"Hoy daremos un paso más hacia el
reforzamiento de nuestras relaciones comerciales y económicas", declaró
el presidente ruso, Vladímir Putin, antes de firmar varios acuerdos de
cooperación en materias de energía, industria y protección de recursos
naturales.
Recordó que el volumen de negocios entre Rusia y
Japón alcanzó el año pasado 30.000 millones de dólares, una cifra vista
solo antes de la crisis financiera de 2008.
Las partes
firmaron un memorando de entendimiento mutuo entre el consorcio
gasístico ruso Gazprom y la Agencia Nacional de Recursos Naturales y
Energía de Japón; un acuerdo de lucha contra la caza furtiva en la zona
fronteriza entre ambos países y un contrato de construcción de una
planta de producción de derivados químicos de madera en la región
siberiana de Krasnoyarsk.
"Japón saluda el creciente interés
de Rusia hacia sus territorios de Extremo Oriente", dijo Yoshihiko Noda,
primer ministro nipón.
También felicitó a Putin, conocido por
su afición al judo, por la "actuación exitosa" de los judokas rusos
durante los Juegos Olímpicos en Londres, donde ganaron tres medallas de
oro, una de plata y una de bronce.
Japón quiere solventar la
disputa sobre la soberanía de las islas de Iturup, Kunashir (Etorofu y
Kunashiri en japonés), Shikotan y Habomai, situadas en el Pacífico Norte
y controladas por Rusia desde 1945, pero Moscú se niega a negociar el
cambio de fronteras, como dejó claro el pasado miércoles el ministro de
Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
La desavenencia por
el control del archipiélago ha evitado que ambos países hayan firmado un
tratado de paz permanente tras la II Guerra Mundial.
"Uno de
los puntos de partida (para negociar el tratado de paz) es la necesidad
de apoyarse en la legalidad, que incluye por su puesto el reconocimiento
de las realidades recogidas en el Estatuto de Naciones Unidas", señaló
el titular de la cancillería rusa.
El Estatuto de la ONU
señala que los países que lo refrendan reconocen la inviolabilidad de
las fronteras internacionales configuradas después de la Segunda Guerra
Mundial.
La postura de Rusia implica que Moscú no está
dispuesta a negociar las reclamaciones territoriales de Tokio, que
pretenden recuperar la soberanía japonesa sobre las Islas Kuriles,
anexionadas por la Unión Soviética en 1946.
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