la balalaika
Desde esa placa con el nombre de Rusia recorriendo unas 15 cuadras en el Cerro, nos trasladamos hacia un lugar en la zona del barrio Cordón en Montevideo, ubicado en la calle Charrúa 1827. En ese sitio preciso desde el 9 de mayo de 1949 funciona el Centro Cultural Máximo Gorki.
Actualmente se identifica como una institución sin ánimo de lucro, abocada a la promoción de los valores y la cultura eslava, manteniendo vivos los sentimientos y las tradiciones de los primeros rusos que llegaron a Uruguay.
El busto de Yuri Gagarin, primer astronauta que viajó al espacio, llegó a Montevideo en 1998 y fue instalado en el barrio de Malvín (avenida Italia y Candelaria). Cuando la estatua fue robada, el escultor Zurab Tsereteli envió una réplica. Entonces, se decidió que el nuevo monumento fuera instalado en el panetario de Montevideo. Hoy, tras años de espera, la estatua se encuentra al pie de la escalinata del planetario.
Hoy en día aquí, en este rinconcito de Montevideo, en una calle que lleva el nombre que identifica a los indígenas que habitaron este territorio, aunque parezca extraño, se imparten cursos de idioma ruso, funciona un coro donde se cantan canciones rusas tradicionales y contemporáneas, se puede aprender a tocar la balalaika o a bailar alguna danza típica.
Asimismo, el centro cultural cuenta con una biblioteca con más de 2.500 libros en lengua rusa, donde, seguramente, más de un ejemplar es único en el territorio del Uruguay.
El salón principal tiene un escenario –donde ensayan y se presentan los
artistas– cuyo fondo fue pintado recientemente por la artista Marina
Martirósova. El mural presenta motivos típicos de la naturaleza rusa, entre los
que se destacan sobre todo los abedules.
Homenaje a Vladímir Roslik
Solo hay que caminar unos 50 metros hacia el este, al salir del centro cultural, para llegar a una intersección de tres calles (Charrúa, Yaro y Emilio Frugoni) en la que nos encontramos con la plazoleta Vladímir Roslik, médico uruguayo, nacido en el seno de una familia de inmigrantes rusos en San Javier, que fue torturado y asesinado por la dictadura militar el 16 de abril de 1984.
Desde este punto de la ciudad nos dirigimos a pie, cruzando varias cuadras hacia el centro de la ciudad para llegar a un pintoresco rincón, que desde hace tres meses atrae la atención de quienes trabajan y viven en la zona. Es el nuevo restaurante de comida rusa Marusia (diminutivo cariñoso del nombre María en ruso).
Inaugurado recientemente por María -una joven inmigrante rusa-, el acogedor local de la calle Vázquez 1381 (casi en la avenida 18 de Julio) ofrece a los comensales una amplia variedad de comidas típicas rusas, que van teniendo aceptación por quienes entran a diario al local.
Es justamente aquí donde se puede degustar un verdadero borsch (típica sopa
rusa) o aprender a comer el repollo en una gran gama de preparaciones.
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Fuente: Marcelo López
La cúpula azul
Siguiendo nuestro recorrido, hacia el noroeste de Montevideo, en la intersección de las calles Ramón del Valle Inclán y Colorado, se puede ver la silueta de una iglesia pintada en un pálido amarillo combinado con blanco con una cúpula azul cielo en su parte superior.
Hemos llegado a la iglesia de la Resurrección de Cristo, que forma parte de la Diócesis de América del Sur y Buenos Aires de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero. Es muy difícil tener acceso al interior de la iglesia, excepto una vez al mes cuando el cura párroco Vladimiro Schlenew llega a Montevideo desde Buenos Aires para oficiar los servicios religiosos siempre los días sábado o con motivo de las festividades ortodoxas.
Hace unos meses culminaron algunos trabajos de reparación de la cúpula y de la
parte exterior de la iglesia, que le dan hoy una imagen fresca y renovada.
Figuras claves
Del barrio Goes caminamos hacia la calle General Flores y nos dirigimos a la parte más oriental de la capital, para llegar por esta avenida hasta la escuela pública Federación de Rusia, donde más de 250 niños asisten a clase en horario de tiempo completo, conociendo y aprendiendo la historia, las costumbres y la cultura del país cuyo nombre lleva su escuela.
Entre las actividades organizadas por la escuela, cabe destacar la
participación de los alumnos en la ceremonia de inauguración del busto de Yuri
Gagarin en el Planetario de Montevideo.
La obra del escultor ruso Zurab Tsereteli que llegó a Uruguay en 1998 fue
instalada en el cruce de avenida Italia y Candelaria. Pero poco después la
estatua fue robada de la plaza.
A finales de 2009 el escultor envió una réplica, y el nuevo monumento de Gagarin fue trasladado al planetario .
Desde Villa Dolores, lugar donde se ubica el planetario, nos dirigimos hacia el barrio de Pocitos para encontrarnos con otra escultura de autoría de Tsereteli: el busto del escritor ruso León Tolstói, emplazado desde el año 2000 en la intersección de las calles José Ellauri, 26 de Marzo y José Benito Lamas.
Una auténtica casa de los rusos
Siguiendo por Ellauri hacia bulevar España, nos acercamos al edificio sede de la Embajada de la Federación de Rusia. Esta casona ubicada a 500 metros de la rambla fue construida en 1927 y es obra del arquitecto Horacio Azzarini –un uruguayo de procedencia italiana–. Su propietario fue el financista Fernando Darnaud. En 1944, la residencia fue alquilada por su dueño como sede de la Embajada de la URSS y, en 1955, el edificio fue adquirido en propiedad por el gobierno soviético.
A partir del año 1920, los inmigrantes rusos, bielorrusos y ucranianos acostumbraban a reunirse en casas particulares. Posteriormente alquilaron un local en la Ciudad Vieja, y más tarde en la calle Uruguay. Desde allí organizaron el apoyo a sus compatriotas durante la segunda guerra mundial y, una vez culminado el conflicto bélico, a través de la participación y el apoyo financiero de los inmigrantes radicados en la localidad de San Javier, y los departamentos de Salto, Paysandú y Artigas se adquirió esta casa, donde hasta hoy funciona el Centro Cultural Máximo Gorki, inaugurado en el año 1949. Desde entonces la casa ofrece actividades culturales relacionadas con Rusia: aquí dan clases de ruso, enseñan a tocar la balalaika, a cantar canciones tradicionales y a bailar algunas danzas típicas.
En 1989 las pinturas murales y los muebles fueron restaurados por un grupo de técnicos que viajaron desde Rusia para este fin. Entre 1999 y el 2000 la Embajada se ocupó de restaurar algunos objetos del interior de la casona. Este edificio fue declarado por el gobierno patrimonio histórico del Uruguay y por ello, año tras año, cuando en el país se celebra el Día del Patrimonio, Rusia abre las puertas de su Embajada para que cada montevideano o visitante de la capital pueda deleitarse con la arquitectura y el arte de las primeras décadas del siglo XX.
Es allí donde a diario ondea la bandera blanca, azul y roja, que de manera simbólica se les recuerda a todos los rusos que hoy viven en el Uruguay que aquí también está su casa, que aquí pueden encontrarse con sus orígenes y con su historia.
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