Submarinismo en el país de los gigantes

La carretera A189 que va desde Vladivostok hasta la frontera china, se abre a un panorama de múltiples islas y playas, bahías pintorescas y otras maravillas naturales.

Uno de los lugares a los que hay que ir sin falta si uno llega hasta el extremo oriente ruso es la península de Gamova, en Primorie del sur. El lugar más extremo de la península es el cabo Gamova. Desde aquí se abre una vista hacia tres lugares diferentes: hacia oriente, Japón; un poco más al sur, la península de Corea y hacia occidente la isla más meridional de Rusia, la isla de Fúruguelm. En el cabo hay un faro, el número 1, que tiene más de 100 años, construido en tiempos del Zar y es el más meridional de Rusia.

Aquí el mar es único: un complicado relieve submarino y grandes profundidades de hasta 20 y 40 metros, que llegan prácticamente hasta la misma orilla. Todo esto se junta con unas buenas corrientes, transparentes y agradables, y una rica fauna submarina. Es un paraíso para los naturalistas marinos y los amantes de la naturaleza. El mar de Japón es famoso por el tamaño de sus habitantes; son enormes comparados con las mismas especies que habitan en otros mares del mundo. Los extranjeros que bucean en el mar de Japón, llaman a esta región 'Land of Giants' o 'Tierra de gigantes'.

Para los amantes de la inmersión en naufragios, en sus aguas hay varios barcos hundidos a distintas profundidades y en distintas condiciones. Estos barcos hundidos despiertan mucho interés, ya que cada uno de ellos contiene una historia. Es más, a menudo este tipo de objetos no son únicamente un amasijo de hierros, sino valiosos arrecifes artificiales con sus propios habitantes.

Por su parte, fuera del mar también son destacables las fortificaciones que se extienden a lo largo de la costa a través de casi todo Primorie. Desde la fundación de Vladivostok, a mediados del siglo XIX, hasta los años 50 del siglo XX, se construyeron fortificaciones en la región a orillas del golfo de Pedro el Grande. Hace ya mucho tiempo que estas secciones militares no están en funcionamiento y los nidos de ametralladoras de hormigón están abandonados, pero sus troneras vacías siguen mirando, como antiguamente, hacía las aguas del golfo desde la bahía.

La bahía Vitiaz

En Primorie hay además decenas de bahías singulares, en cuyas aguas y orillas tuvieron lugar gran cantidad de acontecimientos señalados.

Entre otras encontramos la bahía Vitiaz. Está protegida de las olas y las inclemencias del tiempo y el viento de oeste trae un clima seco y soleado. A la bahía se llega a través de un camino de tierra, con profundas huellas de coches y que asusta a algunos conductores. Un poco después de Vitiaz salen algunos caminos de tierra: hacia el faro, hacia el cabo Gamova, hacia las bahías de Teliakovski, Astafev y el cabo Schults.

Una de las maravillas de la bahía de los tiempos de su primera colonización son las ruinas de la hacienda de Yan Mijailóvich Yankovski, hijo de Mijáil Yankovski, un hombre conocido y muy activo. La familia Yankovski invirtió muchas fuerzas en el desarrollo de la región de Primorski entre 1870-1922, aunque después de la llegada del Ejército Rojo se vio obligada a abandonar Rusia.

Yan organizó una exitosa compañía de cría de ciervos en el cabo Gamov, de esa época tan solo han quedado unos cortafuegos en la montaña Tumannaya y la casa de Yan. La misma casa, según los testimonios de los familiares, recordaba a un castillo de los tiempos de las cruzadas, lo que indica que era una época turbulenta. Los bandidos chinos visitaban regularmente el sur de la región. Después de 1922 en la casa hubo una estación de correos luego una tienda y actualmente solo quedan  en pie unas paredes.

En otras épocas la bahía fue utilizada con éxito alternativamente por militares y científicos. En los años 40 y 50, había una base para submarinos diesel. Posteriormente, en los años 70 y 80 los militares dieron paso a los científicos y en sus aguas se construyeron unos laboratorios multifuncionales de los institutos DVO y RAN.

En las aguas bajas se alzan cinco goletas de madera de construcción finlandesa reconvertidas en laboratorios flotantes.  En los años 80 los militares volvieron a la zona, haciendo retroceder a los científicos de la mayor parte de la bahía. Las aguas fueron entregadas al proyecto secreto GRU para el amaestramiento de delfines y focas para la neutralización de submarinos, minas y como saboteadores. Este proyecto se canceló en 1998.


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Hoy en día Vitiaz es recomendable no solo para los submarinistas, sino también para los amantes del senderismo. Es posible hacer paseos a pie a lo largo de las dos orillas de la bahía, la parte izquierda de entrada que termina en el cabo de Tarantsev. Mientras era base de submarinos, la entrada estaba protegida por redes y, hoy en día, junto a los cabos bajo el agua se pueden ver las boyas hundidas, fragmentos de red y grandes anclas de hormigón. En los alrededores del cabo predominan estrechas playas de arena y guijarros.

Aunque sin duda, una de la cosas más impresionantes que hay en el cabo son las puestas de sol. Cada tarde se dibujan el cielo unos cuadros fantásticos que quedan en el recuerdo mucho tiempo después de la visita a Vitiaz.

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