Yelábuga, una historia milenaria

La ciudad de Yelábuga, de modestas dimensiones, situada a 215 kilómetros al este de la capital de Tartaristán, cuenta sorprendentemente con una rica historia que se remonta a más de mil años. El centro comercial del siglo XIX conserva tan bien su singular fisonomía que, en 2000, recibió la medalla de oro 'Palma de la paz' de la UNESCO.

  

Un antiguo asentamiento búlgaro

 

Investigaciones arqueológicas y científicas confirmaron la edad milenaria de Yelábuga y demostraron que, a caballo de los siglos X-XI, surgió un asentamiento búlgaro en la desembocadura del río Toima. Fue en el territorio de ese asentamiento, que más tarde pasaría a llamarse Chertovo (“del diablo”), donde, en tiempos inmemoriales, se construyó un paso sobre el río Kama. El paso formaba parte de una ruta comercial, que iba desde el centro de la Bulgaria del Volga hasta la zona del Kama e incluso más allá, hasta el océano Ártico.

 

Desde el punto más alto se ven las extensiones donde otrora se levantaban las fortificaciones de las tribus locales y donde luego, con toda probabilidad, un príncipe búlgaro pondría los cimientos en el siglo X de lo que sería la pequeña ciudad de piedra blanca.

 

Hoy, además de las ruinas de lo que en otra época fueron muros sólidos, en el lugar de la pequeña ciudad profana se puede ver una torre de planta circular con techumbre de hierro. Si creemos en las leyendas, esta estructura fortificada fue erigida por demonios durante una sola noche pero, ciñéndonos a las fuentes documentales, diremos que la restauración de la torre corrió a cuenta y cargo del que un día fue jefe de Yelábuga, Iván Vasílievich Shishkin, padre del famoso pintor ruso Iván Shishkin.

 

Prosperidad comercial

 

Dado que Yelábuga estaba situada en una las rutas comerciales más importantes, se desarrolló como ciudad comercial. Alcanzó su mayor florecimiento en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la ciudad empezó a desempeñar un papel muy destacado en la región del Kama. Los comerciantes de Yelábuga poseían minas de oro en Siberia occidental, yacimientos petrolíferos, compañías navieras propias, fábricas y plantas industriales.

 

La ciudad adquirió su imagen particular tras el incendio de 1850, que devoró muchas construcciones de madera. Comenzó la construcción masiva de edificios de piedra, que permanecen en pie hasta el día de hoy.

 

Que Yelábuga haya sobrevivido al siglo XX sin graves alteraciones urbanísticas es algo que la ciudad debe al almirante Kolchak. Durante las operaciones militares en el Kama entre 1918 y 1919, los habitantes de la ciudad apoyaron al Ejército Blanco. Stalin se enfureció tanto por este hecho que promulgó un decreto en virtud del cual se prohibía construir nuevos edificios en la ciudad. Puesto que no se podían levantar nuevas casas, no hubo prisa por demoler las que quedaban en pie.

 

Marina Tsvietáieva

 

Personas cuya fama ha traspasado las fronteras de Tartaristán han vivido en Yelábuga en diferentes épocas. Así, en la ciudad, están los museos de Marina Tsvietáieva, Iván Shishkin, la amazona Nadezhda Dúrova, el médico y científico Vladímir Béjterev, etc. Sus nombres constituyen no sólo la gloria de la ciudad, sino también de Rusia. Y a los viajeros que rehúyen los museos, les recomendaríamos echar un vistazo en la morada de las musas.

 

En el edificio nº 20 de Málaya Pokrovskaya, Tsvetáieva se instaló con su hijo Gueorgui, tras llegar a orillas del río Kama en agosto de 1941. Allí se puede admirar el mobiliario original de la casa donde la poeta decidió poner fin a su vida: se conservan la viga de la cual se colgó y el cuaderno que sacaron del bolsillo de su delantal después de la tragedia… No lejos de allí se encuentra el Museo de Literatura, donde se guardan los documentos y las fotografías relacionados con la vida y la familia de la poeta, así como sus objetos personales.


 

 

Tsvietáieva vivió en Yelábuga menos de un mes pero, dado que esta ciudad se convirtió en su último refugio, en ella hay muchos lugares relacionados con el nombre de la gran autora. Por ejemplo, la Iglesia Pokrovskaya (de la Intercesión), donde, cada año, el 31 de agosto, se oficia una misa en honor de Marina Ivánovna, o el cementerio de Pedro y Pablo, donde la hermana, Anastasia Tsvietáieva, colocó una placa conmemorativa con la siguiente inscripción: “En esta parte del cementerio está enterrada Marina Ivánovna Tsvietáieva”. Hay además un lavadero del siglo XIX, ahora convertido en museo, donde, en los años de la guerra, los habitantes del lugar, entre los cuales probablemente también estuviera Tsvietáieva, iban a buscar agua y hacían la colada.

 

Iván Shishkin

 

En Yelábuga transcurrió la infancia y la adolescencia del gran pintor ruso Iván Shishkin. En la ciudad se encuentra su casa museo memorial, una galería de pintura que lleva su nombre y los estanques Shishkin.

 

El destacado artista ruso nació el 26 (13) de enero de 1832, en el seno de una modesta y numerosa familia de comerciantes de Yelábuga. La majestuosa naturaleza de su tierra natal, los bosques seculares que se extendían a orillas del río Kama fueron para él, desde su infancia, una fuente de interés permanente.

 

Los estanques Shishkin, renovados en 2007 con motivo del milenario de Yelábuga, se han convertido en uno de los lugares de ocio favoritos tanto para los lugareños como para los visitantes.

 

Nadezha Dúrova

 

Heroína de la Gran Guerra Patria de 1812, participante en las batallas de Smolensk y Borodinó, ordenanza del mariscal de campo Mijaíl Kutúzov y, más tarde, escritora de talento, admirada por sus ‘Notas’ por Alexánder Pushkin y Vissarión Belinski, Nadezha Andréievna Dúrova pasó en Yelábuga más de 30 años de su larga vida.

 

En la ciudad se conserva casi por milagro la casa de la primera mitad del siglo XIX donde transcurrieron los últimos años de la vida de esta famosa amazona y se ha instalado allí un museo en su nombre.

 

Presente interactivo

 

Todos estos museos y centros forman parte del Museo-Reserva de arte, historia y arquitectura del Estado de Yelábuga, que incluye también un complejo de etnografía territorial y de otros objetos.

 

“Ofrecemos diez itinerarios temáticos para los visitantes de Yelábuga. Cada museo cuenta con su propio programa interactivo.

 

La forma más fácil de llegar desde Moscú hasta Yelábuga es por avión, al aeropuerto de Nizhnekamsk, desde donde se puede tomar un autobús de línea para recorrer los 35 km restantes hasta Yelábuga. Además, se puede llegar a Kazán por avión, o bien hacer el viaje por tren hasta Náberezhnie Chelni desde Moscú.

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