Las ONGs rusas buscan nuevas maneras de financiarse

LA tradicional institucionalización de cualquier incoativa ciudadana entorpece la creación y gestión de nuevas ONGs. Dibujo de Niyaz Karim.

LA tradicional institucionalización de cualquier incoativa ciudadana entorpece la creación y gestión de nuevas ONGs. Dibujo de Niyaz Karim.

El pasado sábado 21 de julio Vladimir Putin promulgó la nueva ley sobre ONGs, según la cual las organizaciones que obtengan financiación extranjera se convertirán en 'agentes extranjeros'. Puede que esta ley tenga consecuencias que nadie espera, ni el Presidente, ni las propias ONGs y que promueva el desarrollo de la sociedad civil en la red.

Hace un par de años, casi por casualidad, estuve en Austria en un fórum semicerrado de donantes de organizaciones que financian proyectos civiles sin ánimo de lucro (de defensa de derechos, de información, ecológicos, etc.). Aviso de antemano que el foro no iba sobre Rusia. Los representantes de los fondos estadounidenses y europeos discutían sobre cómo apoyar de la manera más eficaz iniciativas civiles, sobre todo en EE UU y en Europa.

Los expertos señalaban que el principal problema en la acción de los fondos-donantes, era el vertiginoso crecimiento en todo el mundo de proyectos ciudadanos en red. Es decir, proyectos cuyos promotores y cuya fuerza motriz no son las tradicionales ONGs, sino comunidades de internet que surgen para la solución de un problema concreto y desaparecen una vez que ha sido solucionado. Estos proyectos aparecen de forma espontánea, los financia una comunidad y no responden ante nadie más que esa misma comunidad.

El dolor de cabeza de los donantes europeos y norteamericanos era que no comprendían cómo podían apoyar estas iniciativas ciudadanas en red, ya que todo el proceso de trabajo de los fondos tradicionales está burocratizado y dirigido a la financiación de la sociedad civil 'institucionalizada' y no a personas concretas unida entre sí a veces tan solo por un grupo de Facebook.

El sistema de trabajo habitual de los donantes consiste en lo siguiente: un consejo, o cualquier otro alto órgano del fondo, decide qué orientación deben tomar los trabajos. Bajo esta orientación se deciden los requerimientos para las ayudas de la ONGs. De acuerdo con las condiciones se cumplen los requerimientos, el proyecto se lleva a cabo y las ONGs escriben al donante un informe financiero y de contenido del proyecto. El 'producto' clave que obtiene el donante es la realización por parte de otra persona jurídica (ONG) de un proyecto y el informe sobre el mismo que pone en la estantería.

¿Acaso hace falta explicar que este modelo de actividad no funciona en el caso de las iniciativas en red? Para empezar, no está claro en absoluto a quien se le entrega el dinero físicamente. En segundo lugar está cómo controlar los gastos. En tercero, ¿se puede esperar que una comunidad de internet haga un informe de contenidos sobre el proyecto? Además de esto, no está del todo claro quién debe correr detrás de quien: las iniciativas detrás de las ayudas o las ayudas detrás de las iniciativas. Más bien lo segundo que lo primero. Y los fondos-donantes tradicionales todavía no están preparados para esto.

He sacado a colación este encuentro de representantes de fondos-donantes extranjeros en la coyuntura de la aprobación de las nuevas enmiendas a la ley sobre ONGs por lo siguiente.

Hasta ahora la mayor parte de los proyectos ciudadanos en Rusia se llevaban a cabo con medios de fondos extranjeros, ya que después del cierre de 'Otkrítaya Rossia', el fondo del encarcelado Mijáil Jodorkovski, son pocos los grandes empresarios rusos que se han decidido a financiar, digamos, actividades en defensa de derechos.

Está claro que los proyectos se llevaban a cabo según el modelo tradicional y habitual de los donantes extranjeros, descrito anteriormente.

¿Qué pasará ahora? 'Gracias' a la revisión de la ley 'el grifo' de las donaciones extranjeras quedará prácticamente cerrado. La ley está escrita de tal manera que se puede enjuiciar penalmente prácticamente a cualquier organización que reciba ayudas extranjeras. Además, los gastos de contabilidad previstos por la nueva ley son tan altos que a las ONGs rusas, en principio, no les saldrá rentable atraer financiación extranjera para sus proyectos.

El resultado será que parte de las ONG se disolverán. Aparte, a duras penas encontrarán dinero ruso. Algunas se inclinarán hacia una zona 'gris' por miedo a un juicio, intentando que no les apliquen  la ley.

Paralelamente, en gran parte 'gracias' a las nuevas limitaciones de las leyes de ONGs y sobre el voluntariado, en Rusia aumentará el número de iniciativas ciudadanas en red. Iniciativas como #оккупайабай (Occupy Abai) o #добрыйлагерь. Estas iniciativas se financiarán mediante el crowdfunding, cada uno poniendo su granito de arena, como ya sucede en los proyectos del blóguer de la oposición Alexéi Navalni. El gobierno no sabrá qué hacer con estas iniciativas, ya que no están reguladas por la legislación. Los fondos extranjeros, con el tiempo, aprenderán a trabajar con personas físicas y crearán programas de 'microayudas' para apoyar actividades concretas de la gente y no de las ONGs.

Todo esto podría activar la sociedad civil rusa, que se 'incorporará' a la tendencia mundial que, como es sabido, consiste en que las ONGs tradicionales cedan su posición, dejando el 'terreno' a los proyectos civiles en red. 

La nueva legislación rusa acelerará la llegada de esta tendencia a Rusia e Internet se convertirá en una auténtica 'red de espionaje', para utilizar el lenguaje de los autores de la nueva ley.

Artículo publicado originalmente en Moskóvskie Nóvosti.

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