Moscú a la espera de su arquitecto jefe

Oleg Shapiro, del prestigioso instituto Strelka. Fuente: Gazeta.ru.

Oleg Shapiro, del prestigioso instituto Strelka. Fuente: Gazeta.ru.

Moscú lleva ya cerca de dos semanas sin arquitecto jefe. El pasado 12 de julio Alexánder Kuzmín, que ocupó el puesto durante 16 años, presentó su dimisión. Apenas una semana más tarde hizo lo mismo su sustituto, Oleg Ribin. Oleg Shapiro, arquitecto de renombre, expuso los retos y las tareas a las que tendrá que enfrentarse quien llegue a ocupar el cargo. También habló sobre el modo de llevar a cabo los ambiciosos planes del gobierno respecto a la ampliación de la capital rusa.

¿Cuál es la razón por la que el prestigioso cargo de arquitecto jefe de la ciudad haya adquirido tan mala fama y que apenas haya candidatos que quieran ocupar este puesto?

No voy a entrar en la cuestión de la situación del aparato estatal. Me parece que hay que buscar las causas en otra dirección. El prestigio de este cargo en Rusia, en general, decae a pasos agigantados. El arquitecto jefe de la ciudad se está convirtiendo, en realidad, en una especie de sustituto del director del Departamento de Construcción. En mi opinión, en el caso de Moscú, el arquitecto jefe anterior no ha impulsado ni una sola iniciativa en este último año y medio. A menudo se le veía obligado a dar respuestas a distintas iniciativas provenientes de la comunidad de arquitectos, más que a sugerir algo por sí mismo.  

¿Y cuáles serían los retos que se le plantean a alguien que ocupa este cargo?

Moscú es un espacio enorme que se rige (también en el ámbito arquitectónico) desde varios centros. Por ese motivo, el arquitecto jefe tiene que ser una figura ecléctica. Por un lado, debe saber trabajar con el plan maestro de desarrollo de la ciudad, desempeñando el papel de paisajista, más que el de urbanista. Por otra parte, es él quien debe elaborar las normativas para el desarrollo urbanístico y, a la vez, supervisar su cumplimento. En definitiva, tiene que controlar qué es lo que se construye, quién lo está construyendo, qué aspecto tendrá por sí mismo y en el entorno, y si cumple con las leyes y las normativas vigentes. En Moscú hay un nutrido número de especialistas, pero se trata de afinar cada uno de los instrumentos de manera adecuada, y esto no es una tarea fácil. 

Si hablamos de las tareas concretas e inmediatas, ¿qué territorios ocupan un lugar preferente respecto a los demás?

Ante todo, deberían tener prioridad aquellos territorios donde en los tiempos de la URRS se ubicaban las fábricas gigantes, como es el caso, por ejemplo, de la ya cerrada fábrica de coches AZLK.

El mismo problema se presenta en el complejo automovilístico ZIL. Antiguamente, se trataba de uno de los mayores centros de fabricación de camiones, pero en su formato actual esta fábrica no necesita tanto terreno y gran parte del territorio se queda sin aprovechar. Aparte de eso, habría que afrontar el problema de las enormes extensiones de las vías férreas, que aumentan la carga sobre las carreteras radiales, haciendo que sea imposible transitar entre las distintas partes de la ciudad sin tener que pasar obligatoriamente por algún puente o túnel.

Es decir, hace falta proponer soluciones a los problemas que presenta el entorno existente.  En lugar de eso, se sigue avanzando con el plan de ampliación de la ciudad de Moscú hacia las afueras. Cualquier problema se intenta solucionar anexionando más territorios.  

¿No cree usted que se debería introducir un nuevo cargo, que estuviera centrado exclusivamente en el  desarrollo del 'Nuevo Moscú?

A ver, lo importante es comprender lo siguiente: la construcción del 'Nuevo Moscú' pretende solucionar los problemas del 'viejo' Moscú, pero no lo consigue. Por el contrario, podría crear nuevos problemas.

Supongamos que trasladamos allí algunos centros de trabajo. Pero no podemos trasladar a la fuerza a los empleados y obligarlos a vivir allí, pues una ciudad no se hace 'habitable' en un día y siempre se tarda décadas en lograrlo. La mayor ventaja de una urbe es la concentración de sus estructuras y funciones, y ello sólo se logra con el paso del tiempo, nada más.

Además, por ahora tampoco se entiende cuál es el objetivo de este 'nuevo Moscú'. Si el propósito es crear una 'reserva de funcionarios del Estado', tenemos un magnífico ejemplo: Brasilia, la capital administrativa de Brasil. Es un engendro urbanístico donde nadie quiere vivir. Los funcionarios huyen de esta urbe en cuanto dejan su cargo. Esta ciudad no ha hecho feliz a nadie.

 

¿Y qué es lo que proponen las autoridades a los arquitectos del 'Nuevo Moscú'? 

 

Ellos sugieren más o menos lo siguiente. Imitando el modelo del desarrollo del 'Gran París', se han reunido 10 equipos de especialistas. Pero en lugar de darles libertad para buscar soluciones, se les condiciona desde el principio. 

Oleg Shapiro nació en 1962. En 1983 acabó los estudios de arquitectura y dos años más tarde consiguió el doctorado. En 2007 Shapiro fue uno de los cofundadores de  Wowhaus. Entre los proyectos realizados por esta oficina se encuentra la renovación del Parque de Gorki de Moscú, el prestigioso instituto de medios de comunicación, arquitectura y diseño Strelka, el cine “Pioner” y el teatro “Práctica”. En Strelka, Shapiro ostenta el cargo de miembro de la junta administrativa.

Se le pide que ofrezcan modos de desarrollo de territorios muy concretos, desde unos planteamientos predeterminados y con funciones ya predefinidas. En Francia, en cambio, los arquitectos podían sugerir soluciones mucho más relevantes estratégicamente, como, por ejemplo, sobre el destino del suelo. Cuando se mantenían las discusiones sobre el proyecto del “Gran París”, uno de los proyectos sugería su ampliación casi hasta la orilla del mar, no en concepto de urbe, claro está, sino como territorio de influencia. Aquí, proyectos tan revolucionarios se truncan desde un principio.   

Y qué es lo que condiciona actualmente las decisiones y actitudes del gobierno de Moscú respecto a los nuevos terrenos? 

 

Parece ser que tan sólo la convicción de que la vida de la gente se puede reglamentar según un plan, como en los tiempos soviéticos del GosPlan (el plan Estatal). Pero ni siquiera en los tiempos soviéticos los planes generales de urbanización de Moscú llegaban a su término en más de un 10%, para luego ser sustituidos inmediatamente por un nuevo proyecto. El caso es que una ciudad es una estructura autorregulable, que evoluciona según sus propias leyes. Se puede dirigir y, en cierta medida. corregir, pero no se  puede contradecir.

Versión reducida. Artículo publicado originalmente en Gazeta.ru

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