“La historia se basa en las revoluciones”

Zajar Prilepin. Fuente: foto de prensa.

Zajar Prilepin. Fuente: foto de prensa.

El joven Serguéi Shargunov y Zajar Prilepin, uno de los autores contemporáneos más laureados de Rusia, estuvieron en las jornadas dedicadas a la cultura rusa contemporánea en el el centro Arts Santa Mònica de Barcelona.

“En el año 1991 hubo una revolución en Rusia y los que se beneficiaron de ella son los que ahora proponen una 'evolución'. El gobierno está desacreditado”, declaró contundente el escritor Zajar Prilepin en el centro Arts Santa Mònica de Barcelona. El novelista asistió, junto con el joven Serguéi Shargunov, a una charla que llevaba por título “Evolución/ Revolución: Literatura y política en la Rusia de hoy”. Fue el punto y final a una serie de conferencias dedicadas a la cultura rusa.

Los dos ponentes son escritores y activos miembros de la oposición, además de periodistas. Juntos componen la redacción de la página web 'Svobodnaya Pressa' (Prensa Libre), “un espacio abierto a las opiniones. No es un medio liberal, ni está a favor del Kremlin sino que es un espacio en el que tienen cabida diferentes opiniones”, dijo Zajar Prilepin.

“La gente ha salido a la calle porque está harta del gobierno y este parece que tiene tapones, no escucha”. Inmersos en una charla marcada por la cuestión política hubo tiempo también para hablar de Pussy Riot Zajar fue tajante y dijo “apoyar a las chicas que están en la cárcel, aunque el Kremlin ha hecho todo lo posible para utilizar su historia porque carece de ideas. [Ante la sociedad] se presenta a la oposición como unos vándalos que hacen gamberradas. En realidad es mucho más diversa y hay cuestiones más importantes que Pussy Riot. Hay más de 120 de militantes nacional-bolcheviques en la cárcel y ni Madonna ni Red Hot Chili Peppers dicen nada”, afirmó. Por su parte, Shargunov aseveró que "además de gas y petróleo Rusia cuenta con gran cantidad de arte, que puede mostrar al mundo. Literatura, música, ensayos, obras de teatro..." 

Ante esta situación consideran que al escritor se le impone una tarea: escribir sobre la situación social, sobre el contexto en el que vive: “entender el corazón del pueblo”, como dijo Serguéi Shardunov. En un artículo de prensa publicado en 'El País'  el año pasado las palabras de Prilepin sonaban como una declaración de principios: “La historia del hombre, y como tal las cosas complejas requieren compresión y no un veredicto apresurado. Este es el sentido de la literatura. La era de la información nos hace conocer más y más sobre menos y menos cosas. La literatura también debe ser capaz de tirar de este montaje de noticias y captar lo principal, lo divino y lo eterno”.

 La novela Patologías de Zajar Prilepin será publicada por la editorial Sajalín en los próximos meses. Todavía no hay ninguna obra de este escritor, ni de Serguéi Shargunov, publicada en español.

Es una literatura de corte clásico, que mira al presente y se empapa de él pero al mismo tiempo tiene en cuenta lo que se ha hecho, la tradición literaria rusa, “preocupada siempre por la grandes preguntas: el Ser, Dios, la vida, la muerte...”, como explicó Prilepin.

Aunque ninguno de los dos autores cae en la ingenuidad de pensar que la literatura provocará un gran cambio social en Rusia, es decir, son conscientes de que ha perdido influencia y de que gran parte de la población no lee. Pero este realismo estético es ineludible, como un imperativo moral, un compromiso con la justicia.

Muestran además un respeto por la materia con la que se constuyen las novelas: “La lengua es un sistema que no sólo se ordena a sí mismo sino que también regula nuestra vida. Por eso todos aquellos que de una forma u otra relacionen su vida con el futuro del país y que tengan intención de educar aquí a sus hijos tienen que entender que el espacio lingüístico es el espacio de nuestras vidas, el de nuestro futuro. Todo lo que estemos en condiciones de realizar dependerá de hasta qué punto entendamos y conozcamos la lengua rusa”.  

 Este filólogo de formación denuncia la falsedad, el postmodernismo, la vacuidad de las palabras, de los programas políticos, la 'rusofobia de los liberales'... Se define como un patriota y milita en el ilegalizado partido Nacional Bolchevique, liderado por el polémico Limonov. Luchó en Chechenia en 1996 y 1999 como comandante de las fuerzas especiales de la policía. Al mismo tiempo, ha sido compañero de Anna Politkóvskaya en Nóvaya Gazeta, y admira a la periodista asesinada.

En 2005 se publicó Patologías, testimonio de las vivencias de la guerra . La novela, traducida por Marta Rebón, está a punto de ser publicada por la editorial Sajalín (llamada así en homenaje a Antón Chéjov) y será el primer libro de Prilepin en español. Daniel Osca, editor, reconoce que “fue una sorpresa comprobar que este autor no había sido traducido al español, ya que estaba traducido a muchas otras lenguas. Es cierto que vivimos un gran momento de la literatura rusa en lengua española, pero desgraciadamente no hay tantos libros de autores actuales. Queríamos publicar un escritor ruso contemporáneo y Prilepin nos pareció adecuado”.

Lev Danilkin, importante crítico literario y autor ruso, ha dicho de la novela: “En Patologías desde el principio se da una grata ambigüedad: no se sabe si es un documento o si es una obra artística. Cerca de la segunda parte este 'diario de un observador miembro de las fuerzas especiales', de repente resulta dramatúrgico, una novela-catástrofe calculada por minutos... Prilepin es un buen escritor sobre la guerra”. Otros críticos lo han comparado con Hemingway y con Tolstói, ya que a pesar de la violencia y oscuridad de los textos, reverbera una especie de esperanza en el pueblo ruso.

 Este autor, que no se ajusta a los estereotipos habituales sobre Rusia y puede resultar paradójico, ha ganado algunos de los premios literarios más laureados en su país, entre ellos el Premio Bestseller Nacional en 2008 por su novela Pecado, que esperamos poder leer en un futuro cercano en castellano o catalán. Todo ello gracias a su destreza literaria y al trabajo de editores y traductores . Y como no, gracias a la lengua rusa.

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