Industrialización al estilo de los 30

Dmitri Rogozin, viceprimer ministro ruso de la industria militar. Fuente: ITAR-TASS.

Dmitri Rogozin, viceprimer ministro ruso de la industria militar. Fuente: ITAR-TASS.

Dmitri Rogozin, viceprimer ministro ruso de la industria militar, explica a Rossíyskaya Gazeta si se permite que haya capital privado en las fábricas secretas y en qué puede serle útil a la industria la experiencia de la época estalinista.

El desarrollo de nuevas y prometedoras armas nunca es algo barato. Existe la opinión de que los gastos en el sector de la industria militar son una pérdida de dinero que podría destinarse al desarrollo real de la economía.

El dinero viene cuando hay tranquilidad. Para que el país pueda desarrollarse tranquilamente, primero hay que crear un medio completamente seguro. Esta es la tarea que nosotros desempeñamos. La segunda tarea es la ampliación del potencial de la industria, la creación de nuevos puestos de trabajo. ¿Acaso no afecta eso a la economía? ¿Cuál es la contribución de la industria militar? Creo que bastante significativa, quizás de unos dos tercios.

Y una tercera cuestión es el aumento del prestigio del país.  Si nos basamos en nuestra experiencia en Bruselas, diré que el 'poder blando' son buenas y bonitas palabras, pero el poder real, lo que en realidad se tiene en cuenta, es la fuerza de coacción física, la posibilidad de mostrar un puño de acero. Esta es la fuerza que se valora en el llamado 'mundo civilizado' por encima de todas, créanme.

¿Qué se debe entender por la nueva industrialización del país a la manera de los años 30?

La creación de una industria a un nuevo nivel. ¿Y por qué a la manera de los años 30? En aquella época nosotros tomamos lo mejor de Occidente y lo adaptamos conforme a nuestras circunstancias. Quizás ahora tengamos que seguir un camino parecido. 

Dmitri Olegovich Rogozin es diplomático y político. Desde diciembre de 2011 es viceprimer ministro encargado de la industria de defensa. Anteriormente fue embajador de Rusia ante la OTAN y participó en las negociaciones sobre el escudo antimisiles.

Y en parte, ya no hablamos de reconstruir lo que tenemos, sino de construir nuevas fábricas en nuevos lugares. Tomemos por ejemplo la  producción de armas. Izhmash es una fábrica en la que, por su tamaño, se podrían construir portaviones, y sin embargo allí únicamente se fabrican fusiles Kaláshnikov. Para poder llevar a cabo una nueva industrialización (y sólo así podremos crear un armamento moderno) debemos minimizarlo todo, debemos reunir cuidadosamente todo lo valioso que tenemos y concentrarlo de manera racional.

¿Si se permite al capital privado entrar en la industria militar tendrá beneficios? Aunque permitir al capital privado el acceso a secretos militares es imposible por definición.

Efectivamente, se puede decir que esto es un problema de contradicción dialéctica de la unidad y de lucha de contrarios. Por un lado, entendemos perfectamente que sin la energía que hay en el negocio privado difícilmente podremos cumplir con las tareas que nos hemos impuesto. Por otro lado, se sabe que existen tecnologías que sólo pueden utilizar las agencias estatales que se encuentran bajo un régimen de control muy estricto. ¿Dónde podría ser ventajoso contar con el capital privado? En las tecnologías de doble uso. Estamos trabajando en la transferencia de tecnologías desde lo civil a lo militar y viceversa.

Por ejemplo, tomemos el caso del hipersonido.  Afecta sobre todo a misiles militares rápidos, que son prácticamente imposibles de derribar. Pero esto también conlleva la posibilidad de crear en el futuro aviones de pasajeros de nueva generación. En su momento existieron los aviones supersónicos Concorde y los soviéticos Tu-144. Y en el futuro habrá aviones en los que se podrá volar desde Moscú al Lejano Oriente en una media hora. 

¿Existe actualmente capital privado en la industria militar?

En algunos casos. Por ejemplo, la compañía RTI-Systems (Sistemas de Radio tecnología e Información), que cuenta con capital privado. Y aun así, la compañía está integrada en una profunda cooperación industrial para la creación de sistemas de defensa antiaérea y antimisiles. Y en esta empresa de investigación científica privada se fabrican unos componentes de sistemas de defensa aeroespacial tan avanzados, que su director fue merecedor de un premio estatal de muy alto nivel.

Hay otro ejemplo más práctico pero no menos excepcional. En Moscú, un grupo de empresarios privados ha creado desde cero una fábrica de sistemas de armas de alta precisión en la que se producen armas portátiles de nivel mundial. Encontraron unas instalaciones vacías, las compraron y consiguieron las mejores líneas de producción en el extranjero. Reclutaron a los mejores desarrolladores de fusiles y a ingenieros competentes. Como resultado, fabrican no sólo fantásticos fusiles de caza, sino también rifles de francotirador militares que en sus características principales superan todos los modelos europeos. Esto es realmente el siglo XXI.

Artículo publicado originalmente en Rossíyskaya Gazeta. 

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