La fotografía rusa desembarca en Buenos Aires

Exposición, 'El Festival de la Luz'. Fuente: Valera y Natasha Cherkashin.

Exposición, 'El Festival de la Luz'. Fuente: Valera y Natasha Cherkashin.

Yana Románova, Valera y Natasha Cherkashin y María Plótinkova son los fotógrafos rusos contemporáneos, cuyos trabajos se exponen el 'Festival de Luz' de Buenos Aires este año. Se trata de una asociación integrada por 27 festivales de fotografía de todo el mundo que tiene como principal objetivo crear lazos internacionales de cooperación e intercambio. Aunque la parte de la exposición que más miradas suscita es la que muestra los testimonios gráficos de un evento ocurrido hace 70 años: 'El sitio de Leningrado'.

En la foto del corresponsal de guerra Vasili Fedoséev una chica de 15 años mira de reojo a la cámara, mientras maneja un torno industrial con sus manos cansadas de mujer adulta. Es agosto de 1943, su padre y los dos hermanos están en el frente, mientras Vera (así se llama la chica)  lleva 700 días en el interior de una ciudad asediada. Pasa hambre, frío, hay falta de agua potable, pero aporta lo que puede a la lucha contra el fascismo…

 

La foto de Vera es parte de la exposición, traída a Argentina por los comisarios rusos Evgueni Berézner, Natalia Tarásova e Irina Chireva. Los organizadores se ocuparon hasta del último detalle: en la Sala C del Centro Cultural Recoleta suena la música de Dmitri Shostakóvich, el gran compositor ruso que estuvo en Leningrado durante el sitio. En las paredes de la entrada están dispuestos los resúmenes históricos que sirven al espectador para contextualizar: el asedio duró casi 900 días, porque la ciudad   considerada 'un museo en piedra' fue rodeada por las tropas alemanas, finlandesas y fuerzas de la famosa División Azul española.

 

 

Las bajas, entre soldados, civiles evacuados y los civiles que se habían quedado,  resultan difíciles de calcular, pero se estima que en la ciudad misma murieron 700.000 personas. Algunos a causa de ataques de artillería, pero la mayoría simplemente por el frío y el hambre. La ración diaria de pan consistía apenas en 250 gramos (para un obrero) y 125 gramos para un empleado, ama de casa o niño menor de 12 años.

 

Natalia Tarásova explica: “Lo cierto es que pasaba de todo. Había prostitutas que a falta de pan comían ananá… Y con ananá pagaban los servicios de una costurera, que les fabricaba vestidos elegantes, usando para eso cortinas y tapizados. Había gente que se moría en la calle en invierno y cuyos cadáveres tenían que esperar el deshielo primaveral, para ser recogidos. Había canibalismo, pero también había personas que compartían las migajas de pan de su ración con los vecinos y niños desconocidos. Nosotros armamos esta muestra fotográfica con la pretensión de ser imparciales. Queríamos mostrar no solamente las fotos oficiales, que se han conocido en todo el mundo, sino también los archivos que hasta el 2003 no se publicaban en ningún lado”.

 

“No tenemos dudas de que los argentinos vayan a entender el mensaje”, asegura Evgéniy Berézner. “Se trata de valores universales, de una tragedia que no necesita ser traducida. Y la memoria histórica de una sociedad necesita 'refrescarse' de vez en cuando, de eso mismo se encarga el arte”.

 

'El Sitio de Leningrado' no es la única muestra, traída a Argentina por Evgueni. En la sala de al lado exponen su proyecto 'La Evolución del Caos', Valera y Natasha Cherkáshin, los famosos representantes del underground de la post perestroika. Esta vez se trata del arte moderno suficientemente rupturista: la visión del mundo de los Cherkáshin queda plasmada en unos simbólicos cuadros-foto y alude a motivos escatológicos.

 

“¿Qué es lo que queríamos decir?”, Valeri se encoge de hombros. “ Qué se yo. ¿Acaso soy Dios para determinar eso? Cada cual ve en las imágenes lo que puede y necesita. Aquí hay pura forma, el plano superficial de la existencia. Mandamos al espectador a que profundice por su cuenta.”

 

Lo que sí es seguro es que del caos nace la armonía. Y que efectivamente hay que mirar más allá. En la segunda mitad de la sala 11, donde se expone la obra de los Cherkáshin, se crea un efecto visual, parecido al espejismo, y uno evita cruzar el escalón del medio, pensando que chocaría con una pared…

 

Natalia, la esposa y creadora junto con Valeri, asegura que si bien este efecto no estaba planificado especialmente, responde al concepto de la transitoriedad reinante en el mundo actual: “Cambia la moral, cambia el alcance del poder de un estado, el hombre toma conciencia de la propia pequeñez. Hay un umbral por el cual habían quedado atrás varias cosas. Y siempre hay más de una dimensión en la que nos proyectamos”.

 

Es así como el arte fotográfico ruso se proyecta en Buenos Aires. Los que visiten las exposiciones del Festival de la Luz, tendrán varias alternativas con las que identificarse o disfrutar.

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