El arte del chal ruso

El turista que va paseando por la calle Arbat, el principal paseo moscovita, o por las calles turísticas de otras ciudades rusas, queda hechizado por el variopinto mundo de los puestos callejeros y las tiendas colmadas de souvenirs. Matrioshkas, pequeños cofres primorosamente pintados a mano y lo que se suele llamar el “chal ruso”, todo parece creado por las hábiles manos de los artistas locales especialmente para él.

El turista se detiene para admirar los chales, desliza sus dedos por entre los suaves flecos de lana o seda, apreciando la indudable calidad de la lana, llena a la vez de cuerpo y ligereza, como toda buena lana de merina. En el momento de elegir, se pierde en la infinidad de colores clásicos: rojo, verde, azul o negro, o en los modernos todos pastel. Decenas de composiciones florales, todas distintas, y cerca de 200 años de historia de la que es testigo cada pétalo, cada flor.


La historia

La fábrica de chales de Pavlovski Pasad representa una verdadera excepción en Rusia: ues una de las poquísimas industrias de todo el territorio con más de dos siglos de vida. Se considera oficialmente que 1795 fue su año de fundación, cuando Iván Labzin, un campesino de la aldea de Pavlovo organizó una pequeña fábrica de chales de seda que en los decenios sucesivos enriqueció a la familia. No fue hasta 1860 cuando la fábrica adquirió sus actuales características de producción, momento en el que Yakov Labzin, descendiente de Iván, con su socio Vasili Griaznov, comenzó a producir chales de lana estampados. En 1869 muere Vasili Griaznov, pero permanecerán a la cabeza de la fábrica los descendientes de Labzin y Griaznov hasta la Revolución de Octubre, llevándola a convertirse, a principios del XX, en la industria de chales de lana y seda más grande de toda Rusia. Tras la revolución, la fábrica fue nacionalizada. Durante la II Guerra Mundial, su desarrollo se desaceleró fuertemente, y la producción de tejidos para el Ejército Rojo sustituyó en gran medida a la de chales. En los años 1950-1960 la fábrica retomó la producción original de chales estampados. En la actualidad, la fábrica de chales de Pavlovsky Pasad es la única industria textil de toda Rusia que tiene un ciclo productivo completo: desde la producción del tejido a la de la prenda ya acabada.

La historia empezó en 1795 con la pequeña hilatura de seda del campesino Iván Labsin, una de las más de 70 pequeñas empresas textiles que existían por aquel entonces en la región de Moscú, donde nació la pequeña ciudad de Pavlovski Pasad.

Sin embargo, no fue hasta mediados del XIX cuando la fábrica adquirió sus actuales características, momento en el que el descendiente de Labsin, junto con su socio Vasili Griaznov, comenzó a producir chales con estampados.

Desde entonces, los chales de lana y los fulares de seda de Pavlovski Pasad no han dejado de ser parte del patrimonio cultural ruso, y la fábrica ha sobrevivido, al contrario de muchas otras, a la revolución, las Guerras Mundiales y la perestroika. Cada uno de estos periodos históricos ha dejado una huella visible en su arquitectura: los edificios originales de ladrillo rojo permanecen íntegros en parte; se conserva también un gran retrato de Lenin de época soviética y los relojes de pared, hoy detenidos; también las portezuelas giratorias por las que los trabajadores debían y aún deben pasar para entrar y salir y parte de la maquinaria.

De la época actual tenemos algunos edificios ya reestructurados según el estándar llamado normalmente “euroremont” (reestructuración a la europea), y las nuevas líneas de producción. Según explica el vice director general, Viacheslav Dolgov: “tenemos aquí el ciclo productivo completo, excluyendo la cría de las ovejas”.

“Mientras que en la época soviética no había competencia, hoy, con la economía de mercado y las propuestas análogas que vienen del este con precios más bajos, nos hemos tenido que adaptar, modernizando gradualmente la producción gracias a un programa de subsidios y facilidades que el Estado reserva para algunas empresas productoras de artesanía. En la actualidad, contamos con líneas de estampado italianas”.


 Las cifras

La fábrica de chales de Pavlovski Pasad en números hoy:
- 90km, la distancia de Pavlovski Pasad a Moscú
- 60.000 los habitantes de Pavlovski Pasad
- 10 hectáreas de terreno pertenecen a la fábrica
- 100% de la fábrica es capital privado
- 600 trabajadores (4.500 antes de la revolución, 2.500 en época soviética)
- 15.000-25.000 rublos de sueldo
- 1.000.000, el número total de chales y fulares producidos al año (20.000.000 en época soviética)
- 600 tipos de chales, fulares y bufandas producidas (para hombre y mujer)
- 72x72cm el chal de lana más pequeño que se produce
- 52x52cm el fular de seda más pequeño
- 148x148cm el chal de lana más grande
- 130x130cm el chal de seda más grande
- Más de 2000 estampados en los archivos
- 9 artistas- diseñadores empleados
- cada 2 meses se encargan nuevos diseños a los estilistas
- 90 puntos de venta directa abiertos por la fábrica en Rusia (11 solo en Moscú)
- 80% de la producción se vende en Rusia; el 10% en Turkmenistán; el resto en otros países, incluida Europa

“También vendemos online”, explica Dólgov. “Son ya más de 200.000 las personas que han adquirido uno de nuestros chales, por lo menos en una ocasión. En la página hay también un foro que ha dado vida a una sociedad virtual de “shalemanki”, fanáticas de los chales, mujeres de diferentes edades que se mantienen informadas sobre nuestras novedades, compran regularmente y se dan consejos entre ellas”

“Nos gusta ver que también las jóvenes se ponen nuestros pañuelos: significa que hemos roto el prejuicio de que los chales son 'de abuela'. Dólgov añade también una nota histórica: “Vasili Grasnov, además de tener una gran visión empresarial, también era un hombre extremadamente misericordioso que no dejó nunca de ocuparse de los pobres. Su canonización se decidió antes de la Revolución rusa, pero no se llevó a cabo hasta el 1999, 130 años después de su muerte. Cuando se exhumó el cadáver, sus huesos estaban incorruptos”.

“Aunque somos una empresa laica, no podemos dejar de sentirnos protegidos por este gran hombre. Es quizá gracias a su presencia por lo que nuestra producción se vende con éxito en todos los países de religión ortodoxa. Las mujeres ortodoxas perciben a través de nuestros chales el aura mística ligada a nuestra fábrica”

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